¿Por qué amar a las mujeres, Tandy?
AgenciasI ¿Por qué amar a las mujeres, Tandy?

¿Por qué amar a las mujeres, Tandy?

El autor, Sherwood Anderson plantea a la sociedad estadonunidense del primer cuarto del siglo XX, que la mujer tiene un valor propio y que en el reside el motivo por el cual debería ser amada.

¿Por qué deberíamos amar a las mujeres? Parece una pregunta innecesaria o que atiende a una moda. Sin embargo, no es así. Aunque no lo crea, desde hace mucho tiempo, este cuestionamiento ha sido motivo de consideraciones filosóficas, literarias y científicas. ¿Usted, alguna vez ha intentado dar una respuesta?

 

Desde luego, no se trata de una reflexión concienzuda, de esas que hacen época, como la canción “Mujeres” de Ricardo Arjona:

 

 

… Mujeres

Que hubiera escrito Neruda

Que habria pintado Picasso

Si no existieran musas como ustedes…

 

 

Con estas frases, el cantautor guatemalteco quiere validar la importancia de la mujer por su capacidad para inspirar al poeta, al pintor e incluso a él mismo.

 

Más allá de este divertido escenario, Sherwood Anderson, escritor estadounidense, encontró en el pueblo ficticio de Winesburg, el enigma de “Tandy” y con ello, una suerte de contestación a nuestra pregunta.

 

En “Tandy”, un forastero llega al pueblo de Winesburg, con el ánimo de alejarse de la ciudad —porque bebía demasiado—, pensando que la tranquilidad y el silencio del campo le ayudarían. Aunque fracasará en su empeño, traba amistad Tom Hard —quien se dedicaba a convencer a sus vecinos de la inexistencia de Dios.

 

Un día, justo en la hora de la confrontación entre el crepúsculo y la oscuridad, anteTom Hard y su pequeña hija de cinco años de edad, formula un monólogo imposible de interrumpir.

De repente, se detiene en la intensa mirada de la pequeña y hace una profecía:

 

 

… Creen que no tiene mérito el ser mujer y hacerse amar, pero yo sé muy bien lo que eso significa —exclamó, y se volvió otra vez hacia la niña—. Yo lo comprendo —dijo—. Tal vez soy yo el único hombre que lo comprende…

 

 

El autor, Sherwood Anderson, nacido en 1876, plantea a la sociedad estadonunidense del primer cuarto del siglo XX, que la mujer tiene un valor propio y que en el reside el motivo por el cual debería ser amada. No se trata del amor carnal, sino del amor universal de la humanidad por ella.

 

En el relato, el extraño profeta, sin abandonar su embriaguez, continúa:

 

 

…—La conozco aún sin haberla visto nunca —continuó suavemente—. Conozco sus luchas y sus derrotas. Es precisamente por esas derrotas por lo que resulta para mí el único ser amado. Desde ahora las mujeres tendrán otro rasgo distintivo nacido de sus derrotas. He discurrido un nombre para esa condición. La llamo Tandy. Discurrí este nombre cuando yo era un soñador auténtico y antes que mi cuerpo se envileciese. Es la condición de ser fuerte para ser amada. Es algo que los hombres necesitarían encontrar en las mujeres, pero que no lo encuentran…

 

 

De esta forma, el narrador encuentra en la pequeña hija de Tom Hard a la representante de todas las mujeres; por eso, asegura con serenidad: «Conozco sus luchas y sus derrotas».

 

Atestigua que se enfrentan a contiendas de todos los tipos, sin tener posibilidad alguna de salir victoriosas.

 

Para este cuentista, novelista, ensayista, poeta y director de dos periódicos, no es ningún secreto que sus contemporáneas carecen de derechos y están supéditadas de manera absoluta a la figura masculina. Lo que es más, son comparadas con niños, como si nunca crecieran.

 

Empero, no le produce pena ni congoja, ya que admira la firmeza con la que se levantan de cualquier descalabro, y cómo prosiguen su camino con determinación, dando la cara a nuevos peligros.

 

Según el escritor, ellas tienen una condición, la de ser fuertes.

Claro está, no se refiere al vigor físico para cargar o aventar cosas pesadas, sino a la fortaleza espiritual y psicológica con las que rebasan los duros límites que las someten.

Por lo tanto, se trata de triunfadoras, de sobrevivientes de la adversidad.

 

Bajo el amparo de las anteriores ideas, emerge su invención, «Tandy». Palabra que en la voz del forastero:

 

 

Es la condición de ser fuerte para ser amada

 

 

De modo que, según Sherwood, toda mujer es “Tandy”. Luego, debería ser cuidada con esmero y ternura; debería ser amada.

 

El cuento “Tandy” fue publicado por primera vez en 1919. En ese período, se pensaba en la conformación de los nuevos países, en la guerra; también, en los efectos de la revolución industrial y en el futuro del planeta y de sus habitantes.

 

La pequeña hija de Tom Hard encarna esas preocupaciones, y es el forastero, quien de rodillas, le dice:

 

 

…—Sé Tandy —le díjo ansiosamente—. Atrévete a ser fuerte y valerosa. Ese es el camino. Arriésgalo todo. Ten valor suficiente para atreverte a que te amen. Sé algo más que un hombre o mujer. Sé Tandy...

 

 

Es una suplica, consistente en que ningún trance la detenga para vivir las lides que le tocan, pues no importa si gana o pierde, ya que en la lucha está el valor de la persona, y por ese simple hecho debe ser amada.

 

Anderson agrega lo más extraordinario: «Sé algo más que un hombre o mujer». Lo que implica que ellas y ellos son mucho más que simples sexos o géneros, son ante todo, humanos, y lo común a ellos es ser, “Tandy”.

 

La innovadora respuesta de este creador estadounidense, a 101 años de la primera edición de “Tandy”, ha caído en el olvido. Permanece vigente la pregunta, ¿Por qué deberíamos amar a las mujeres? Y, en la radio, la canción de Arjona se sigue escuchando.

 

 

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