Abigail: un extraño en la noche

El cine ruso es un extraño en la noche de la cartelera nacional

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El cine ruso es un extraño en la noche de la cartelera nacional. Sin embargo, la poca oferta cinematográfica que llega de esa nación suele ser de gran calidad. Así que la presencia de una cinta rusa que aborda el género fantástico con valores de producción propios del cine industrial hollywoodense llama mucho la atención: sin embargo y lamentablemente, no logra su cometido. Se trata de Abigail, ciudad fantástica (Abigail, Rusia, 2019) dirigida por Aleksandr Boguslavskiy.

Ubicada en un tiempo indeterminado, pero con clara referencia a la mitad del siglo XX, Abigail es una joven que vive en una ciudad que lleva amurallada más de un siglo y de la que nadie puede salir o entrar debido a una fatal epidemia; es una sociedad que intenta existir bajo un estricto régimen de vigilancia militarizada. Toda aquella persona que sea detectada como infectada en su primera fase, invisible a ojos comunes, es detenida y prácticamente ejecutada bajo el argumento de ser altamente contagioso. Fue así que el amoroso padre de Abigail, un importante científico e inventor, fue detenido cuando ella era apenas una niña de diez años. Sin embargo Abigail, ahora en su juventud, emprende la aventura para encontrar a su padre creyéndolo vivo, y esa aventura la llevará a descubrir que en esa ciudad en realidad viven personas con poderes fantásticos.

La gran metáfora de los regímenes autoritarismos nazi, fascista y stalinista que privó en gran parte de Europa durante los años relacionados con la Segunda Guerra Mundial y que experimentó el pueblo ruso, empleada como contexto para desarrollar la fantástica historia de Abigail parecía ser un buen comienzo. Ésta pudo haber sido la gran diferencia con las películas del género fantástico, especialmente con las sagas de El señor de anillos y Harry Potter. Sin embargo un guión bastante flojo, sin profundo desarrollo argumental con personajes cliché, actuaciones irregulares y efectos visuales muy básicos, hacen que esta apuesta se quede muy atrás en el camino.

Aparentemente, el director Aleksandr Boguslavskiy se concentró más en desarrollar escenas con efectos especiales, que en narrar una historia de la represión militar de un poder autoritario desde la óptica de una joven idealista en un marco de fantasía. La idea del padre gentil y amoroso con su hija, un gran científico e inventor que sirve al régimen para sobrevivir, pero que en el fondo ha creado un críptico sendero para la justicia y liberación de los habitantes de la ciudad, constituye la gran metáfora de la ciencia y la tecnología, que en buenas manos pueden lograr las condiciones necesarias para la felicidad humana, ese ideal cartesiano propuesto en los albores de la Modernidad.

Sin embargo, el torpe desarrollo dramático que brinca de una situación a otra sin fuertes nexos argumentales, que además es muy predecible, diluye casi por completo la apuesta de las metáforas de esta película. Y eso es una verdadera lástima, pues tradicionalmente las cintas de este género maquiladas por Hollywood carecen de ese nivel metafórico de la realidad, característica central del género fantástico mismo.

Así que el extraño en la cartelera nacional, el cine ruso, llega ahora con una apuesta al estilo Hollywood, pero que hace evidente su falta de experiencia en la construcción de buenos guiones a pesar de una interesante metáfora. Es algo así como un extraño en la noche que no inquieta.

 

 

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