La cultura mexicana en el trabajo del siglo XXI, en épocas de desconfianza y desunión

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El aspecto laboral ha estado dentro de los principales puntos de la agenda de nuestro país. La Revolución de 1910 ponía fin a los abusos y maltratos que había sufrido de manera sistemática la población a lo largo de los años, e intentaba equilibrar un poco la balanza entre la gente que poseía muchas tierras, y aquellos que no poseían nada. En aquel entonces, la población vivía principalmente en el campo, pues era ahí donde se encontraba el empleo, sin tomar en cuenta las condiciones.

Hoy en día la población se encuentra principalmente distribuida en las grandes ciudades, pues es ahí donde se encuentra ahora el empleo. Las grandes empresas, tanto nacionales como extranjeras, buscan grandes talentos que las ayudan a crecer y tener un mayor impacto económico y social dentro del país.

El principal reto de los mexicanos ahora es aprender a trabajar en equipo y tomar en cuenta que, sin importar el estatus social o económico, lo que nos une a todos es el sentido de pertenencia que tenemos con nuestro país. Dejar de tratar de afectarnos entre nosotros, pues sólo así lograremos un verdadero desarrollo y estabilidad.

Hace un par de semanas, un directivo europeo comentaba que a algunos extranjeros se les permitía trabajar desde casa, mientras que, a la mayoría de los empleados mexicanos, en puestos de confianza similares, se les exigía cumplir con un horario laboral designado. A simple vista, esto parecería una medida discriminatoria en contra de los mexicanos, pues no existe una explicación evidente para una disposición tan marcada como ésta.

El directivo explicaba que mientras el europeo promedio trabajaba bien estuviera donde estuviera, el mexicano necesitaba de constante supervisión para cumplir con los objetivos que se le pedían. También afirmaba que, a lo largo de su experiencia, en la misma empresa había visto cómo en la misma jornada laboral en promedio el europeo era un poco más productivo. Esto evidentemente sin generalizar, y tomando en cuenta todas las excepciones que se daban en cada una de las situaciones a lo largo de los años.

Es por lo anterior que es necesaria una reflexión por parte de nosotros como mexicanos. ¿Por qué hay tantas personas en ciertos puestos que lo único que buscan es que todo el mundo los vea trabajando, a pesar de no estar haciendo nada en realidad? El trabajo bien hecho habla por sí solo, y no necesita estar siendo monitoreado constantemente. La confianza de un jefe hacia un empleado no nace de un día para otro, sino que más bien se gana a lo largo del tiempo y de un desempeño de calidad.

Si queremos ser un país de primer mundo, nos tenemos que empezar a portar como personas de primer mundo. El tratar de transar, librarse del trabajo, intentar encontrar culpables cuando no se cumple con el trabajo, no aporta ni nos ayudará jamás a volvernos un país unido y estable.

Dejemos las denominaciones de fifís y chairos y pongámonos a trabajar en el desarrollo de nuestro país, y en un solo México. 

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