Ciudad modelo (Trama Audi), según Mastretta y Silva (II)

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En el artículo anterior tratamos el sentido general del libro La trama Audi, de los autores Sergio Mastretta y María Eugenia Silva, vinculándolo hacia una lectura urbanística, pues ahí, en mi opinión, se observan carencias analíticas. Reconozco de entrada que los textos reseñados dan para más. Replantemos el sentido del libro que cuestiona con pruebas de evidencia la legitimidad de una política omnímoda que toma decisiones de política pública, pretextando objetivos de bienestar, pero que contraviene las reglas de transparencia y rendición de cuentas en flagrante transgresión de la ley.

El contenido del libro, en realidad son dos libros en uno. Mastretta expone la trama Audi en seis capítulos, que con detalle retrata el rostro inmobiliario que se oculta tras de la máscara de procesos jurídicos, administrativos y financieros. Devela el performance del poder. En su curso, identifica los agentes del desarrollo, en realidad promotores inmobiliarios; los exhibe en su doble o triple personalidad como propietarios, funcionarios y gestores. No deja pie con bola. Describe las mediaciones en que incurre el financiamiento y su velo oculto como deuda pública; las concesiones con los inversionistas; la división de funciones (el reparto de bienes).

Mientras el coautor expresa su extrañeza, ante una falta de respuesta ciudadan afrente a una acción institucional opaca –la siente enfermiza-. Denuncia las soluciones megalómanas, sin soporte racional, autoritarias y predispuestas a la formación de un perfil de un político en carrera presidencial.

En su momento, el antropólogo Mastretta correlaciona el ascenso del huachicol con la ascendente demanda de combustible que requirieron las plataformas urbanas. Una ciudad global sin arraigo local. Desde la economía industrial: impresionante; desde el beneficio social y regional: decepcionante. Desde la cohesión social: trágica por el robo de combustible que implicó y por arraigar en pueblos y familias enteras la banalización del delito.

Esta lectura interesa a urbanistas y regionalistas propensos a cuestionar el sentido y contenido de esa colosal obra pública, símbolo del poder. También les incumbe la responsabilidad de cuestionar dicho modelo de ciudad; y en su caso, preparar su reconversión, las estrategias del gran viraje, o dar razones del porqué de su abandono. Porventura, hay nuevas plumas especializadas en economía industrial. María Eugenia Silva entre ellas.

Quienes estudian las ciudades deben observar no solo los efectos perniciosos de un activismo inmobiliario sin responsabilidad social —sostengo que la fuerza inmobiliaria puede regularse y conducirse como palanca de desarrollo urbano—,sino lo que el megaproyecto puso en crisis de credibilidad: los principios de la sustentabilidad; el discurso de la modernidad global; el discurso de las ciudades modelos partiendo del prototipo Singapur y el discurso de la Nueva Agenda Urbana de que “nadie se rezague”. Todo a cambio del meta discurso tenebroso de la era global que oculta la trama oscura de la apropiación de la tierra, promovida desde el poder temporal.

Sin duda, hay déficit acumulado de políticas urbanas y territoriales porque faltan múltiples estudios sistemáticos que conformen una recia opinión. ¡Urgen! porque de otra manera, los gobiernos estatales y municipales seguirán siendo tentados a importar proyectos de oropel para legitimar sus fantásticas decisiones. Pues en efecto, sin interlocutores válidos —el príncipe y el intelectual— el poder omnímodo se reproducirá a pesar del pluralismo político.

María Eugenia Silva por su parte, analiza las razones geoeconómicas de una decisión que en principio carece de los factores clásicos o neoclásicos de localización, según indica la ortodoxia de la economía regional. Es un esfuerzo intelectual serio que tratará nuestra próxima entrega.

 

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