La mutilación de sueños, de derechos y de vidas. La necropolítica de EU contra las mujeres migrantes

No es coincidencia la reciente denuncia de la realización de histerectomías sin consentimiento expreso a docenas de mujeres migrantes indocumentadas en el sureño estado de Georgia.

En Estados Unidos, en particular, la criminalización de las migraciones irregulares o indeseadas ha sido una constante durante su historia y se ha ejercido a través de discursos xenófobos, discriminación social y laboral, violaciones a los derechos humanos, expulsión masiva de extranjeros, encarcelación en condiciones paupérrimas y, ahora, por medio de la extirpación no consentida de los órganos reproductores de mujeres migrantes.

Este tipo de prácticas constituyen en su conjunto políticas ejercidas por el Estado y desde grupos empoderados en contra de las vidas que consideran carentes de valor, por lo que promueven acciones que lleven a la muerte moral, social y, finalmente, física de los que consideran desechables.

En la década de 1990, el filósofo camerunés Achille Mbembe acuñó el concepto de Necropolítica para explicar las condiciones de explotación que se han presentado, por ejemplo, en plantaciones estadounidenses durante la esclavitud, en el régimen discriminatorio del Apartheid sudafricano y en la ocupación israelí de territorio palestino. El intelectual africano puso como eje central de su análisis la manera en que los Estados modernos clasificaban las vidas de sus sujetos para determinar quiénes pueden vivir y quiénes deben morir, según criterios de utilidad económica, ideológica y hasta “racial”.

Mbembe sostiene que el capitalismo produce a gran escala una población superflua y una manera de disponer de esos excedentes de población por parte de los gobiernos consiste en “exponerlos a todo tipo de peligros y riesgos, a menudo mortales. Otra técnica consistiría en aislarlos y encerrarlos en zonas de control. Es la práctica de la “zonificación” (El Diario.es, 17 de junio de 2016).

Estos elementos se observan de forma clara en las posturas, acciones y políticas implementadas por los gobiernos y sectores privilegiados de la sociedad estadounidense hacia la migración indocumentada, a la que han considerado prescindible, por lo que, a través del dolor, la tortura psicológica y física, el confinamiento y el despojo de la dignidad humana pretenden acabar con los sueños, las esperanzas y las vidas de los migrantes sin papeles.

En medio de esta dinámica en contra de una minoría, no es coincidencia la reciente denuncia de la realización de histerectomías sin consentimiento expreso a docenas de mujeres migrantes indocumentadas en un centro de detención ubicado en el condado de Irwin, en el sureño estado de Georgia.

La denuncia fue presentada a mediados de septiembre de 2020 por Dawn Wooten, una enfermera que trabajaba en el citado centro a cargo del Servicio de Inmigración y Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) y que es apoyada por organizaciones no gubernamentales para exponer las malas prácticas médicas a las que han sido sujetas decenas de mujeres por parte de un médico al servicio del gobierno estadounidense.

La investigación está en curso, pero según los trascendidos en la prensa, mujeres indocumentadas de diferentes nacionalidades han confirmado que les fueron retirados uno o sus dos ovarios sin su autorización, lo que las deja sin la posibilidad de tener hijos. Esta situación violenta sus derechos humanos y revelaría instrumentos necropolíticos para impedir la reproducción de un grupo vulnerable que es considerado indeseable.

De acuerdo con la cadena CNN (15 de septiembre de 2020), una de las migrantes detenidas en dicho centro entre octubre y diciembre de 2019 reveló a una organización no gubernamental que conoció al menos a otras cinco mujeres sometidas a una histerectomía y señaló que al saber de las cirugías pensó que “esto era como un campo de concentración experimental. Era como si estuvieran experimentando con nuestros cuerpos”.

Durante la administración de Donald Trump las prácticas necropolíticas se han incrementado, para muestra están la separación de familias en los centros de detención, el encarcelamiento de niños migrantes no acompañados, la saturación de los centros de detención, que se encuentran en condiciones infrahumanas, la falta de medidas especiales al momento de realizar expulsiones de migrantes enfermos con la COVID-19 y entregados a México y a países centroamericanos, así como la expedición de órdenes ejecutivas para limitar el ingreso de solicitantes de asilo, disminuir el número de solicitudes de refugio anuales y obligar a los países ubicados al sur de su territorio a contener la migración indocumentada.

El gobierno de Trump busca mutilar sueños, derechos humanos y las vidas de los migrantes indocumentados y en esta ocasión se violenta a las mujeres y propicia la esterilización de una población vulnerable e indeseada, a pesar de la relevancia que tiene la comunidad migrante documentada e indocumentada para la economía y la demografía de Estados Unidos.

Las autoridades mexicanas, por su parte, investigan si una veintena de connacionales que estuvieron de forma reciente recluidas en el centro de detención de Georgia sufrieron mutilaciones en sus órganos reproductores y han enviado una nota diplomática a la embajada de Estados Unidos en México para solicitar información.

La Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) ha revelado que siete mexicanas fueron atendidas por el médico Mahendra Amin en el centro de Georgia y que dos de ellas tuvieron una intervención quirúrgica “para tratar anomalías en sus órganos reproductores” y que se revisará si hubo o no consentimiento por parte de las connacionales.

Independientemente de que se compruebe o no en el caso de las mexicanas la extracción sin autorización de sus ovarios, de nueva cuenta el Estado mexicano está a prueba en la labor de proteger a nuestros connacionales en el extranjero y es necesario que nuestro gobierno muestre solidaridad con las mujeres de otras nacionalidades que han pasado por histerectomías impuestas, en lugar de “agachar la cabeza” o de “mirar hacia otro lado” ante las violaciones sistemáticas a los derechos humanos de los migrantes que realiza el gobierno encabezado por Trump, el supuesto “amigo de México”, según palabras del presidente Andrés Manuel López Obrador.

Finalmente, también es necesario revisar y recomponer la política migratoria de la autodenominada 4T, pues al igual que en los últimos dos sexenios (uno panista y el otro priista), México se ha convertido en una extensión de la necropolítica estadounidense.

 

La opinión expresada en este artículo es responsabilidad del autor y no refleja el punto de vista del Tecnológico de Monterrey. 

 

* Doctor en Ciencias Políticas y Sociales. Profesor e investigador de tiempo completo adscrito al Centro de Relaciones Internacionales, director de la Revista de Relaciones de la UNAM y profesor de cátedra en el ITESM Puebla.

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