La paz que nos habita

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Encontrar la paz en este mundo, podría ser tan complicado como la humanidad misma, o tan simple como leer poesía y comics. ¿Le gustan los comics?

 

Releer Astérix, El Galo, comic francés, de la autoría de René Goscinny y del dibujante Alberto Urdezo — el que por cierto, es muy gracioso—, necesariamente trae recuerdos de la infancia, y lleva a considerar que la paz no es de este mundo.

 

El narrador, como en todas las historias épicas, inicia:

 

—…50 años antes de J.C. Los Galos antepasados de los franceses habían sido vencidos por los Romanos después de una larga lucha…

—…Reina la paz, sólo perturbarda por algunos ataques de los Germanos, que pronto son rechazados…

—…Toda la Galia está ocupada…

—…¿Toda…?¡No! Una región resiste victoriosa al invasor Una pequeña región rodeada de campamentos romanos fortificados..

 

Inmediatamente después, ocurre lo insperado (recuerde, reina la paz), los romanos atacan, sin ningún éxito.

 

Cambian de táctica. Optan por el asalto contra el sujeto en solitario; pero fracasan. Cuatro miembros de la guardia romana son vencidos por un sólo hombre, Astérix.

 

Héroe que — a los ojos de los oficiales vencidos—, representaba las cualidades típicas de un galo común: chaparro, delgado y con una fuerza extraordinaria. En consecuencia, el centurión Caius Bonus ordena que hagan lo necesario, para descubrir el secreto de ese poder.

 

Desde luego, el protagonista tiene una superfuerza, gracias a la poción mágica que le proporciona el druida Panoramix. No osbtante, el druida, quien tiene fe ciega en el ingenio de Astérix, le asegura que podrá enfrentar todas las pruebas aún sin el brebaje. Aptitud que será reconodida por el propio Julio César .

 

Astérix, El Galo, explica la paz romana, como una estabilidad salpicada de constantes luchas entre naciones. Sin embargo, el pequeño e irreductible pueblo galo aspira a la paz, y la defiende, valiéndose de su astucia y de su fe.

 

Una fe que transita por los corazones de todos los humanos, quienes, de distintas maneras, externan la intención de vivir en el sosiego y tranquilidad.

 

A veces, bastan unas cuantas palabras; por ejemplo, cuando el enamorado declara a su amada: “tú eres mi paz”. Nace de inmediato un estado de comunión, capaz de transformar y apaciguar la vida de ambos.

 

Por otra parte, algunos han descubierto que, esa condición de bienestar mora dentro de cada individuo.

 

Pógamos atención al poema, Tú, paz mía, de la poetisa Dulce María Loynaz, en el que comparte algo muy personal:

 

Tú, paz mía...

Aceite sobre mi mar en remolino,

gusto, sal de mi vida.

 

 

Tú, espejo milagroso

que no reflejas mis tinieblas

y reflejas la luz que ya no es mía...

 

 

Tú, jazmín dormido...

Estrella descolgada

para mi cielo tan vacío...

 

 

 

Es decir, la poetisa cubana se dirige a “su” paz. A la que describe como el líquido espiritual y luminoso; óbstaculo para el caos y la confusión que, a fuerza de giros bruscos, intentan golpearla. Y, al mismo tiempo, la identifica como la sal de la vida; esto es, la que preserva la esencia de su existencia, haciéndola llevadera y agradable.

 

Para la ganadora del Premio Miguel de Cervantes de 1992, “su” paz es íntima, compañera eterna, guía y esperanza.

 

De algún modo, Dulce María Loynaz y los personajes de Astérix, El Galo, comparten la misma idea de paz, puesto que no sólo tienen la convicción de poseerla y merecerla, sino que además, está fundada en atributos semejantes:

 

Mantienen la creencia de que existe en el interior de sus ámbitos y es indispensable para vivir. Ya que la paz habita tanto a la poetisa, como a la diminuta e insumisa nación de los galos.

Además, la escritora y los personajes están dispuestos a luchar por ella, no permitirán que nada ni nadie se las arrebate; para lo cual, usan de sus inteligencias y destrezas.

 

Aún más, gracias a la paz, la vida de estos seres tiene sabor. Ninguno se queja de ella.

 

Mirándolo así, la paz tiene dos caras: Una, interna; que corresponde al universo singular de cada uno. La que para vivificarla, requiere de esfuerzo constante, creatividad y de mucho sentido del humor.

 

Y otra, externa; cuya evidencia se hace realidad en la medida en que soñamos con lo imposible; algo así, como “Imaginar una lámpara hasta encerderla”, tal y como lo escribiera, el destacado poeta argentino, Roberto Juarroz.

 

Los aforismos, las poesías y las historietas, siempre, funcionan como boletos para la invención y la reflexión. ¿Recuerda otros comics?

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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