Éramos felices y no lo sabíamos

Nunca valoramos esos tiempos de convivencia, de demostrarnos el cariño y lo mucho que nos importábamos.

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Memorias del Crimen

Recientemente en mis recuerdos de Facebook, apareció un corto de la película “Los tres caballeros”, la película animada realizada por Disney en 1944 y cuyos protagonistas eran el Pato Donald quien se reúne con sus amigos José Carioca representando a Brasil, y Panchito Pistolas representando a México.

En la escena del recuerdo, Panchito Pistolas muestra como son las festividades mexicanas en diciembre, comenzando con la piñata que está llena de juguetes y dulces.

Recordemos que la piñata tradicional es la de siete picos, una estrategia didáctica y de adoctrinamiento religioso inculcado por los Franciscanos en el siglo XVIII, en su labor evangelizadora hacia los feligreses indígenas donde los picos representaban los siete pecados capitales, los colores brillantes la tentación del pecado y los ojos vendados, la fe ciega.

No sé ustedes, pero siempre me ha emocionado abalanzarme a los dulces que caen en el piso después de que la rompieron. Es divertido ver cómo niños y adultos, sin importar la edad, disfrutan enormemente estos momentos, coreando al mismo tiempo "ya le diste una, ya le diste dos, ya le diste tres y tu tiempo se acabó" y esperar con ansias quien será el más fuerte para romperla.

Regresemos entonces a la película en mención, Pancho Pistolas también muestra a José y a Donald como son las posadas.

Las personas se dividen en dos grupos, unos esperan dentro de la casa haciendo el rol del anfitrión y los de afuera el de peregrinos, todos ellos representando la osadía de nueve días que atravesaron José y María de Nazaret a Belén; al llegar, ninguna posada tenía lugar, por lo que solo lograron darle posada en un establo cuando María estaba a punto de dar a luz.

"Entren santos peregrinos, reciban este rincón, y aunque es pobre la morada, se las doy de corazón".

Era la frase que nos emocionaba escuchar y entrar porque sabíamos que estamos a punto de disfrutar todas las delicias que habían preparado, un rico y caliente ponche, tostadas, tacos y elotes, disfrutando con la familia, los primos y amigos.

Está escena de la película definitivamente hizo evocar aquellos recuerdos de mi niñez con mi familia.

Me entró entre nostalgia y tristeza porque dicha tradición ya casi no se realiza, y si te invitan a posadas es para comer y beber, pero ya no para vivir estos momentos de tradición familiar.

Éramos felices y no lo sabíamos, o mejor dicho no lo valorábamos.

Nunca valoramos esos tiempos de convivencia, de demostrarnos el cariño y lo mucho que nos importábamos.

Estos tiempos de covid nos han recordado la importancia no solo de cuidar la salud, sino de ser empáticos, preocuparnos y procurarnos entre nosotros.

Algunos de nosotros hemos perdido familiares y amigos; nos ha invadido la tristeza y la impotencia de perderlos, de perder nuestro trabajo, nuestro negocio y patrimonio.

La incertidumbre ha estado presente estos meses, aunque algunos aún permanecemos con la esperanza de que el próximo año será mejor; que este año haya sido de enseñanzas, de aprendizaje, de sabernos vulnerables pero que siempre nos tenemos los unos a los otros, donde el próximo año las elecciones podrá deslumbrar una esperanza de cambiar las cosas y hacer de nuestra Puebla una ciudad digna para todos y todas.

Deseo que retomemos las tradiciones que nos unen, que nos identifican como mexicanos.

Que esta época de reflexión nos ayude a hacer mejores personas, que sigamos cuidándonos y que la convivencia solo sea en nuestras casas con los más allegados.

Que hoy todo sea mejor, y a pesar de la tristeza y desesperanza, nos unamos y nos veamos como hermanos mexicanos y del mundo.

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