Marilyn Monroe, el epitafio

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No obstante, el epitafio encierra prácticamente todo lo que se necesita para rendir tributo a la persona, cuyos restos reposan en dicho lugar.

 

 

Qué sería de este mundo, si se olvidara la bella e inverosímil vida que nos inventamos (Usted también). Porque no hace falta ser monarca ni presidente, ni la más bella de las famosas damas; ni mucho menos, científico ni galante caballero para decir, he vivido. Sin embargo, sí es necesario un “Epitafio”. ¿Lo recuerda?

 

Unas pocas palabras que, dichas en verso o en prosa, guarden para la memoria del mundo, la identidad de quien yace en la tumba, eso es lo que conocemos como epitafio.

 

Antiguamente, grabado en la piedra que cubre la sepultura, era el consuelo para los vivos y el elogio para los muertos.

 

Por otra parte, algunos han creído necesario redactar su propio epitafio, previendo que no haya quien alcance a entender su verdadero valor en la historia o el auténtico sentido de su vida.

 

Se dice que Norma Jeane Baker, nacida Norma Jeane Mortenson, mejor conocida como Marilyn Monroe, modelo, actriz y cantante estadounidense, en 1955, sugirió que su epitafio dijera:

 

 

 «Aquí descansa Marilyn Monroe, 97 – 62 – 92»

 

 

Los números 97 – 62 – 92 hacen referencia a las medidas de la fabulosa rubia que escandalizara al mundo, cuando a la pregunta, «¿Qué te pones para dormir?», respondiera, «Tan sólo unas gotas de No. 5», haciendo alusión al perfume Chanel.

 

Marilyn Monroe, probablemente el ícono sexual más famoso de todos los tiempos, es la misma mujer que contrajo nupcias con James Dougherty; Joe DiMaggio (el jugador de beisbol más notable de las grandes ligas) y Arthur Miller (el dramaturgo más laureado de la literatura norteamericana).

 

También es la desenfada mujer que sostuvo una relación sentimental con el entonces presidente John F. Kennedy.

 

Pero, por sobre todas las cosas, ella es el mismo espíritu que, un tanto ingenuo, logró sobrevivir a una madre esquizofrénica, al abandono del padre, a la pobreza y al abuso de algunas personas, para convertirse en la actriz más popular de su tiempo, trabajando al lado de las personalidades más imponentes, dejando como legado sus cuadernos de poesías y un epitafio que finalmente fue respetado sólo en parte.

 

En efecto, su tumba dice, «Aquí descansa Marilyn Monroe»; empero, faltan sus medidas.

 

No obstante, el epitafio encierra prácticamente todo lo que se necesita para rendir tributo a la persona, cuyos restos reposan en dicho lugar. Ya que su nombre — como bien lo predijo la Monroe—, por sí mismo, es toda una historia.

 

Aunque no se crea, esto del epitafio redactado por el interesado en persona, no fue idea de la glamorosa rubia y tampoco una frivolidad; en realidad, la intención es bastante antigua.

 

El poeta Virgilio, autor de la “Eneida”, —conocedor de filosofía, astrología, matemáticas, medicina y zoología—; redactó su epitafio en los siguientes términos:

 

 

«Mantua me dio la vida, Calabria me la arrebató. Ahora me posee
Parténope; canté a los prados, los campos, los héroes».

 

 

En estas dos líneas, el famoso poeta resume su vida. Mantua, el lugar de su nacimiento; Partépone, el del transcurso de buena parte de su vida y, Calabria, el de su muerte.

 

Además, precisó los temas a los que dedicó su obra: los prados, los campos y los héroes.

 

Claro, Virgilio diseñó un epitafio más largo que el de Marilyn Monroe, porque seguramente previó que no sería tan famoso como ella.

 

Desde luego, hay epitafios enigmáticos, como el de Jorge Luis Borges, el autor del “Aleph”, quien dejo el siguiente:

 

 

«…y que no temiera»

 

 

El inescrutable acertijo ha provocado que expertos investiguen y analicen, para dar con el verdadero significado de esta frase. Es fácil imaginar la diversidad de resultados, e incluso la publicación de un libro con algunos de ellos.

 

En fin, que cada persona es un mundo; y cada una, nos lega a través del epitafio, no sólo su historia, sino material para reflexionar, indagar, aprender y el ánimo de redactar nuestro propio epitafio.

 

Si a usted le interesa el tema, pero es supersticioso, podría pensar el epitafio para algún conocido, como Sean Connery —quien falleció el 31 de octubre de este año—, fue el célebre intérprete del inolvidable Bond, James Bond, el Agente 007, miembro activo del Servicio Secreto de Inteligencia británico. ¿Se anima?


 

 

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