Tres cuartos de siglo de la ONU y los retos para garantizar su viabilidad

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Tomás Milton MUÑOZ


Octubre 25, 2020

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) cumplió en la víspera 75 años de su fundación en un contexto en el que han resurgido posiciones unilaterales y se han amplificado los egoísmos, mientras que los recursos financieros son más escasos para realizar sus diversas actividades y la pandemia del SARS-CoV-2 obliga a impulsar nuevamente la cooperación internacional para superar una crisis sanitaria mundial que repercute también en ámbitos políticos y económicos.

La ONU, fundada de manera oficial el 24 de octubre de 1945 tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, es el organismo más relevante de diálogo, concertación y cooperación multilateral y entre sus objetivos principales se encuentran mantener la paz y la seguridad internacionales; fomentar relaciones de amistad entre las naciones, promover el desarrollo de los países por medio de la atención a problemas como la pobreza, el hambre, el analfabetismo; fomentar el respeto a los derechos humanos y las libertades; y servir como artífice de los esfuerzos de sus integrantes (193 Estados) para alcanzar estos objetivos comunes.

A pesar de los tropiezos registrados en sus tres cuartos de siglo de vida, como los recientes abusos cometidos por parte de los cascos azules en contra de población civil durante sus operaciones o su limitada capacidad de respuesta para evitar genocidios en Ruanda, Guatemala y la región de los Balcanes en la década de 1990, el sistema de Naciones Unidas es fundamental en la promoción de la cooperación en áreas que van desde la educación y la cultura, el comercio, la migración y la alimentación, hasta la promoción de la salud, por medio de organismos especializados, como la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Además de estar al pendiente de los asuntos desarrollados en 15 organismos especializados, así como de los diversos programas y fondos que forman parte del sistema de Naciones Unidas, la ONU debe de lidiar en este momento con al menos tres grandes temas para garantizar su viabilidad en el futuro inmediato y el primero de ellos es el egoísmo de Estados que no están comprometidos con alcanzar las metas comunes y promueven el conflicto y el unilateralismo.

El ejemplo por antonomasia de lo anterior es el de Estados Unidos bajo la Presidencia de Donald Trump, quien ha retirado fondos a agencias especializadas (entre ellas la OMS), ha sacado a la Unión Americana de organismos -como la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO)- y ha retirado a su país de las negociaciones para alcanzar los pactos mundiales sobre migración y refugio.

El segundo gran reto tiene que ver con la falta de recursos para cumplir con sus metas y con las de sus agencias, programas y fondos. El presente año ha sido atípico en todos los sentidos, se afronta una recesión económica y los problemas han aumentado, a pesar de ello Estados Unidos e Israel, por mencionar dos ejemplos, decidieron realizar menores aportaciones. Para muestra un botón, la Oficina del Alto Comisionado para los Refugiados (ACNUR) sólo ha recibido 50 por ciento de su presupuesto total hasta inicios de octubre de 2020 a pesar de que el año está por concluir y de que la contingencia sanitaria obligó a tener más gastos para proteger a los refugiados en el mundo.

Incluso antes de la pandemia, el presupuesto de la ONU había sido reducido. En diciembre de 2017 los Estados miembros votaron por un presupuesto de 5 mil 396 millones de dólares destinado para la organización durante el periodo 2018-2019, una reducción de 286 millones en comparación con el año fiscal previo. En diciembre de 2019, el presupuesto aprobado para 2020 fue de 3 mil 74 millones de dólares. Sin dinero, no hay viabilidad para cumplir con los compromisos, es por ello que el año pasado el secretario general de la Organización de Naciones Unidas, António Guterres, advirtió que se vivía en el organismo la peor crisis de liquidez en casi una década.

De los 193 países que integran la ONU, 129 pagaron sus cuotas de forma puntual hasta octubre de 2019 mientras que 64 no lo hicieron, es decir sólo se alcanzó alrededor de 70 por ciento de las contribuciones correspondientes al presupuesto ordinario en comparación a casi 78 por ciento que se alcanzó en 2018. Esta situación pone en riesgo pago de salarios, de mantenimiento y el trabajo en general que se desarrolla en el organismo multilateral.

El tercero de los grandes retos que afronta la ONU tiene que ver con el manejo de la pandemia en el mundo. El organismo tiene que lidiar con menos recursos, con la batalla diplomática que mantiene Trump con China -país al que culpa de ser el responsable de la creación y dispersión del virus SARS-CoV-2-, con la carrera iniciada por algunos Estados para asegurarse primero de suministros médicos destinados a atender la crisis sanitaria y después para garantizar el acceso a alguna de las vacunas que están en desarrollo, y con los errores de comunicación que ha cometido la OMS, entre ellos los mensajes contradictorios sobre el uso o no uso del cubrebocas como medida de contención de la enfermedad en los primeros meses de la pandemia.

La tarea es titánica, y en el seno de la ONU y de sus agencias ya se han dado pasos para evitar el acaparamiento de suministros médicos y de la vacuna, una vez que esté lista. En abril pasado, la OMS presentó una iniciativa denominada “Access to COVID-19 tools (ACT) accelerator”, junto a líderes mundiales y grupos de salud, para acelerar el desarrollo y la fabricación a gran escala de vacunas y tratamientos, “una vez que demuestren su seguridad y efectividad, para que puedan estar disponibles para todas las naciones y particularmente para aquellas que más lo necesiten” (OMS, 2020).

Pero para lograr lo anterior se necesita de verdadera voluntad política por parte de los Estados que integran la ONU, superar a los “free riders” o jinetes solitarios que pretenden imponer sus intereses por sobre los demás y dinero para alcanzar las metas de producción y distribución de la vacuna en una economía mundial que aún reciente los estragos provocados por la COVID-19.

En tanto feliz aniversario para la Organización de las Naciones Unidas, institución que es coadyuvante de la cooperación internacional y en la que recae de forma constante un peso que no le corresponde, pues la obligación de cumplir con los objetivos planteados en su regazo es de los Estados miembros. Sin lugar a duda, este mundo es mejor con la ONU, que sin ella.

 

La opinión expresada en este artículo es responsabilidad del autor y no refleja el punto de vista del Tecnológico de Monterrey.

 

* Doctor en Ciencias Políticas y Sociales. Profesor e investigador de tiempo completo adscrito al Centro de Relaciones Internacionales, director de la Revista de Relaciones de la UNAM y profesor de cátedra en el ITESM Puebla.

 

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