Cambios en la percepción de inseguridad

  • URL copiada al portapapeles

A inicios de este año, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) publicó los resultados de la vigésima sexta edición de la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU), como cada trimestre.

 

En esa ocasión hubo un resultado que llamó la atención, pues la ciudad de Puebla encabezó la lista de entre 70 demarcaciones territoriales en las que se realiza este estudio como la de mayor percepción de inseguridad, con 92.7%.

 

Incluso llegó a utilizarse este dato en distintos medios como evidencia de que la capital de nuestro estado era la ciudad más insegura de México. Nada más alejado de la realidad.

 

Como parte de informar de manera objetiva a la sociedad, el Consejo Ciudadano de Seguridad y Justicia precisó en aquel momento, a través del Observatorio Ciudadano de Seguridad y Paz, que la ciudad de Puebla se ubicaba en el lugar 40 de entre las mismas 70 demarcaciones, por incidencia delictiva en proporción a su población, en otras palabras, la relación de delitos denunciados por cada 100 mil habitantes.

 

Sin embargo, claramente la percepción de inseguridad había aumentado derivado quizá de la exposición a mensajes por distintos canales sobre hechos que nos hicieron sentir más vulnerables ante la delincuencia y sus efectos.

 

Hace unos días, pasados ya 10 meses y en medio de la emergencia sanitaria provocada por la COVID-19, el INEGI dio a conocer los más recientes resultados de la ENSU los cuales revelan significativos cambios.

 

En el ámbito nacional la percepción de inseguridad entre las y los mexicanos descendió a niveles de 2015, al quedar en 67.8%. Pese a la reducción, es muy importante recalcar que esta medición también hace visible el miedo que perciben con mayor intensidad las mujeres, pues a diferencia de los hombres (62%), las mujeres sienten que viven en ciudades inseguras en un 72.7%. Es decir, de las 10 últimas mujeres con las que hemos sostenido una conversación en WhatsApp, 7 perciben como inseguro su entorno, en proporción con el resultado de la encuesta.

 

En caso del municipio de Puebla la percepción social de inseguridad fue de 78.2 por ciento, lo que representa una disminución de 8.6 puntos porcentuales en comparación al resultado obtenido en marzo de este año (no hubo levantamiento en junio por cuestiones de la pandemia) donde se posicionó en el lugar número 14, colocándose actualmente en el lugar 27. Tomando en consideración de nueva cuenta los resultados de enero, la percepción de inseguridad en Puebla ha disminuido 14.5 puntos porcentuales, siendo el resultado más bajo desde junio de 2018.

 

La interpretación de este resultado difícilmente puede ser abordado desde un solo factor, pues hay múltiples condiciones que influyen en los cambios de la percepción y en las posibles explicaciones sobre su reducción en el caso de Puebla. 34 de las 70 ciudades estudiadas, incluyendo las 16 alcaldías de la Ciudad de México, presentaron reducciones respecto al resultado anterior.

 

Las medidas sanitarias impuestas ante la emergencia sanitaria pueden ser un factor importante en los cambios de percepción de manera generalizada, ya que el confinamiento y la reducción de la movilidad también tuvieron efectos en la incidencia delictiva. Serán interesantes las investigaciones y publicaciones que arrojen distintas hipótesis sobre el comportamiento delictivo y la sensación de inseguridad durante el 2020, un año único en muchos aspectos.

 

La ENSU mide además otras condiciones de la percepción, como por ejemplo los lugares de donde las personas sienten mayor inseguridad. En Puebla quienes respondieron la encuesta manifestaron sentirse más inseguros en el transporte público (93.3%) que en el cajero automático localizado en la vía pública (92.3%), o que en el banco (84.5%), la carretera (72.5%) o la escuela (71.3%). Por el contrario, donde se sintieron más seguras fue en el hogar (71.8%), el trabajo (58.8%), el centro comercial (53.6%), el automóvil (43.8%) y el parque o centro recreativo (35.1%).

 

Es innegable que nuestros hábitos han cambiado, muchos a partir de la vertiginosa evolución de las sociedades en el mundo. La inseguridad y el temor a ser víctimas de la violencia son factores por los que muchas personas reconocen haber modificado rutinas. Para las y los poblanos en lo que va del 2020 los principales cambios han sido dejar de portar cosas de valor (81.5%), caminar de noche en alrededores de su vivienda (64.7%), permitir que menores salgan de su vivienda (64.4%) y visitar parientes o amigos (43.1%).

 

Hay que insistir en el valor de la colectividad para recuperar esos espacios, pues al perderlos pudieran convertirse en nichos del vicio y la delincuencia, pues tenemos sólo un 13.1% de personas que consideran que el gobierno es muy o algo efectivo para resolver las problemáticas de su entorno, razón por la cual la participación de todas las comunidades es vital para su solución, pero sobre todo para su prevención. La tarea de seguridad y vigilancia es un deber del Estado, pero sin el involucramiento ciudadano la mesa seguirá coja y nadie podrá sentarse con tranquilidad a degustar.


Por: @IvanJuarezJPue director de Comunicación del @ccsjpuebla



  • URL copiada al portapapeles