Mutear la educación

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«Una época en la que vivimos controlados por

una creciente “fabricación del consentimiento”,

 debida a las triquiñuelas tecnológicas

 de los medios de comunicación.»

Noam Chomsky

 

Unos de los más afectados en estos tiempos espantosos de pandemia es, desde luego, la educación y, principalmente, los alumnos, que deben usar los medios tecnológicos para, supuestamente, continuar su educación y terminarla; dado que, desde luego, no es lo más apropiado y, por el contrario, resulta sumamente emblemático poder sostener que se pueden terminar los ciclos escolares con esos medios. Sin embargo, sólo es una forma de justificar que las autoridades educativas están atendiendo el problema, aunque, en realidad, no se lo está resolviendo. Todo parece dar a entender que esta maldita enfermedad se sembró para forjar la necesidad de trasladar la educación por ese medio electrónico.

Pudiera ser que todas esas plataformas digitales sean complementarias de la educación, pero no hay que considera que se vayan a perpetuar como la mejor y única forma de educar; pues lo cierto es que, de entrada, con este sistema se pierde la educación “humana” y su ausencia provocá diversas consecuencias verdaderamente riesgosas para la educación, pero sobre todo para la especie humana.

En principio, es un hecho notorio que, con la experiencia de estas últimas semanas, en cualquier escuela, universidad y academia que han sustituido la clase presenciales por estas plataformas digitales, se han disminuido considerablemente la calidad de la educación, tanto porque los alumnos no están acostumbrados a tomar las clases así como porque los profesores no cuenta con el conocimiento ni las herramientas suficientes para mantener un nivel apropiado de educación a través de ese medio. También es un hecho es que se está comprobando con lo que está sucediendo lo que sostuvo permanentemente el profesor brasileño Paolo Freire: “la educación bancarizada” (PAULO REGLUS, Neves Freire —Recife, Pernambuco, 19 de septiembre de 1921-São Paulo, 2 de mayo de 1997— fue un educador y experto en temas de educación, de origen brasileño; uno de los más influyentes teóricos de la educación del siglo XX).

Con estos medios, verdaderamente que los alumnos se convierten en vasijas a quienes se les deposita información, sin saber si esta es procesada por ellos, si efectivamente es comprendida. Ahora resulta que, con el uso de estos sistemas, se ha puesto en práctica “mutear las clases”, lo que significa que los alumnos están presentes sin estarlo, propiamente, pues aparecen en la lista de la plataforma, pero sin volumen y pretendiendo, con ello, sorprender al maestro que considera que lo están escuchando cuando no es así. Sin embargo, los alumnos no se están dando cuenta de que el sorprendido no es el profesor, sino él mismo. Y, dicho sea de paso, últimamente en ambiente estudiantil está de moda no acudir a clases, asistir con el porcentaje mínimo de participación, elaborar la tarea en el último minuto para su presentación; con todo lo cual, verdaderamente, se está conformando una generación con pocos augurios para que pueda dar frente a todos estos problemas que hay en el mundo y que se han complicado como nunca, para los que ni la misma ciencia puede sostener que haya solución.

Pareciera que es la ciencia la primera que quiere salir corriendo por la puerta trasera ante tantos problemas con que se encuentra la sociedad. Por ello, a esta generación el sociólogo alemán Ulrich Beck le ha llamado “la sociedad del riesgo” (BECK, Ulrich, La sociedad del riesgo global, Madrid, Siglo XXI de España, 2009); una que está ante problemas ambientales, de hambruna, de agua, de crimen organizado, de desempleo, de pobreza y, desde luego, nucleares; una que, con una educación deshumanizada, como la que se está forjando en estos días con estos medios digitales y con la intención de haber llegado para quedarse, poco podrá ayudarse. Así es como, verdaderamente, en realidad se “mutea la educación” y, principalmente, el futuro de la humanidad.

 

 Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de El Popular, diario imparcial de Puebla.


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