Enchanté Calabaza

La leyenda de Jack-o-lanter, que bien podría traducirse como La lámpara de Jack, se refiere al granjero irlandés, Jack, que dedicaba su vida a toda clase de vicios.

La vecindad Podcast

Memorias del Crimen

En la noche de brujas, despiertan todas las historias de terror (incluso la de algunos vegetales). Todas las calabazas se despabilan bajo los efectos de cierto encanto o hechicería —como Usted lo prefiera llamar—; desde el mítico carruaje de la Cenicienta, hasta el farol que encierra el espíritu de Jack-o-lanter. Ellas, cualquiera de sus presentaciones, han pasado a formar parte del patrimonio de la humanidad, como fórmula antigua de salvamento. ¿Usted ya tiene a la mano su disfraz para Halloween?

 

La leyenda de Jack-o-lanter, que bien podría traducirse como La lámpara de Jack, se refiere al granjero irlandés, Jack, que dedicaba su vida a toda clase de vicios. Por lo que un día, Usted, «ya sabe quien», en una noche de Halloween, va por él.

 

Sin embargo, Jack, quien era audaz, tiende una trampa a «ya saben quien», encerrándolo dentro de una moneda marcada con una cruz; prometiéndole su libertad, siempre y cuando, durante diez años, no regrese y no exija su alma.

 

Al final del plazo, «ya sabe quien» vuelve para recobrar su libertad y llevarse el alma de Jack. Pero éste le pide, como última voluntad, la manzana que esta en un árbol cercano. Entonces, el dueño del inframundo va por la manzana, quedándose atrapado nuevamente, debido a que Jack corta una cruz en el tronco.

 

Esta vez, Jack propone al diablo, darle su libertad, a cambio de que nunca jamás reclame su alma. El personaje en cuestión acepta el trato.

 

Jack dedicó su vida restante a toda clase de delitos contra el hombre y contra Dios. Al morir, no fue aceptado en el cielo, y tampoco en el infierno; por lo que fue condenado a vagar eternamente en la oscuridad.

 

Por increíble que parezca, ante tal situación, «ya sabe quien», le obsequia un carbón encendido para iluminarse; el castigado lo protege dentro del hueco de una calabaza.

 

Para muchos, cuando la lámpara de Jack alumbra, son visibles lo seres monstruosos que surgen en la noche de brujas; pero también, es suficiente para alejarlos del hombre.

 

De modo que la calabaza es, en realidad, un disfraz; pues llama la atención de los horribles seres, impidiendo sus nefastos propósitos.

 

Por supuesto, Jack-o-lanter no es el único que se vale de la calabaza para eludir al enemigo; algunas brujas, nietas y abuelitas la tienen como una poderosa aliada para salvarse de las malas pasadas de la vida.

 

En el cuento popular, “Corre corre, Calabaza”, se cuenta la historia de una viejecita, quien recibió la invitación a la boda de su nieta. Feliz, partió de inmediato. En el camino, se encontró con un lobo, quien le dijo:

 

… —¡Abuelita, te voy a comer!

—¡No me comas, lobo,

que estoy muy flaquita! —dijo ella—.

Voy a la boda de mi nieta

y cuando vuelva estaré más gorda…

 

Ante esa perspectiva, el lobo la deja marchar y le advierte que esperará su regreso. Esta situación se repite con un oso y un león, quienes le hacen la misma promesa.

 

La viejecita comenta a su nieta sobre la amenaza de esos animales en su contra. Después de la fiesta, la nieta toma una calabaza muy grande, le hace una hendidura, y la abuelita entra.

 

Rodando, rodando, se encuentra con el león, quien le pregunta:

 

… —Calabaza bonita,

¿no habrás visto a una viejecita?

 

 La abuela desde dentro, respondió:

 

—No he visto vieja ni viejo,

ni viejita ni viejota.

¡Corre corre, calabaza;

corre más, calabazota!

 

El león se quedó pasmado

y la abuela siguió rodando…

 

Así, sucesivamente, fue dejando atrás al oso y al lobo feroz, hasta llegar a su casa.

 

Según la versión de la escritora española, Eva Mejuto Rial, y del ilustrador portugués, André Leteria, la calabaza, grande y de color naranja, funciona como un artificio para la viejecita. Pues tanto la naturaleza como la protagonista tienen una alegría natural que espanta a la maldad.

De esta suerte, la abuelita esquiva a los tres seres malignos que desean acabar con su vida.

 

A veces, la calabaza alumbra la existencia de las brujas, quienes también necesitan de ayuda.

 

Brunilda, una bruja, propietaria de un gato negro, poseedora de una escoba torpe y fanática de las verduras, después de sufrir algunos accidentes con una calabaza y de consumir todo su interior, no sabe qué hacer con la cáscara.

 

Se plantea la posibilidad de habitarla; sin embargo, ella ya tiene casa.

 

Luego, recuerda que una de sus amigas, había convertido una, en carroza, y a ratoncitos, en caballos; pero que eso había sido para una ocasión especial, y este no era el caso.

 

Finalmente, observando la forma de la calabaza, llega a una conclusión, y la transforma en un medio moderno y asombroso, que la lleva a todas partes, (seguramente Usted puede imaginar cuál).

 

Cabe aclarar que, debido a su alta tecnología, cualquier príncipe sentiría envidia y desearía uno igual. Sin embargo, a la Cenicienta, que es de nobles sentimientos, no se lo ocurren tales cosas. Además, cuando le conviene, su carruaje se convierte en calabaza, y no tiene problemas de espacio.

 

De modo que, para la australiana, Valerie Thomas, autora del cuento “La asombrosa calabaza de Brunilda”, y para su ilustrador, Korky Paul, oriundo de Zimbabue; aunque, el personaje central es una bruja, tiene algunos tropiezos en su cotidianidad.

 

Pero, gracias a que es vegana —lo que es muy moderno—, mantiene una cercanía importante con una calabaza de color naranja; la que la inspira para hallar soluciones novedosas a los frecuentes incidentes con los que se enfrenta.

 

De esta manera, la famosa calabaza transfigurada en algo innovador y perfectamente útil, justifica su presencia en la vida de ella y de Bruno, su gato; apartando el mal que pudiera ponerlos en peligro.

 

Ahora bien, en estos tiempos tan modernos, no hay que esperar a estar como Brunilda ni como la abuela, es mejor aprovechar la sapiencia de Cenicienta, que buen uso ha sabido dar a su carroza.

 

 

 

 

 

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de El Popular, periodismo con causa.