Mentada de Padre: mentada perfectamente olvidable
El cine mexicano que tiene mayor presencia en la cartelera no es precisamente lo mejor de la creación de nuestros cineastas
El cine mexicano que tiene mayor presencia en la cartelera no es precisamente lo mejor de la creación de nuestros cineastas. Este cine obedece al modelo comercial, que intenta crear una industria rentable con base en las preferencias del público consumidor. El resultado son, en su mayoría, películas de comedia medianamente entretenidas, sin tema y premisa relevantes, tal y como sucede con Mentada de padre (México, 2019) dirigida por Mark Alazraki y Fernando Rovzar, ópera prima y segundo largometraje, respectivamente. Con Osvaldo Benavides, Mauricio Isaac, Mauricio Barrientos, Antonio Gaona y la participación especial de Héctor Suárez. Y sin embargo, no hay mucho que decir de esta cinta. En los 40, en algún rancho mexicano, Don Lauro Márquez Castillo (Héctor Suárez) un acaudalado cacique extremadamente macho, ante su inminente muerte, pide el regreso de sus cuatro hijos. Ninguno de los hijos ha crecido como el hombre macho que Don Lauro deseaba, así que les dará una lección después de su muerte: los cuatro deberán competir por ser el único heredero universal de la fortuna paterna. Y tal concurso se realizará al estilo de un reality show emitido por radio las 24 horas de cada uno de los cuatro días que durará la contienda. Fausto (Osvaldo Benavides), un actor mediocre y gay; Tadeo (Mauricio Isaac), un perdedor jugador de jai alai, algo tonto; Iker (Mauricio Barrientos), un remedo de pintor pseudocomunista enamorado inútilmente de Frida Kahlo; y Abel (Antonio Gaona), un rechazado explorador sin futuro, configuran la decepción que Don Lauro tiene de sus hijos, y son ellos los que pelearán por la fortuna en el primer reality radiofónico. La idea no es mala. Por un lado, cuestionar la educación machista, que vertical y represora, impedía el libre desarrollo de las personas, especialmente de los hijos, además de sus madres; y por otro, recuperar la unión fraternal para que, pese al machismo y una de sus consecuencias, la ausencia de la madre, la familia prevalezca. Tratar de configurar el fracaso y mediocridad de los personajes de los hijos como resultado de ese machismo y de esa ausencia materna es interesante, pues es un patrón que casi no es visible en la sociedad mexicana, pero que ha estado latente durante mucho tiempo; sin embargo, el desarrollo del guion, con momentos cómicos de mal gusto por vulgares y explícitos, eclipsa esta idea. Y es que tanto las empresas cinematográficas de los Alazraky como de los Rovzar no están genuinamente preocupados en esta cinta por la dimensión cultural, ideológica y de género que configura los dolores y alegrías de la sociedad mexicana. Lo que a ellos les preocupa y ocupa es fabricar un producto comercial con una buena factura para ser consumido por la masa como lo hace con todo cine comercial, por supuesto con los grandes rendimientos económicos consecuentes. No es que ello esté mal, pero es insuficiente para crear una película trascendente en el espectador, en la sociedad y en el panorama cinematográfico. Es insuficiente para crear buen cine. El trabajo fotográfico de Isi Sarfati es bueno, pero solamente eso, pues no basta para desarrollar el tema y la premisas en cada escena como una extensión visual y sensorial de tales. Tampoco lo es el diseño sonoro, que propone momentos musicales con base en fonomímica, que parecen una ingenua burla de mal gusto. Pero lo lamentable es la edición, que al inicio tiene cortes mal trabajados que rompen el ritmo de la película… Fallas técnicas que revelan la intención de los creadores de esta película.
En cine, una buena idea mal desarrollada no produce una buena película; tampoco una mala película. Produce una película con la calidad suficiente para el consumo de las masas, pero que será perfectamente olvidable al paso del tiempo. Mentada de padre es una mentada perfectamente olvidable.
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