De gigantes de acero a elefantes blancos

Se extinguió aquella época en la que los estadios mexicanos registraban tres cuartos de entrada por juego

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Memorias del Crimen

Por Omar Rodríguez

Se extinguió aquella época en la que los estadios mexicanos registraban tres cuartos de entrada por juego.

Hoy, en la mayoría de los inmuebles que son sedes de equipos de futbol de Primera División, se suelen presentar apenas 15 mil aficionados, cifra escasa si se toma en cuenta que los estadios, por lo general, pueden recibir a más de 35 mil personas.

La escasa asistencia a los estadios para presenciar la etapa regular de la Liga MX debería ser motivo de análisis para los directivos de este organismo.

La razón es simple: la inasistencia a los partidos representa, innegablemente, que el aficionado ha perdido el interés de seguir de cerca el torneo local.

Esto debería ser calificado como algo alarmante por quienes toman las decisiones en la Liga MX puesto que el futbol profesional es un negocio y cualquier negocio, independientemente del rubro al que esté enfocado, únicamente tendrá éxito si comercializa un producto atractivo, de calidad y que satisfaga la mayoría de expectativas de un consumidor, el cual, en este caso, es el aficionado.

Habrá quien asegure que la inasistencia a los estadios del futbol mexicano es una consecuencia de la difusión que tienen los encuentros en los distintos medios de comunicación, incluidas aquellas transmisiones ilegales que se realizan por páginas de internet e incluso por Facebook.

Sin embargo, esto no es la simiente del problema porque incluso en las transmisiones del futbol azteca se presenta una curva descendente en lo que respecta al rating, es decir, el indicador que devela cuántas personas siguen un encuentro a través de la televisión.

Exceptuando al estadio Universitario, casa de los Tigres de la Universidad Autónoma de Nuevo León, el cual agota sus entradas desde antes de que inicie la temporada, los recintos de Primera División han mutado, pues de ser gigantes de cemento y acero que recibían a miles de personas, ahora son, en su mayoría, elefantes blancos.

El problema radica en que un equipo con escaso poder de convocatoria será un equipo candidato a cambiar de plaza y sobra decir que en México, ya sea por infraestructura, por falta de capital o inclusive por temas de seguridad, no hay muchas ciudades que puedan albergar a un conjunto de la máxima categoría.

Entonces, con ese contexto y con esa tendencia, el futbol mexicano, entendido como un deporte-espectáculo, complicará su entorno si no presenta cambios inmediatos como la mejora del nivel de competencia, la contratación de algunas figuras extranjeras y nacionales y, sobre todo, el cambio de percepción respecto al aficionado, mismo al que se le ha descuidado al no brindarle un producto de calidad.

“Tratar bien al balón es tratar bien al aficionado”, Jorge Valdano.

@RodriguezOmar83

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