Rosy y el sombrero

Pasar la estafeta política a un familiar es el sueño dorado de todo gobernante y en México.

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Pasar la estafeta política a un familiar es el sueño dorado de todo gobernante y en México se ha intentado infinidad de veces, aunque en pocas se concretó, quedando en simples ideas o en rechazo electoral.

Hay familias completas que han gobernado un mismo estado desde el abuelo, pasando por el padre y el nieto, como en Michoacán; o en otros donde simplemente de padres a hijos, aunque no se cedieron la administración de forma directa.

El caso más cercano es Coahuila, en que Humberto Moreira no concluyó su gobierno y lo hizo un interino, para no ser quien le entregara el gobierno a su hermano Rubén.

Nuevo León tuvo una experiencia aunque fue de primos hermanos, uno interino que le entregó al otro electo en las urnas, siendo ambos de partidos distintos.

Tlaxcala vivió algo que es la ilusión de todo matrimonio, el ceder el espacio del marido a la esposa, aunque fue sumamente fallido, pues la candidata a suceder a su consorte quedó muy relegada en el tercer lugar de la votación.

Con todo y ello, la historia se repite una y otra vez, pretendiendo posicionar a la consorte y situarla como candidata del partido que gobierna.

La equidad de género es usada como pretexto para que los gobernantes sitúen a sus esposas como un producto político fresco que podría funcionar en las urnas.

El caso más emblemático es el de Rosy Fuentes de Ordaz, esposa del gobernador Quirino Ordaz, quien no desaprovecha ninguna ocasión para mostrarse y dejar en claro el gran potencial político con que cuenta.

Este jueves 6 de febrero, la señora Fuentes de Ordaz celebra su desayuno ‘Del Sombrero’ en un hermoso lugar llamado Rancho Nuevo, al que convocan ella y su marido y cuyo propósito conlleva recaudar fondos para niños y niñas en situación de riesgo.

Cuando menos el promocional así lo establece, pero su difusión sirve de propaganda para mantener en las preferencias de los ciudadanos la posibilidad de que doña Rosy sea la candidata priista a los comicios del año próximo.

Y es que en Sinaloa ninguna mujer ha conseguido gobernar el estado y la oportunidad es magnífica, aprovechando la popularidad de Quirino, que aparece como el gobernador mejor calificado por sus gobernados, sin importar todo lo que sucede en el estado en materia de seguridad y la displicencia con que los grupos delincuenciales operan en ese territorio.

Apenas hace unos días, el gobierno del estado no se dio por enterado de que en la Catedral de Culiacán se casó la hija del Chapo Guzmán, que acordonaron calles para que nadie los molestara y que celebraron un fiestón del que todos se enteraron, menos el gobierno estatal.

Eso no alteró la popularidad de Quirino, de quien los habitantes reconocen no hace obra, pero tampoco causa daño.

De conseguir Quirino su propósito de hacer candidata a Rosy y de mostrar con votos su potencial, sería una de las pocas mujeres que por medio del sufragio gobierne un estado del país. Griselda Álvarez, Colima; Beatriz Paredes, Tlaxcala; Amalia García, Zacatecas; Ivonne Ortega, Yucatán; Claudia Pavlovich, Sonora; y Martha Erika Alonso, Puebla, son las únicas que lo han logrado en la etapa posrevolucionaria.

 

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