2020, el año de claroscuros

“La mayor gloria no está en no caer nunca, sino en levantarnos cada vez que caemos.” Confucio

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En medio de la complejidad y la incertidumbre que caracterizó prácticamente todo el 2020, me gustaría hacer algunas reflexiones de fin de año, buscando un balance entre lo que hemos perdido y ganado en este periodo. Lo que para algunos este largo y pesado año ha estado lleno de pérdidas, para otros ha significado ganancias, así como importantes aprendizajes para el futuro. De tal suerte, que a pesar de lo inesperado, inimaginable y extraordinario que ha sido este 2020, quisiera pensar que este punto de inflexión para la humanidad está lleno de claroscuros, y que, como en toda crisis, también es necesario pensarla como un tiempo en el que pueden surgir las oportunidades.

La Covid-19 ha sido una enfermedad letal tanto en el plano personal, como en el económico y social. La nueva realidad detuvo los planes que teníamos en distintos órdenes, se frenaron los viajes, la movilidad, la socialización, lo que era la “normalidad” que hasta principios de este año conocíamos. En el ámbito laboral, se modificó el modelo de trabajo que cada vez menos se hace en una oficina o lugar específico, llegando quizás para quedarse, el home office o el Zoom. No obstante, millones de personas quedaron desempleadas por el cierre de las empresas que no pudieron sostenerse en el confinamiento; estando México en la región del mundo con la mayor población trabajadora en riesgo de contagio de Covid-19 e informalidad laboral, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT). En este sentido, siguiendo las estimaciones del Banco Mundial (BM), la pandemia empujará al menos a 150 millones de personas en el mundo a la pobreza extrema en 2021, dependiendo de la gravedad de la contracción económica. Un escenario muy desalentador para el país.

Otro de los ámbitos con alto impacto de la pandemia es la educación; dejar de asistir a un salón de clases y cambiar a un nuevo formato, al que tuvieron que adaptarse maestros/as y estudiantes en muy poco tiempo, ha sido todo un desafío. Aunque no se compara con el precio que habrá de pagarse en cuanto a los impactos en el aprendizaje, especialmente entre los más vulnerables. Como consecuencia, el BM afirma que Latinoamérica se encuentra en una trayectoria de grandes pérdidas en el aprendizaje, algo que podría poner en peligro los resultados de una generación entera, que no puede reemplazar el aprendizaje cara a cara, a pesar de los esfuerzos que se han hecho.

Sin embargo, la gran tragedia es en la salud. De acuerdo con datos de la Universidad Johns Hopkins más de un millón 800 mil personas perdieron la vida en todo el mundo por el virus. Mientras que en nuestro país, el Gobierno de México reportó la muerte de más de 123 mil personas en los últimos días del año. Cifras que representan la pérdida más significativa de esta pandemia, que son las personas que no lograron sobrevivir a esta enfermedad. Siendo las comorbilidades principales a la Covid-19 la hipertensión, la obesidad y la diabetes, lo que ha puesto en mayor riesgo a quienes ya padecían estas enfermedades.

Así que a los grandes problemas estructurales de México, se sumó este año una pandemia, que no solo representa un riesgo a la seguridad nacional, sino a la salud pública, la economía, la educación; sin mencionar el panorama político-electoral que se nos avecina en 2021. Con lo cual, este año cierra con serias preocupaciones y una débil recuperación para el país; pero, quizás el cambio político abra nuevas expectativas y posibilidades para la solución de los viejos y nuevos asuntos que requieren atención prioritaria.

Por último estimado lector, y con ganas de ser más optimista, quisiera que pensemos por un momento en las oportunidades que no podemos negarle al año que se va:

· En primer lugar, es innegable que la ciencia avanzó como nunca antes; se está implementando la campaña de vacunación más grande y rápida de la historia, lo que nos brinda hoy la esperanza que se necesita para superar esta emergencia sanitaria.

· Por otro lado, la posibilidad de comunicarnos como nunca antes ha unido a millones de personas, a través de la tecnología y la música; reconfortando a unos y a otros, compartiendo información, conocimiento y experiencias que han sido un apoyo en un entorno en el que tenemos que hacer lo que nunca imaginamos.

· La solidaridad de la sociedad se ha manifestado hacia el personal médico, los más vulnerables en situación de calle y los que no pueden quedarse en casa. Aunque sigue habiendo inconsciencia e irresponsabilidad que se traduce en más casos.

· En cuanto al medio ambiente, a medida que en el mundo se ha extendido el confinamiento, se registran una caída en los niveles de contaminación, lo que representa un respiro para el planeta y una mejor calidad del agua en mares y ríos.

· Por lo que toca al cuidado de la salud mental, se ha visibilizado cada vez más como un problema que al igual que la salud física requiere de atención y prevención; lo que ha sido reconocido de forma importante en los medios de comunicación y las redes sociales, generando mayor consciencia sobre el cuidado personal.

· Por último, la adaptabilidad y resiliencia de las personas ha humanizado este entorno tan adverso, y así hemos aprendido a convivir con nosotros mismos y con los demás de forma ambivalente; en la más absoluta soledad y en unidad con los otros miembros de la comunidad. Al final, así es el ser humano y es un gran aliciente saber que si no sabemos cómo, aprendemos a superar las adversidades porque somos capaces de desarrollar nuevas habilidades, conocimientos y actitudes.

Así ha sido antes y así será siempre, verá usted que de esta nos levantamos.

 

¡Adiós al año viejo y feliz año nuevo!

 

Maribel Flores

Directora de División de la Escuela de Ciencias Sociales y Gobierno en Campus Puebla, y miembro de la Iniciativa de Transparencia y Anticorrupción del Tecnológico de Monterrey

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