Mujercitas: egoísmo y soledad
“Es la relación amorosa lo que elimina los determinismos sociales".
“Es la relación amorosa lo que elimina los determinismos sociales;” nos dice el pensador francés Alain Touraine. Sin embargo, son también esos determinismos sociales los que condicionan la relación amorosa. En esta paradoja se mueve la interesante adaptación del clásico literario Mujercitas (Little Women, EU, 2019), adaptada y dirigida por la también actriz Greta Gerwig y con la participación de Saoirse Ronan, Emma Watson y Timothée Chalamet. Basada en el clásico de la literatura norteamericana de Louisa May Alcott, Gerwig se centra en Jo (Saoirse Ronan), la segunda de las hermanas March, cuyo deseo de emancipación y talento como escritora la llevan a luchar contra los determinismos sociales conservadores de su época, la de la Guerra Civil estadounidense. Así rechaza la propuesta de matrimonio de Laurie (Timothée Chalamet), el rico pretendiente de su comunidad; o la de Friedrich Bhaer (Louis Garrel), el talentoso profesor que conoció en Nueva York. Empecinada en lograr sus metas personales, Jo se aleja de sus hermanas que siguen la tradición del ser mujer en esa época, pues ellas se desposan para llevar la aceptada vida de ama de casa y madre. Sin embargo, llega un momento en la vida de Jo en que la soledad le lleva a arrepentirse de sus actos. Gerwig se ubica a la vanguardia en torno a los movimientos feministas radicales reflexionando ya desde Lady Bird (EU, 2017), su anterior largometraje, las consecuencias existenciales de tales movimientos. El trabajo de Gerwig no se ubica cómodamente en el discurso de la ideología de género, aunque refiera la libertad de elección de la mujer; sino que se ubica en la reflexión humanista-existencial de estos movimientos. Ella parte del egoísmo como esencia de toda emancipación moderna, cuyo impulso les argumenta e indudablemente es el factor del logro de objetivos como la inclusión femenina en la vida pública, y esto último no tiene absolutamente nada de malo. El problema es que, como sucede con Jo, la soledad y la paulatina pérdida de sentido de existencia que llegan con ella, consecuencias del egoísmo que impulsó su emancipación. Si bien Jo logra obtener ingresos económicos por sí misma y no por estar casada, práctica única en esos tiempos, así como un reconocimiento a su trabajo como mujer escritora, el hecho de rechazar la relación amorosa por los determinismos sociales la hacen desdichada. Opuesto a lo que propone Touraine. No se trata entonces, expone Gerwig en ésta, su excelente versión de Mujercitas, de que Jo se case y abandone su talento como escritora, sino se trata de que abandone su egoísmo como fuerza impulsora para la emancipación. Es el egoísmo una de las características propias de la Modernidad y que en nuestros tiempos neoliberales, es una de las causas de la fragmentación social y deshumanización de las personas. Y ese determinismo social, el del egoísmo, se elimina en la relación amorosa.
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