Contra lo imposible: un auto estacionado
Quizá el director neoyorquino James Mangold logró desprenderse de Wolverine
Quizá el director neoyorquino James Mangold logró desprenderse de Wolverine, el personaje que lo ha catapultado como maquilador cinematográfico, pero lo que no puede lograr aún es alejarse de la épica apologética de lo norteamericano. Ello queda claro en su anecdótica cinta Contra lo imposible (Ford vs Ferrari, EU/Francia, 2019) protagonizada por Matt Damon y Christian Bale. Basado en acontecimientos reales, Mangold escenifica la batalla entre Henry Ford II y Enzo Ferrari que se llevó a cabo en las pistas de carreras automovilísticas durante los años sesenta, especialmente en la carrera de las 24 horas de Le Mans. Por motivos financieros y de orgullo, el magnate automotriz Henry Ford II encarga a Lee Iacocca, su subdirector, crear un auto de carreras capaz de vencer a los fabricados por el italiano Ferrari. Ante tal reto, piden al piloto retirado y experto en diseño automotriz Carroll Shelby (Matt Damon) hacerlo posible. Con su gran amigo, el excelente piloto de carreras Ken Miles (Christian Bale), harán prueba tras prueba para lograr lo imposible. La anécdota de Ford venciendo a Ferrari en Le Mans gracias al diseño, estrategia y terquedad de Shelby y Miles se convierte en la pantalla de Mangold en una apología del poder económico --e ideológico-- de las empresas norteamericanas. Sin recato alguno, el neoyorquino muestra una imagen de Enzo Ferrari cercana a la de El Padrino de Francis Ford Coppola, relacionándolo más con la mafia que con el diseño automotriz. De esta manera, la narrativa épica muy al estilo norteamericano crea una apología de la empresa Ford, de su director y de sus altos ejecutivos –claro, sin faltar el malo entre ellos--, y por supuesto también plantear el esquema clásico del héroe con Shelby y del antihéroe --al estilo Wolverine-- con Miles. Sin meterse en las profundidades de los personajes, Mangold se dedica a crear una serie de viñetas narrativas que no alcanzan la suficiente calidad narrativa para crear la tensión necesaria de acuerdo al género. La genialidad de Shelby en cuanto al diseño automotriz no queda plasmada totalmente en esta cinta, pues la actuación de Matt Damon es muy esquemática, y Mangold ni siquiera establece la relación con el otro genio de la industria automotriz que fue Lee Iacocca, quien parece aquí como un ejecutivo sin la gran importancia que tuvo. Christian Bale, quien también se ha destacado por su trabajo como actor, aquí es desaprovechado con un personaje sin grandes variaciones y sí con explosiones viscerales, que no completan del todo al personaje. Lamentablemente Bale resulta, en esta película, un gran desperdicio. Y es que la mancuerna Damon-Bale se antojaba épica en la pantalla grande como para hacer historia, como sucedió, por ejemplo con la mancuerna Newman-Redford, pero a James Mangold se le fue de las manos esta gran oportunidad, por concentrarse más en contar una carrera de autos.
El diseño de un auto de carreras y su desempeño son en sí mismos algo que destacar, pero esos autos pierden todo su potencial si no hay un gran piloto al volante. Algo similar ocurre con la película Contra lo imposible, que, sin una buena dirección, es como un gran y atractivo auto de carreras… pero estacionado. |
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