RASTROS DE TINTA

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Invitada


Junio 02, 2020

Por Karina Itzel León Martínez A lo largo de la historia han sucedido hechos que han marcado a la humanidad. Uno de los más graves, causa de millones de muertes del mundo, han sido las pandemias. Desde la viruela, sarampión, la gripe española, la peste negra hasta en nuestra actualidad, los virus han convivido y atacado al hombre, sin importar su raza o credo, extendiéndose hasta llegar a familiares y amigos. Cuando llega la pandemia llega la incertidumbre y la población no sabe en qué creer. A veces el miedo gana y sale a la luz la peor enfermedad: el egoísmo y la irracionalidad


 

Lo que diferencia al Covid-19 de las demás pandemias es que ha arrasado con las dos realidades en las que vivimos: el mundo tangible y la realidad virtual. En ambos mundos nos dejamos contagiar por noticias falsas que comaprten algunos medios o gente cercana a nosotros. Lo que sucede con este contagio es que, en lugar de hacernos pensar, nos aterramos. Día y noche escuchamos sobre la enfermedad y tenemos que filtrar las noticias para saber qué es real y qué no. El término para este fenómeno es “infodemia”, es decir, la propagación masiva de información verídica o errónea en las redes con respecto a un tema en particular, en este caso la pandemia. Ese término aglutina desinformación, multitud de rumores y teorías conspirativas en todo el mundo; también ignorancia e incluso manipulación. Este conjunto de fenómenos aumenta pánico y la angustia en las sociedades.

En la era de información y globalización: la desinformación o propagación de noticias falsas en internet, juega un papel importante en nuestra vida cotidiana, afectando en gran medida cada aspecto de ella en estos días de cuarentena. Esto perjudica la salud humana, en específico la mental, "en el contexto actual de una emergencia de salud pública, la desinformación tiene el potencial de obstruir el control y la contención de la enfermedad, con consecuencias que pueden ser potencialmente mortales", señaló el director general de la OMS hace poco. La desinformación nos hace creer en una realidad distorsionada en la que somos propensos a crear brechas ocasionando una grave polarización en la sociedad, entre los que sí creen y los que no, entre los que leen información sustentada o los que creen en rumores e historias fantasiosas.

La divulgación de noticias falsas en las redes sociales nos lleva a cuestionar hasta qué punto nuestro criterio se ve afectado por lo que piensan y comparten las demás personas. Si no cuestionamos ni indagamos la información dejándonos llevar por lo que los demás piensan, terminaremos perdiendo nuestro espíritu crítico para ser parte del rebaño, ocasionando un ciclo interminable y perdiendo el sentido de la realidad.


El aumento o estabilización del Covid-19 dependerá de nosotros, de la ciencia y de los médicos, pero también de nuestra empatía, solidaridad y la urgencia de distribuir e identificar la correcta información que ayude a que el prójimo sea consciente de la situación y tome medidas para protegerse a él mismo, a su familia y comunidad. No podemos dejarnos llevar por falsedades. Debemos ser críticos, reflexivos y compartir información sabiamente. 


 

 

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