Miércoles 04 de Diciembre de 2019 |
La literatura mexicana es una literatura sin lectores, o casi. Philippe Ollé-Laprune Es costumbre que en la primera semana de diciembre se lleve a cabo la Feria Internacional del Libro en Guadalajara, la cual resulta ser la feria de libros de mayor asistencia de la lengua española en todo el planeta y cuyo público, en cada ocasión, aumenta entre sus exposiciones y presentaciones de libros, y entre las estanterías de diversas editoriales. Esto hace parte de un ambiente generalizado que se ha dado en todo el país en los últimos años. Prácticamente, en cada capital de los estados y en muchas de las provincias se organizan ferias y exposiciones de libros. Sin embargo, para los organizadores, uno de los principales retos es la poca asistencia y participación de las personas, salvo aquella feria en Guadalajara y —si acaso— las que se organizan en Ciudad de México. Las demás se caracterizan por la escasa afluencia de público y magras ventas. Muchas de las ocasiones, pareciera que son auspiciadas y subsidiadas por los gobiernos estatales y municipales, pero aun así, es poca la asistencia a ellas y resulta necesario, entonces, colmarlas de alumnos obligados a asistir como para cumplir con el cometido. El profesor francés Philippe Olle-Laprune ha citado al respecto: “Las redes de difusión de libros, librerías y bibliotecas son de las más restringidas. La literatura mexicana es una literatura sin lectores, o casi. La red de bibliotecas, a pesar de los esfuerzos recientes, está muy por debajo de lo que pueden esperar más de cien millones de habitantes. Las librerías están particularmente poco presentes fuera de la capital” (México: visitar el sueño, Ciudad de México: Fondo de Cultura Económica, 2011). En la primera semana de diciembre de 2019 se está llevando a cabo la citada feria del libro en Guadalajara, cuya organización pareciera estar más preocupada, en los últimos años, por mantener el récord de asistencia, e incluso aumentarlo, que en el fomento a la lectura y la calidad de la lectura. El mismo profesor Philippe Olle-Laprune ha sostenido que aquellas campañas de fomento a la lectura que se organizan y son imposición en las escuelas, desde las primarias hasta llegar a la preparatoria, más que cumplir con ese cometido de fomentar la lectura, hacen todo lo contrario. Es decir, se desestimula la lectura, y al llegar a las universidades, a los alumnos no les interesa leer, menos adquirir un libro; crisis respecto a la cual el sistema educativo universitario se encarga de ahondar más, pues las tesis son la última opción para la titulación profesional, ya que los alumnos toman las primeras opciones, que no abundan, ni en fomentar la lectura ni en adquirir un libro. Prueba de esta problemática es lo que sucede en la feria del libro de Guadalajara. El número de asistentes no es proporcional a las ventas que se registran; la gran mayoría toma su asistencia como el paseo del fin de la semana, y en muchos de los casos, como pase de lista de diversas escuelas. Ahora bien, si a esa problemática se le adiciona la calidad de la lectura que se pone en el mercado, se refleja la problemática que México tiene respecto de la lectura. Entonces, no basta con que se hagan campañas de fomento a la lectura, sino que es necesario que la lectura sea de calidad, puesto que (sin menospreciar el valor de lectura) muchas de las ocasiones se trata de textos que versan sobre la vida de artistas, cantantes, horóscopos, superación personal… Todo lo cual, finalmente, no abona a cultivar una ciudadanía más reflexiva, esa que se requiere para que la nación progrese. Es decir, con personas más preparadas, más reflexivas, más críticas. Aunque posiblemente por ello mismo, el sistema incentiva que no se fomente ese tipo de lectura. O bien, como ha sucedido en los últimos 25 años con la historia de México, son los presidentes quienes ponen a sus historiadores para que afiancen en el mercado obras literarias que hablan de la historia monumental; es decir, aquella que el sistema necesita que conozca la población.
Entre toda esa problemática se encuentra el problema de la lectura y las ferias de libros, entre ella la de Guadalajara, que si bien no hay que dejar de organizar, es necesario efectuar un giro a la propuesta de las mismas, porque de lo contrario seguirán siendo tan estériles como lo han sido en los últimos años. |