Szymborska: Soy la que soy

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Se dice que los jóvenes evitan formar parte de los estándares; pero, ¿nada más ellos? Ni modo, hay que ser valientes (Usted también), «tomar al toro por los cuernos» y responder a lo siguiente: ¿se cree parte del montón?, ¿modificaría su forma de vida actual? o ¿se asombra de sí mismo?

 

El tema es pragmático. Por ello, para dar con las respuestas exactas, nada mejor que la poesía.

 

Desde luego, nos apoyamos, única y exclusivamente, en los mejores poetas que ha dado el mundo. Por si acaso, recuerde: Usted siempre tiene la última palabra.

 

María Wislawa Anna Szymborska, conocida como Wislawa Szymborska, en su poema “Del montón”, según traducción de Gerardo Beltrán, pregona:

 

 

Soy la que soy.

Casualidad inconcebible

como todas las casualidades.

 

Otros antepasados

...podrían haber sido los míos

y yo habría abandonado

otro nido,

o me habría arrastrado cubierta de escamas

de debajo de algún árbol.

 

En el vestuario de la naturaleza

hay muchos trajes.

Traje de araña, de gaviota, de ratón de monte.

Cada uno, como hecho a la medida,

se lleva dócilmente

hasta que se hace tiras…

 

 

Szymborska, ganadora del Premio Goethe (1991), asegura que cada persona es azar del universo, resumible en una esencia y pronunciable en una frase: «Soy la que soy».

 

De la misma manera, acepta que, si bien, pudo haber descendido de otros especímenes; adoptar la apariencia y el comportamiento de un réptil, roedor, ave o arácnido; eso simplemente no aconteció.

Szymborska agrega:

 

 

…Yo tampoco he elegido,

pero no me quejo.

Pude haber sido alguien

mucho menos individuo.

Parte de un banco de peces, de un hormiguero, de un enjambre,

partícula del paisaje sacudida por el viento.

 

Alguien mucho menos feliz,

criado para un abrigo de pieles

o para una mesa navideña,

algo que se mueve bajo un cristal de microscopio.

 

Árbol clavado en la tierra,

al que se aproxima un incendio.

Hierba arrollada

por el correr de incomprensibles sucesos…

 

La poetisa y ensayista —nacida en Cracovia, Polonia, el 2 de julio de 1923—,  declara que es fácil de entender su buena fortuna, pués al constituirse como un individuo y no como parte de un grupo, goza de independencia.

 

Así, por ejemplo, los peces, hormigas, abejas o partículas forman parte de sistemas, sin la posibilidad de romper con ese vínculo, ni de salir de ese conjunto. A esta desventaja, se suma el hecho de que estos y otros animales sirven como abrigo o alimento.

 

Dicho de otro modo, el ser humano es un individuo, que bajo su propia voluntad y pensamiento, en la medida de lo posible, decide cómo habitar el mundo. Observa y transforma todos los espacios; prevé los peligros y, no estando atado al suelo, pues no es árbol ni hierba, se pone a salvo de ellos.

 

La poestisa polaca, Premio Herder (1995), explica:

 

 

…Un tipo de mala estrella

que para algunos brilla.

 

¿Y si despertara miedo en la gente,

o sólo asco,

o sólo compasión?

 

¿Y si hubiera nacido

no en la tribu debida

y se cerraran ante mí los caminos?...

 

 

 

 

Es decir, el hombre se autoevalua, cuestionando tanto sus imperfecciones físicas como morales. Pues sabe que una inacabada apariencia humana o, sus vicios o una conducta reprobable, pueden ocasionar sensación de angustia o de “vergüenza ajena” en la gente, lo que de inmediato, lo arrojaría fuera de la comunidad.

 

También, está sujeto a otra condición más grave: pertenecer al grupo equivocado; esto lo ubicaría dentro de una zona de vulnerabilidad tal, que lo llevaría, en el mejor de los casos, a la segregación o el destierro.

 

De suerte que, aunque se da cuenta de que su destino no se se encuentra en sus manos, lucha contra sus debilidades y contra la naturaleza, para superarse a sí mismo y vencer a la adversidad.

 

Mas, como nada negativo le acontece a la poetisa, puede insistir en que el destino es generoso con ella:

 

 

…El destino, hasta ahora,

ha sido benévolo conmigo.

 

Pudo no haberme sido dado

recordar buenos momentos.

 

Se me pudo haber privado

de la tendencia a comparar.

 

Pude haber sido yo misma, pero sin que me sorprendiera,

lo que habría significado

ser alguien completamente diferente.

 

 

 

Wislawa Szymborska, filóloga y socióloga, sostiene que el hombre, gracias a su inteligencia y voluntad, puede actuar conforme a la razón, adaptarse a las circunstancias e imprevistos de la naturaleza y de la sociedad, y vivir en paz. Sólo por eso, podríamos atestiguar que, en sus palabras, hay gratitud.

 

Es así, como advierte: el humano es un ser privilegiado, pues al compararlo con el resto de los seres, goza de una individualidad que lo hace único; entonces no pertenece al montón.

 

Por otra parte, el individuo se mueve en un doble estado de cosas.

En efecto, por un lado, es parte de la raza humana; y por otro, es absolutamente distinto de cada uno de los miembros de esta raza. En ese sentido, la Premio Nobel de Literatura de 1996, proclama que está feliz de pertenecer al montón de los seres humanos, cuya esencia radica en su capacidad para destacarse de los demás, por sus singulares características.

 

Y a Usted, ¿qué lo distingue de otros humanos?

 

 

 

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