Las intenciones de los cartoneros editoriales

Más allá de los complejos contextos de origen y las sinuosas trayectorias de cada editorial, los manifiestos dibujan un vasto territorio de intenciones

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Dice Paloma Celis Carbajal en el prólogo de Akademia cartonera. Un ABC de las editoriales cartoneras en América Latina (Parallel, Press, 2009): “Ocho manifiestos escritos por editoriales cartoneras, un recuento de la fundación de algunas de estas editoriales, una introducción, nueve artículos académicos, un inventario de los títulos cartoneros publicados, una biografía y varias imágenes son los elementos que componen este libro, cuyo objetivo es ser una instantánea de un momento en la existencia de estas editoriales. No se pretende definir, describir ni encasillarlas. Cada una es única e irremplazable”.

Publicado hace una década, y dedicado a “todos aquellos que sí juzgan al libro por su cubierta”, esta obra bilingüe (español-inglés) traza el panorama de una de las etapas de efervescencia cartonera. Ese momento, afortunadamente, siempre está ocurriendo: las iniciativas emergentes florecen —y se marchitan— con tanta rapidez que no hay metodología ni observatorio que logre documentar “a pie juntillas” el catálogo en constante renovación. La mejor explicación de esta vitalidad la da el boliviano Roberto Cáceres, citado en el mismo prólogo, al explicar el nombre de Yerba Mala Cartonera: “La mala yerba crece en cualquier parte, sobre todo en el lugar que tú menos lo desees, y siempre se la quiere extirpar porque es molesta […] La vas a sacar y va a crecer otra vez […] Es una suerte de terquedad por la sobrevivencia”.

Más allá de los complejos contextos de origen y las sinuosas trayectorias de cada editorial, los manifiestos dibujan un vasto territorio de intenciones editoriales que se espejean en los rincones del continente.

Por ejemplo, dice Sarita Cartonera, editorial peruana encomendada a Sarita Colonia, la patrona de “los migrantes, choferes de combi, taxistas, peluqueros, caseras del mercado, malandros y otros tantos marginados”: “Vivimos en un país racista, clasista y sectario, en el que conviven claramente la premodernidad, la modernidad y la posmodernidad. Y afirmamos que es responsabilidad de todos los que creemos en el arte y en la sociedad, en la comunidad humana, hacer lo necesario por acortar las distancias y los prejuicios. Sarita y los demás proyectos de Chusca van en esa dirección”.

En Chile, Animita Cartonera “tiende a expandirse e integrar al querer llegar a comunidades marginadas, a sectores no valorizados, al desregionalizar proyectos —como el concurso literario o los talleres que se emplazan en diferentes partes—, haciendo cultura y trabajo social donde precisamente esas iniciativas no llegan: tal como una animita: estar a lo largo y ancho de un territorio real y metafórico”. La animita —diminutivo de ánima— es un santuario que se coloca donde alguien sufrió una muerte violenta o accidental.

La ya mencionada Yerba Mala Cartonera asegura que “un libro fabricado de cartón supone no sólo una actitud de conciencia ambiental (reciclaje de material desechado), sino y en la misma medida, una apertura real hacia diversas voces, tintas y productos; siendo un objeto no/total sino pensado como soporte de palabras, envoltorio de objetos y materia de cartas. El cartón o papel requiere o reclama aquel otro que lo complemente, efímero, pues su naturaleza cíclica lo obliga al constante cambio”.

Por su parte, La Cartonera, afincada en Cuernavaca, México, puntualiza: “En estos tiempos demenciales, el mercado editorial es un eslabón más de una concepción del mundo basada en el consumo y el desecho. Vivimos dentro de una enorme maquinaria que no se detiene ni se detendrá. El vértigo de lo masivo y del éxito es una enfermedad que parece incurable. Por eso, nos estimula saber que, al margen de esos enormes monstruos editoriales, existen gestos que consisten en construir con cartón, castillos en el aire”.

Diez años después de la aparición de Akademia cartonera, publicado previo al congreso “Libros cartoneros: reciclando el paisaje editorial de América Latina”, que se llevó a cabo el 8 y el 9 de octubre en la Universidad de Wisconsin-Madison, en 2009, muchas cosas habrán cambiado, pero es seguro que éstas y otras aspiraciones similares se mantienen y se refrendan en las aventuras editoriales cartoneras.

En LEM celebramos esta rama de la bibliodiversidad y nos declaramos entusiastas lectores cartoneros.

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