Contingencia feminista

En medio del llamado a incrementar las medidas de prevención al contagio de virus Covit-19 Coronavirus.

En medio del llamado a incrementar las medidas de prevención al contagio de virus Covit-19 Coronavirus, que han motivado la suspensión de actividades presenciales académicas, así como de términos judiciales federales y locales… en medio de una sobre cobertura mediática en la que se analizan los incrementos de contagio, algunas medidas de prevención y las atropelladas decisiones de política pública en materia de salud, se antojaría pensar que los demás temas han sido fácilmente borrados de nuestra memoria.

No tiene más que una semana que en nuestro país se marchó cimbrando las calles al grito de “Ni una más, ni una más, ni una asesinada más”. En pocos días, con el desplome de los precios del petróleo, con el derrumbe de nuestros pesos frente al dólar y euro, con las compras de pánico a base de papel de baño y agua para stock, con la necesidad de enfrentarnos a nuevas opciones para compaginar prevención de salud familiar, economía doméstica, trabajo en casa (quienes cuentan con ese privilegio), actividades de recreación familiar con las edades y gustos diversos de quienes integren su entorno familiar, parece quedar muy lejano ese paro nacional de actividades para visibilizar nuestra participación libre de violencias y desigualdades en todos los entornos.

Gente solidaria con la necesidad de prevenir, acompañar y atender a quienes han sufrido alguna condición de violencia, me han externado su preocupación para que en medio de la crisis de salud pública, las mujeres nos encontremos seguras ante posibles confinamientos con los agresores, ante la necesidad de cumplir con una cuarentena a pocos días de volverse obligatoria. También hay quienes esta pandemia les parece el mejor pretexto para considerar que la agenda de género, debiera posponerse. A estas personas les digo que están muy equivocadas.

Desafortunadamente una crisis, de salud y económica como la que estamos a punto de experimentar, sin el acompañamiento corresponsable de todos los sectores para proteger a todas las personas, sobre todo a las más vulnerables, traerá como resultado la precarización y mayores estragos justamente a estos sectores. Precisamente el espacio del trabajo en casa, ha vuelto a dividir a la sociedad, aquellos que cuentan con el privilegio de mover sus proyectos económicamente redituables a sus hogares, respecto de quienes no contarán con patrones responsables o quienes su labor es materialmente imposible de realizarse a distancia.

Preocupa la manera liviana y casi trivial con que se sigue desatendiendo el tema, sin avances claros para fortalecer la participación en igualdad de condiciones de las mujeres, qué pasará ahora que la coyuntura parece moverse a otros temas? El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) ha elaborado una serie de estudios bajo el rubro “Pobreza y Género en México: Hacia un sistema de indicadores” con información 2008-2018, que permiten identificar los escenarios de desigualdad en los que nos hemos acostumbrado, en términos de la conformación de los hogares, el acceso a la educación, a la salud, a la seguridad social, a la alimentación, el trabajo remunerado, el ingreso, por las propias las características de la vivienda y el trabajo doméstico no remunerado. Les comparto algunos resultados:

“Las mujeres dependen más de sus redes de parentesco para acceder a los servicios de salud…

Por tanto, para que más mujeres tengan el control sobre su afiliación, es necesario analizar y actuar sobre los factores que limitan su inserción en el mercado laboral, entre ellos, la división sexual del trabajo que actúa en desventaja para las mujeres.”

“Respecto a los hombres, las mujeres destinan 2.5 veces más de tiempo a los quehaceres del hogar y el doble en el cuidado de otras personas, indistintamente de su condición de pobreza”

“De 2008 a 2018, alrededor de la tercera parte del ingreso corriente monetario de los hogares correspondió a aportaciones de mujeres, tanto en contextos de presencia y ausencia de pobreza.”

“La menor participación de los ingresos de las mujeres respecto de los hombres es reflejo de las menores percepciones laborales, la menor participación económica y en general, de la menor autonomía económica que presentan las mujeres respecto de los hombres.”

Mayor consciencia corresponsable por parte de quienes acuerdan las voluntades políticas, generaría opciones para que las mujeres más vulneradas, las pobres, las indígenas, las que tienen discapacidad, las de la comunidad Lgbtt, todas las que sufren violencia, no sean invisibilizadas durante esta contingencia, claro, cuando por fin consideren que está ocurriendo y que debe atenderse el tema.

Mientras tanto las legisladoras federales dan muestra de interés en el tema a regular de manera histórica, en un paquete de reformas, la prohibición a la violencia política en razón de género contra mujeres. Dan un paso firme para la protección de nuestros derechos políticos, electorales, administrativos, de incidencia pública. Veremos cómo se compensa esta paridad en la participación, posibilidad de reelección, con resultados contundentes al abatimiento de las brechas de desigualdad. Deseo que no se trate solo de un tema de mayores privilegios para las clases favorecidas.

 

 

*Doctora en derecho, especializada en rendición de cuentas, derechos humanos, transparencia, combate a corrupción y género.

 

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de El Popular, diario imparcial de Puebla.

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