¿Desinformación?

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Tere MORA GUILLÉN


Marzo 02, 2020

Tanto en México como en el resto de los países del mundo en pocos días ha cundido el pánico con el coronavirus.

Hemos visto que a diferencia de cuando en el 2008 hubo protocolos extraordinarios, que permitieron controlar lo que pudo haber sido una pandemia de influenza, en esta ocasión hay desorientación total. Hace apenas unos días los mexicanos fuimos testigos de cómo a través de un programa de noticias veíamos a personal de intendencia del Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias, sin cubrebocas ni los insumos necesarios para actuar en caso de que lleguen pacientes; es más, me atrevo a decir que nuestro país no tiene la capacidad de atender una emergencia por coronavirus.

Primero he constatado que farmacias ubicadas en la avenida División del Norte de la Ciudad de México, que son quizá más de seis, escasearon de inmediato los cubrebocas, geles bacteriales, toallitas húmedas y jabón para manos desinfectantes.

Cuando en las redes o en la estética me han cuestionado qué debe uno hacer, les he dicho que por lo pronto seguir el protocolo que tuvimos cuando hubo la crisis por la Influenza AH1N1 y que son: lavarse las manos frecuentemente con agua y jabón; cubrir boca y nariz al toser y estornudar, usando la parte interior del codo o un pañuelo; limpiar y desinfectar los objetos y superficies de mayor uso; evitar el contacto con personas que muestren signos de gripa ó resfriado; reducir el tiempo que se pase en sitios concurridos; prescindir de los saludos de mano o beso. Permanecer en casa si se está enfermo; evitar la automedicación; acudir al médico si se presenta fiebre, tos seca, malestar y/o dificultad para respirar.

Sin embargo, los mexicanos que somos buenos para mofarnos de los asuntos realmente importantes, de inmediato tuvimos la cumbia del coronavirus; otros mensajes en las redes sugieren que nos pongamos la “Corona” y le demos una patada al virus; ¿qué haríamos sin ese ingenio creador?

Lo cierto es que este domingo el sacerdote llegó a la iglesia dando mano y abrazos a los feligreses, a la hora de la paz, todos como es costumbre nos dimos el saludo habitual, y no pocos dicen que no tiene caso caer en pánico, ya que si el padecimiento se sale de control de algo hemos de morir.

Lo que es peor, en un parque del Sur de la Ciudad de México, conforme pasan los días, he sido testigo de cómo muchas personas andan como árabes con niqab (capas de tela enredadas en la cabeza), que sólo dejan una pequeña rendija para cada ojo, supongo que llegarán a lavar y desinfectar las prendas para poder usarlas de nueva cuenta. Así nos vamos a los extremos los hay que temen contagiarse, y otros que prefieren seguir fluyendo con la vida.

Lo cierto es que ya llegó a México el coronavirus y desde luego a todos nos afecta, sólo el gobierno de esta cuarta transformación ha tardado en responder y esperemos se tome la salud como asunto de prioridad nacional, ya que el Covid-19 puede contagiar a personas de todas las edades sin distinción de sexo, y es verdad que los adultos mayores y las personas con enfermedades crónicas, pueden ser más susceptibles a enfermar gravemente.

Esperemos que las autoridades actúen de manera seria y urgente, antes de verse rebasadas ante la nueva pandemia que hoy por hoy tiene al mundo de cabeza, ojalá como en China tuviéramos los robots que distribuyen alimentos a los pacientes en los hospitales, aquí somos tercer mundo y que el creador nos ampare de contagiarnos por coronavirus. Esto sí es cuestión de vida o muerte...

 

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