DÍA MUNDIAL DE LA ALIMENTACIÓN: CULTIVAR, NUTRIR, PRESERVAR

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Invitada


Noviembre 12, 2020

*Por: Mtra. Leticia López Posada

Hace 75 años, un 16 de octubre, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), instituyó el Día Mundial de la Alimentación para promover la conciencia colectiva a favor de quienes padecen hambre no tienen acceso a dietas saludables por diversas situaciones.

 

Mucho se ha comentado sobre esta conmemoración, que ahora se celebra en más de 150 países a través de oficinas de gobierno, organizaciones no gubernamentales e instancias educativas, entre otras. Pero este año en especial, la fecha debe tomar otra dimensión debido a las consecuencias que la actual pandemia nos ha traído. Solo por compartir algunos datos, hay que recordar que a lo largo y ancho del mundo, tenemos los extremos de la malnutrición cada vez más agravados: por un lado la desnutrición y por el otro la obesidad, lo cual nos habla de la imposibilidad de una repartición equitativa de los bienes; además, de manera regular más de 2,000 millones de personas no tienen acceso a una dieta adecuada, mientras que a estas cifras se suman 690 millones de personas que padecen hambre y que tan solo de 2019 a la fecha han aumentado en 10 millones; si a esto sumamos entre 83 y 132 millones de personas que no tendrán acceso a alimentos por causa de la crisis económica por el COVID-19, estamos ante el más serio problema de hambruna del que se haya tenido registro en las últimas décadas.

 

Por ser la alimentación un proceso vital, todos podemos poner en mayor o menor medida, un granito de arena para apoyar ante esta situación, pues finalmente de alguna manera estamos involucrados en la cadena alimenticia, principalmente como consumidores.

 

Para los gobiernos de las naciones, las acciones que la FAO promueve para lograr sistemas alimentarios sostenibles y equitativos para la población son: atender a los más vulnerables no solo a través de despensas o suplementos, sino a través del aseguramiento de un trabajo y un salario dignos; disminuir la brecha en cuanto al uso de la tecnología en la producción de alimentos, pues si no se hace, siempre los pequeños agricultores y productores de alimentos estarán en desventaja con respecto a los grandes monopolios de alimentos. Sumamente importante es que los gobiernos se hagan responsables de la protección de los recursos naturales cuidando las cosechas, minimizando la sobreexplotación de las tierras y respetando la producción de especies propias de cada región, pues en eso consiste también la riqueza alimentaria de cada país, lo que además impactará en la diversificación de la dieta para sus habitantes. Finalmente se solicita que se cuide la volatilidad de los precios de los alimentos.

 

Por otra parte, el sector privado debe asegurar también condiciones adecuadas de trabajo para que las familias tengan acceso a dietas adecuadas, además que dentro de los entornos laboral y escolar se ofrezcan alimentos de calidad, compatibles con la cultura de cada país y, sobre todo, que promuevan el mantenimiento de la salud. Las empresas dedicadas a la producción de alimentos deben apoyar en la cadena a los pequeños productores, asegurar la calidad nutrimental y sanitaria de lo que producen, y no solo responder a intereses económicos, sino también a prácticas sostenibles.

 

¿Qué nos toca a nosotros como consumidores? (y sobre todo como corresponsables de que otros en otra parte de nuestro país o nuestro mundo, tengan o no qué comer). Son solo algunas ideas sobre las que la FAO nos invita a reflexionar:

· Buscar opciones saludables de alimentación de acuerdo con nuestro entorno.

· Elegir productos locales para apoyar a los pequeños comerciantes y productores de alimentos.

· Ser influencia positiva para nuestras familias y amigos, por el tipo de alimentación por la que optamos.

· Elegir productos estacionales para proteger nuestras tierras de la devastación y además cuidar nuestra salud con los alimentos que la naturaleza sabiamente nos ofrece.

· Experimentar el cultivo de alimentos en casa.

· Disminuir, y en la medida de lo posible, evitar el desperdicio de alimentos.

 

Si analizamos, estas son solo pequeños ejercicios, en global, pueden hacer la diferencia para millones de personas que en este momento no pueden acceder a lo que por derecho humano deberían tener.

 

¿Te sumas a estas acciones?

 

 

La autora es profesora de la Universidad Iberoamericana Puebla.

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