Miniatura: pequeñas memorias sobre un bebé de Karlha Ochoa

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Cuando nace un bebé, los padres quieren retratar hasta el mínimo detalle del crecimiento del nuevo habitante del planeta –o eso me han contado porque nunca he sido papá. Es como querer llevar un diario de todo lo que hace: ver cómo se sorprende cuando toca el agua por primera vez, cómo se emociona cuando reconoce la voz de su mamá y, cuando va creciendo y aprende a caminar, cómo se maravilla al vencer los primeros obstáculos con los que sus pies se enfrentan.

Sin embargo, muy pocos papás y mamás llevan al papel esa forma que tienen sus hijos de abrir los ojos enormes cuando están frente a los dinosaurios de sus primeros libros.

Karlha Ochoa sí logra hacerlo. En textos breves, como si fueran viñetas o pequeños retratos –a lo largo del libro me sentí como si estuviera leyendo minificciones– nos presenta los momentos cotidianos e íntimos que tiene con su bebé.

Si bien es cierto es una relación madre-hijo, la protagonista no es la mamá sino el vínculo afectivo que crece entre ambos. Y también, en muchas ocasiones, es la reflexión de ella al observar cómo crece su hijo.

La voz de Karlha –o debería decir de la mamá– no desaparece para darle paso a las acciones de su bebé sino que se complementa, vemos cómo la unión y el entendimiento son muy fuertes, justo como debe de ocurrir en los primeros años de vida de un ser humano.

¿Qué dirían los diarios de nuestras madres si se les hubiese ocurrido escribir uno? Hablarían, quizá, de nuestros primeros descalabros con los columpios, la primera vez que vimos el amanecer o la primera noche cuando vencimos el miedo a la oscuridad.

La historia de la vida cotidiana es un enfoque que ha revitalizado la forma en la que nos acercamos a la Historia. No es difícil leer artículos o capítulos de libros dedicados al estudio de las fiestas de XV años en la década de los 70 en México o alguna otra manifestación cotidiana.

La maternidad también nos tiene preparados muchos momentos cotidianos: organizar la fiesta de cumpleaños del bebé; las tardes de sábado viendo Netflix en la mejor compañía: el bebé dándonos galletitas en la boca; la forma en la que adornamos el cuarto de nuestros hijos:

“Lo primero que puse en el cuarto del bebé antes de que naciera, antes incluso que su cuna, fueron unas repisas sobre las que se sostiene mi colección de ediciones de El Principito. Desde entonces los libros han estado allí.

Hoy lo descubrí hojeando la edición más sencilla que tengo, un libro básico con páginas en blanco y negro. Al verlo le pregunté, ¿lo leemos? A lo que él respondió extendiéndome el pequeño libro. Empecé a leerlo mientras él veía emocionado las letras y los dibujos.

A diferencia de lo que ocurre con sus otros libros, llenos de ilustraciones y con letras muy grandes, los cuales ve encantado y cambia las páginas a prisa, muchas veces antes de que termine de leerlas, esta vez escuchó atento sin cambiar ni una sola página.

Suponía que prefería ver dibujos antes que escucharme, pero hoy leímos los dos primeros capítulos y me sorprendió la atención que ponía a mis palabras. Creo que le gustará tanto como a mí.” (página 37).

El libro se publicó este 2020 por Lapicero Rojo Ediciones, editorial que tiene su base de operaciones en Tijuana.

Observo las fotografías de cuando era bebé y no me reconozco. Es una memoria inventada a través de la luz.

Miniatura: pequeñas memorias sobre un bebé, son recuerdos que la autora nos presta y con los que acudimos a la cotidianidad de una mamá emocionada porque su hijo comienza a decir sus primeras palabras, momentos en los que –seguro estoy– quisiera detener el tiempo en luz, en sonidos, en papel.

(@metaoscar)

 

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