Andrés Manuel en la Geopolítica de los Hidrocarburos

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Invitados del Tec


Abril 12, 2020

Por Fernanda Cardoso 

Directora Regional del Departamento de Ciencia Política y Relaciones Internacionales

Tecnológico de Monterrey, Campus Puebla

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Como en pocas ocasiones, el escenario petrolero mundial dependió de la decisión de México por reducir su producción de crudo en el foro de la OPEP + donde nuestro país se retira de la mesa de negociación tras sostener que hemos librado grandes batallas para llegar a la producción que actualmente tenemos en materia de barriles de petróleo. Tras la decisión de México no sólo de no reducir su producción de crudo sino de retirarse de las negociaciones surgen muchas dudas en cuanto a la necesidad de tratar el tema petrolero como un tema político y no económico.

Si bien, el acuerdo de los países que asistieron a la reunión es simbólico, dado que la reducción acordada no es suficiente para evitar que la economía flaquee luego de la pandemia por la que estamos atravesando. También es cierto que deja un mal precedente para un país como México que, en el 2016 tras la caída de los precios del petróleo, aceptó junto con Kazajistán y otros 8 países acercarse a la OPEP para nivelar el precio del crudo. 

Al día de hoy la postura del gobierno federal ha logrado que el presidente Trump hiciera un acuerdo con México donde Estados Unidos aportaría los 250 mil barriles restantes a los 100 mil barriles que México reduciría (cifra que se acordó en la mesa de negociación de OPEP+). Lo anterior, no puede ser visto más que como un “pacto con el diablo” luego de que Donald Trump asegurara que México reembolsaría dicho aporte “en su momento”. 

La política energética de la administración de Andrés Manuel López Obrador ha defendido la capacidad de México no solo por producir petróleo sino por refinarlo; ha defendido la construcción de la refinería en Dos Bocas donde se ha negado a escuchar a la oposición quienes afirman que la construcción y operación de “Dos Bocas” será un barril sin fondo ante un escenario internacional que no garantiza un precio de venta del crudo por encima del de producción.

Pues bien, el tema petrolero en la administración obradorista se ha configurado desde el esquema político, haciendo uso de una retórica simplista donde a medida que seamos capaces de refinar el crudo que extraemos tendremos mayor riqueza a la par que alcanzaremos la “soberanía energética”. La realidad es que mientras este discurso funcionó para muchos gobiernos durante la década de los 90 hoy en día sabemos que el barril de petróleo ha visto su precio reducido tras la aparición de nuevas energías “limpias” y tras la capacidad de Estados Unidos por producir la mayor parte del petróleo que consume. 

Ciertamente las consecuencias de la negativa de México por reducir su producción no se pueden visualizar con claridad. Sin embargo, para muchos es una oportunidad pérdida luego de que los mismos países productores de petróleo aseguran que tras la caída de los precios es mucho mejor importarlo a asumir las pérdidas de su producción. No obstante, los costos y las implicaciones económicas no pueden explicarse solo desde una perspectiva política. 

Así, seguimos viendo a un presidente que habla del neoliberalismo, pero se codea con Donald Trump. Trata de incursionar en reuniones de alto nivel sólo para desprestigiar al trasnochado que representa la ya demeritada Política Exterior y busca estandartes de victoria en claras derrotas dentro del escenario internacional. 

 

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de El Popular, diario imparcial de Puebla.

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