Bolsonaro, el Amazonas y las consecuencias del populismo

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Tomás Milton MUÑOZ


Agosto 25, 2019

La actual crisis medioambiental que afronta la administración brasileña de Jair Messias Bolsonaro por los incendios en el Amazonas es consecuencia directa de tener en el poder a un presidente con una agenda populista, apegada a la lógica de los capitales y que menosprecia no sólo a la naturaleza, sino a las comunidades originarias.
Bolsonaro, en el poder desde el 1 de enero de 2019, forma parte de una oleada de gobernantes que en diferentes partes del mundo han alcanzado sus actuales puestos con discursos xenófobos, racistas, homófobos y machistas. Además es de esa camada de políticos que desprecian al medioambiente y recurren a promesas sobre regresos a supuestos pasados gloriosos a través de fórmulas y recetas mágicas.
El populismo, como indicaba el filósofo argentino-mexicano Horacio Cerruti-Guldeberg, es una forma de mesianismo en el que un líder o grupo político se vale de la manipulación y de la seducción hacia las masas en cuanto a sus anhelos, expectativas y necesidades, sin garantizar los canales efectivos para su gestión. El “paladín” se vale de las necesidades de la población para hacer creer que su liderazgo es suficiente para superar todos los problemas, sin la participación de otros actores del Estado.
El populismo de Bolsonaro es de derecha y por ello promueve discursos de desprecio y odio en contra de las minorías, incluida la indígena. El presidente brasileño, quien ha comparado a los integrantes de comunidades originarias que viven en tierras protegidas con animales de zoológico, aprobó en enero pasado un decreto para asignar la responsabilidad de certificar la protección de los territorios indígenas al Ministerio de Agricultura, que tradicionalmente ha defendido a los empresarios agrícolas que desean mayor acceso a dichas tierras y desplazó a la Fundación Nacional del Indio, institución que de forma previa tenía esa función y procuraba la protección de los derechos de los indígenas.
Con la llegada de Bolsonaro se aceleró la privatización de tierras en el Amazonas, considerado el bosque tropical más grande del mundo y que produce el 20 por ciento del oxígeno en el planeta. El mandatario brasileño ha manifestado que en la reserva natural habitan menos de un millón de personas autóctonas y que organizaciones no gubernamentales las explotan y manipulan, por lo que es necesario cambiar dichas condiciones “en beneficio” de todos los brasileños.
La verdadera intención de Bolsonaro, un exmilitar que apoya las dictaduras, es explotar los recursos del Amazonas a través de un proyecto denominado Canal Norte, que data de 1985 y con el que se pretende segregar a las poblaciones originarias y deforestar la región para crear infraestructura estratégica –rutas, puentes y ferrocarriles–, plan que ha sido documentado por organizaciones no gubernamentales, entre ellas Open Democracy.
El plan de Bolsonaro ha sido puesto en marcha y los recientes incendios –unos 74 mil de enero de 2019 a la fecha– en la Amazonía han acelerado sus objetivos, y aunque las recientes igniciones no pueden ser achacadas de forma directa al gobierno, ya que hay una serie de factores medioambientales que han influido (clima seco, viento y calor), sí se le pueden atribuir elementos que han sido fundamentales en la actual crisis, por ejemplo: a) impulsar una política pública para privatizar espacios en la selva, b) tolerar a los grupos que practican la quema y la tala, c) disminuir los recursos dedicados a prevenir y controlar incendios, d) mantenerse omiso ante el incremento de asesinatos de activistas medioambientales y e) culpar sin pruebas a las organizaciones no gubernamentales y a los indígenas de provocar dichos incendios.
La catástrofe ambiental, que ya se extendió a las regiones amazónicas de Bolivia, Paraguay y Perú, es un reflejo de la decadencia en la que nos ha envuelto un sistema capitalista salvaje, en el que impera la lógica de mercado en demérito de la naturaleza y de los derechos de las comunidades autóctonas; y personajes como Bolsonaro se convierten en el combustible perfecto para acelerar la explotación irracional de los recursos naturales.
Los incendios quedan como “anillo al dedo” para Bolsonaro, empero, también conllevarán a que afronte consecuencias políticas al interior de Brasil y desde el exterior, que podrían minar su periodo al frente de la presidencia. Por ejemplo, en el corto plazo se reactivarán con más ímpetu los movimientos en defensa del medioambiente y de los derechos de los indígenas, y la presión internacional continuará.
Desde el exterior, las críticas a las “políticas medioambientales” de Bolsonaro –incluidas protestas frente a varias embajadas brasileñas en el mundo y amenazas de tipo comercial–, ya obligaron al presidente brasileño a firmar un decreto el viernes pasado para enviar a efectivos del Ejército a los nueve estados que comprenden la Amazonía afectados por los incendios, mismos que han consumido más de 20 mil hectáreas hasta el momento.
El grave problema medioambiental continúa y el tema podría ser abordado este domingo en la Cumbre del Grupo de los Siete (G-7), integrado por las principales economías del mundo, a realizarse en Biarritz, Francia, luego de que el mandatario galo Emmanuel Macron catalogara a los incendios como “crisis internacional”.
Macron ha amenazado con bloquear el reciente acuerdo comercial logrado entre la Unión Europea (UE) y el Mercado Común del Sur (Mercosur) –y que debe ser ratificado¬, debido a las “mentiras” de Bolsonaro respecto a los compromisos en materia ambiental que habría hecho el brasileño en una cumbre del G-20, celebrada en Osaka, Japón, en junio pasado.
La no ratificación del tratado comercial UE-Mercosur sería un golpe fuertísimo para Brasil, cuya economía se encuentra estancada y muy vulnerable ante una nueva recesión mundial; pero la buena noticia para Bolsonaro es que en la Cumbre del G-7 estará presente Donald Trump, quien –al igual que el presidente brasileño¬– es un populista de derecha, que aborrece a las minorías y no siente respeto alguno por la naturaleza.
*Doctor en Ciencias Políticas y Sociales. Profesor e investigador de tiempo completo adscrito al Centro de Relaciones Internacionales de la UNAM y profesor de cátedra en el ITESM Puebla.

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