El PEF 2020 y la magra economía mexicana

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Adrián SALAZAR


Noviembre 14, 2019

No se necesitó de mucho tiempo del gobierno del actual presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, para que la sociedad, principalmente peritos en economía, develaran por sí mismos el error en la política anticorrupción planteada por el entonces candidato de Morena (Movimiento de Regeneración Nacional), puesto que ésa no es la verdadera solución a los problemas concretos por los que atravesamos y que afectan a la inmensa mayoría de mexicanos encadenados a la pobreza, alrededor de 80 millones de personas.

Antes de hacerse democráticamente con la titularidad del poder político del país, Andrés Manuel engañó a la gente con un discurso en el que, si bien es cierto recogía todas las inconformidades del pueblo pobre, proponía una solución que ni de lejos era viable para atacar de raíz esos mismos problemas y satisfacer al pueblo mismo que lo eligió.

En ese discurso, el mandatario evidenció la ineficacia del actual sistema económico neoliberal (mismo que él decretó extinto). Sin embargo, AMLO confunde la causa con el efecto.

Desde su nacimiento, el Movimiento Antorchista ha denunciado una y otra vez, ante gobiernos de diferentes niveles y colores, esas mismas fallas del modelo económico. Y no sólo eso, sino que ha propuesto también un proyecto que permita, de implementarse, una vida más justa para la clase trabajadora, que le permita tener una vida digna y con decoro sin afectar siquiera a la inversión privada ni a las empresas.

Pero nadie ha querido escucharnos, aunque hoy en día organismos internacionales, y que nada tienen que ver con Antorcha, coinciden en nuestro planteamiento y denuncia: la injusta distribución de la renta nacional que produce la clase obrera.

Veamos pues. Andrés Manuel propuso acabar con la corrupción, y en vez de eso perjudicó más a las clases de por sí ya laceradas económicamente: desapareció las estancias infantiles, comedores comunitarios, programas médicos, apoyos a la vivienda popular, programas para el campo y despidos masivos de miles de burócratas; lo único a lo que le apuesta es a los programas de transferencia monetaria directa, los cuales se aplican desde el gobierno de Carlos Salinas de Gortari, y que han demostrado no ser la solución a la pobreza. Porque efectivamente, ésa no es la solución.

Hoy en día, el gobierno federal morenista no ha logrado impulsar el desarrollo de la economía; y si no hay desarrollo no hay crecimiento; y si no hay crecimiento no hay dinero para repartir, tal y como lo muestra el Presupuesto de Egresos Federal 2020 (PEF).

Pareciera un problema simple, pero no es así: si hubiese desarrollo económico habría fuentes de empleo para los obreros. Aunque se tratara de una bonanza pasajera, el obrero podría vender mejor su fuerza de trabajo. Pero la realidad es diametralmente opuesta: las empresas no invierten y los inversionistas retiran su capital de nuestro país para aplicarlo en otros; es decir, se está obligando a la clase trabajadora a morir de hambre.

Ahora en el marco del presupuesto del 2020, se tiene contemplado gastar 6.1 billones de pesos, mismos que serán arrancados a los mexicanos mediante la imposición tributaria del impuesto sobre la renta, el IVA, del impuesto a las gasolinas, de las ventas de petróleo y electricidad, entre otros. Es decir, como resultado de la tan citada “lucha contra la corrupción” no hay ni un solo peso. Todo sigue igual, saqueando más y más al pueblo trabajador.

Ítem más. Sólo siete de los 18 programas que la administración federal señaló como prioritarios para el bienestar tienen un incremento en recursos destinados: pensiones para adultos mayores y para personas con discapacidad, siembra de árboles, precios de garantía, producción para el bienestar, becas para universitarios y para preparatorianos.

Pero para financiar esos aumentos recortaron otros de los programas “emblemas” de la nueva administración: “Jóvenes construyendo el futuro” recibe un recorte del 36% (16 mil millones menos); el de becas para niños de nivel básico disminuye un 41% (41 mil millones menos), y así sucesivamente se recortan los recursos para vivienda, fertilizantes, microcréditos, ganado, desarrollo cultural, medicinas a no asegurados y rescate del Lago de Texcoco, entre otros.

Es claro pues, que ahora al pueblo mexicano le está saliendo “más caro el caldo que las albóndigas”, porque el PEF 2020 no incluye apoyo a las comunidades a través de obras y servicios. El apoyo a la agricultura se reduce; tampoco se favorece la ciencia y la tecnología. Tan sólo se invierte en programas que, aunque lo nieguen, les sirven para comprar de votos.

Distribuido así el gasto nacional, ni de lejos esperemos que se vaya a detonar el desarrollo del país; las tasas del crecimiento se redujeron por debajo del 0.5 por ciento en este año, y las inversiones no están fluyendo. Por el contrario, los ahorradores sacaron su dinero de México y lo depositaron en Estados Unidos. Aún sin estar nuestro país en crisis, hay un crecimiento del cero por ciento.

Esta realidad, que no se puede evadir con “otros datos”, demuestra lo equivocada que está la política del gobierno morenista de Andrés Manuel López Obrador. Hacer un diagnóstico correcto de los problemas es insuficiente, cuando se aplica una solución equívoca. Hace falta transformar la realidad y dejar de interpretarla.

Lo que nuestro país requiere es un modelo de desarrollo en el que se cambie la política fiscal de forma integral: desarrollar la infraestructura con inversión pública reorientando el gasto social, cargando la tributación de forma progresiva; es decir, de forma equitativa respecto a los ingresos; creando fuentes de empleo necesarias para la población económicamente activa; y salarios justos que les permitan a los trabajadores acceder a una vida digna y con decoro para ellos y sus familias. Pero de eso, nada dice el exterminador el de neoliberalismo mexicano.

Ante este panorama, al pueblo sólo le queda organizarse y luchar por el poder político para hacer una nación más justa, equitativa, soberana, para implementar una distribución del gasto social en beneficio del pueblo mexicano. Por tanto, es imperativo que el pueblo se eduque políticamente, para dejar de aplicar soluciones equivocadas a problemas concretos. 

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