¿Por qué seguimos haciendo fiestas y celebraciones?
Las celebraciones, como la vida misma, nunca se van a extinguir y en México somos amantes de ambas.
Porque a pesar de las vicisitudes, de las crisis, de las amarguras, de los malos tiempos y los malos ratos. Las celebraciones, como la vida misma, nunca se van a extinguir y en México somos amantes de ambas. Los mexicanos hacemos fiesta cuando hay un nacimiento de algún miembro de la familia, cuando cumple años, cuando se casa, cuando la religión marca un evento especial, cuando termina un ciclo escolar, cuando se titula, cuando se compromete, cuando se casa, cuando se divorcia y hasta cuando muere… pues el velorio no deja ser una reunión importante, obviamente sin risas, pero sí con todos unidos con un sólo objetivo: despedir a quien parte. En él también hay flores y música. No importa si no hay el dinero suficiente, el mexicano siempre celebra la vida, ya sea a través de una pomposa fiesta donde se dice que se “tira la casa por la ventana”, en un majestuoso salón o recinto para el evento a festejar; o si deciden cerrar la calle junto con sus vecinos, rentar una carpa, un grupo musical o un sonido especial que logrará que todos los vidrios de las casas vecinas retiemblen toda la noche. EL mexicano es solidario para todo, y las fiestas no son la excepción. los padrinos, como se les denomina a quienes cooperan para diversas aportaciones, están presentes, desde el vino, pastel, música, flores, vestido, comida y todo lo que se pueda regalar para que todos sean partícipes . Entre más padrinos haya en la fiesta, la fiesta es más de todos. Y si se trata de ir vestidos elegantemente, los mexicanos nos pintamos solos: sacamos nuestras mejores galas y somos muy obedientes al conocer el código de vestimenta que nos marca la invitación. Y vamos arreglados todos, desde los abuelitos hasta los niños y hasta los bebés de las familias, quienes también se integran a las familias a través de sonreír y hasta bailar alegremente en las fiestas. Si de comida hablamos, los mexicanos somos de gustos muy variados, pues puede ser desde un plato de comida sencilla y deliciosa hasta manjares exquisitos y elegantes, halagando siempre los paladares de anfitriones e invitados. La música no para y está ahí para acompañarnos en cualquier instante de la fiesta, desde un aparato casero, hasta una gran orquesta. Celebremos la vida, celebremos el amor, los triunfos propios y de los que amamos. Estamos vivos y eso es razón suficiente para hacerlo. Y tú, ¿por qué más festejas?
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