Éramos felices en el salón de clase y no lo sabíamos
Óscar ALARCÓN / Éramos felices en el salón de clase y no lo sabíamos

Éramos felices en el salón de clase y no lo sabíamos

Nadie estaba preparado para enfrentar una epidemia que nos trasladaría a las clases en línea y al uso de diversas plataformas.

Todo mi reconocimiento al trabajo que realizan médicos, enfermeras, fisioterapeutas, recepcionistas, personal de seguridad, personal de limpieza, radiólogos, dentistas, trabajadoras sociales, cocineros de hospitales y más gente en los servicios de salud.

Otro de los trabajos que deberá reconocerse en este 2020 es el de los docentes. Nadie estaba preparado para enfrentar una epidemia que nos trasladaría a las clases en línea y al uso de diversas plataformas.

Mover a todo el sistema educativo de clases presenciales a Zoom, Meet, Teams, auguraba un desequilibrio en el proceso de enseñanza-aprendizaje.

Al inicio del lejano mayo, me preguntaba cómo le estaban haciendo las educadoras de tercero de kínder con sus clases en línea, o mis amigos del doctorado en Literatura: ¿cómo le hicieron para sus disertaciones sobre la obra de los autores del siglo XIX?

Seamos honestos: muchos maestros apenas y teníamos Facebook y éramos renuentes al uso de la tecnología. Algunos no sabíamos cómo se usaba Google Clasroom.

El Covid-19 desnudó nuestro analfabetismo tecnológico. Y no solo a los adultos, también a muchos de los jóvenes, con la ventaja de que las generaciones más recientes son más proclives a adaptarse a distintas interfaces y aprenden en dos días lo que a los que tenemos más de 40 nos cuesta aprender hasta un mes.

Algunas discusiones de grupos de maestros iban en el tono de “no usen varias plataformas para dar sus clases porque los alumnos se confunden. Escojamos todos hacer videollamadas por Meet”. Ingenuos de nosotros. Ya podíamos ver a los chamacos riéndose del otro lado de la computadora porque el maestro no encontraba dónde darle click para encender el micrófono. En realidad era más fácil pedirle ayuda a uno de ellos para saber cómo debo compartir mi pantalla “¡Wooooow! Pueden ver lo que yo tengo en mi computadora…”, decían asombrados, “¿Pero no lo pueden descargar, verdad?”

Los ciclos escolares 2019-2020 y 2020-20121 serán recordados como momentos atípicos para la historia de la educación en nuestro país. El Covid-19 nos vino a desnudar otra de las realidades que nuestro país sufre desde hace más de medio siglo: un rezago educativo en comparación con las grandes potencias con las que en algún tiempo se nos dio por compararnos. Y aún más: puso de manifiesto que, alumnos y docentes, usamos el internet para los chismes de Twitter, para peleas que no resuelven nada en Facebook pero muy poco para la educación.

En 2019 se rebasaron los 74 millones de usuarios de internet en México, lo que quiere decir que más de la mitad del país tiene acceso a este servicio, pese a ello es muy difícil encontrar estudiantes que diariamente lean el periódico… quizá también esos medios tradicionales están dando sus últimos pasos y se están transformando en portales de noticias, o revistas u otra cosa que aún no tienen nombre. En unos años el periódico en papel habrá desaparecido.

El Covid-19 nos vino a enseñar que éramos felices en el salón de clases y no lo sabíamos, y que no usábamos el internet tanto como lo usamos ahora, y que –seamos honestos– tampoco era esencial en la educación, por eso nos costó tanto trabajo esa transición del aula al aula virtual.

Según el “Uso de las tic y actividades por internet en México: impacto de las características sociodemográficas de la población” (versión 2019) del Instituto Federal de Telecomunicaciones:

“A nivel nacional, las actividades en Internet con mayor probabilidad de ser realizadas son usar redes sociales (51.2 por ciento) y consumir contenidos audiovisuales gratuitos (48.6 por ciento). Las actividades con menos probabilidades son realizar ventas (6.2 por ciento), operaciones bancarias (9.5 por ciento) y compras (12.9 por ciento).”

El futuro para el ciclo escolar 2020-2021 es incierto. ¿Regresaremos al salón? La esperanza es un error, dice el protagonista de Mad Max.

Las plataformas continuarán saturadas. Tuvimos tiempo para experimentar 9 meses. Lo que me resta decir es que nunca las clases en línea sustituirán a la experiencia en el aula.

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