Hoy quiero utilizar la columna para hacer una reflexión personal
Hoy quiero utilizar la columna para hacer una reflexión personal. Hace poco tuve la oportunidad de volver a las aulas de una preparatoria, y tenía cerca de 10 años que no lo hacía. Cómo han cambiado las cosas con las plataformas virtuales, libros electrónicos, envíos de tareas por correo, etc. Antes no era así y aunque es cierto que facilita mucho la vida la tecnología, ahora me presento a alumnos que no están motivados y que están sumamente desconectados. Según los expertos, se necesitan diez factores para aprender: motivación, información, experiencia, normas y valores, un ambiente apropiado para el aprendizaje, predisposición, buenas condiciones físicas, actividades significativas, colaboración y experimentación. Crecemos con la promesa que todo se puede aprender y hoy más que nunca estamos plagados de información sobre tipos de inteligencia, etc. Sin embargo, hay muchas cosas que, aunque en papel y en teoría suenan bien, en la realidad están tan alejados de ser así, que ahora entiendo por qué el sistema educativo está tan mal y los maestros sufren de tanto estrés. Y es que, si se empieza por analizar la motivación que un alumno debe tener para poder aprender algo, entonces desde ahí tenemos brechas por donde se escapa todo. A mí me gusta hacerles pensar, que reflexionen. Los adolescentes están tan llenos de energía que cuando se les da voz, pueden tener comentarios y puntos de vista emocionantes, retadores, inteligentes, pero la única motivación que tienen a veces al entrar al salón de clases es tener un 9 o un 10. El aprender es lo de menos. El tener herramientas en su vida ni siquiera importa. El otro día les preguntaba que cuántos de ellos pasaban solos las tardes porque sus padres y madres trabajan, y el 90% levantó la mano. No juzgo a los padres y madres trabajadores, yo soy una de ellas y sé cómo nos deshacemos en pedacitos para intentar llegar a lo que más podamos. Pero también sé que a veces los ejemplos que damos están muy distantes de ser coherentes con lo que pedimos y cómo criamos. Así que quiero concluir comentando que no se trata de las horas que pasamos trabajando, o la cantidad de información que se encuentra en internet, ni siquiera las tecnologías a las que tenemos acceso. Al final, la fórmula es mucho más sencilla y difícil a la vez; volver a lo humano, a conectar, a mirar a los ojos, cenar juntos sin televisión ni celulares, interesarse en sus temas, compartir las anécdotas de nuestra vida. Todo eso constituye un bienestar mental y ayuda a las personas a estar motivadas. *Mtra. En Psicoterapia de Hipnosis Ericksoniana Gina María Uribe @ginapsicoterapeuta
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