Olga, y su “como digo una cosa, digo otra”
Su presencia se sintió más como una burla, más que una representación de Estado, ante un senador y una gobernadora y otras personas muertas.
Aún recuerdo ese triste 25 de diciembre de 2018, en el funeral de Rafael Moreno Valle y Martha Erika Alonso, al desplomarse el helicóptero por una “falla mecánica”, donde cientos de dolidos le gritaron a Olga Sánchez Cordero, en representación del presidente de la República, “fuera”, “encubridores”, “traidores” y hasta “asesinos”, en algunas voces, tratando de expresar ese dolor y tristeza que sentíamos. Su presencia se sintió más como una burla, más que una representación de Estado, ante un senador y una gobernadora y otras personas muertas. Tal desprecio de los ahí presentes, parecía un preámbulo de lo que actualmente está sucediendo. Y es que Sánchez Cordero volvió a ser noticia, y a ser motivo de duda en su actuar, no por suplir a Andrés Manuel en las conferencias matutinas la semana pasada, sino porque su nombre salió a relucir tras la detención de Mario Marín, quien fue llevado a la ciudad de Cancún para enfrentar el delito de tortura contra Lydia Cacho. En el año 2007, como lo afirma Lydia Cacho, el voto de la entonces magistrada en la Suprema Corte de Justicia, fue crucial y decisivo para que no se enjuiciara a Mario Marín ni a Kamel Nacif por la red de pederastia expuesta en su libro “Los demonios del edén”. Y es que recordemos que Lydia Cacho fue detenida por difamación y calumnia por exponer en su libro, una red de pornografía y prostitución infantil con niños y niñas de entre 4 y 14 años, donde empresarios y políticos estaban involucrados. Sin embargo, después de dicha detención y que los medios se volcaron no solo en Lydia y su reacción ante este suceso, sino también en la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero declaró que cuando fue magistrada señaló las violaciones a los derechos humanos que había sufrido la periodista Cacho y que ya se la había ofrecido una disculpa; ándele así, un “usted disculpe” bastó para limpiar las culpas, los maltratos, la violencia y los excesos que sufrió la periodista durante su detención. Ante los cuestionamientos, trata de justificarse argumentando que si apoyó a la periodista por el maltrato sufrido, pero jamás aclara si realmente votó para que el ex gobernador fuera exonerado. Y es que Olga de tanto convivir con el presidente ya se le pegó lo “chimoltrufia”, al mero estilo de “como digo una cosa digo otra”. Otra más de su manera tan peculiar de retractarse, es el siguiente ejemplo; en el año 2019, declaró que estaba en contra del aborto; sin embargo, en noviembre 2019, titulares de secretarias e institutos de igualdad de todo el país portando los pañuelos verdes (a favor del aborto) se presentaron y se tomaron fotografías en el Palacio Nacional junto con Olga Sánchez Cordero, quien también portaba el pañuelo verde, apoyando dicho movimiento. Ahora bien, desde el mes pasado, el gobierno está promoviendo una consulta ciudadana para despenalizar el aborto y que las mujeres sean quienes decidan, así como los representantes de los gobiernos locales. Cuando la secretaria fue cuestionada sobre esta consulta, ella declaró firmemente que ella sigue en su postura de antiaborto, ¿entonces?, por una parte desea que las mujeres no sean privadas de su libertad, pero por otra declara firmemente que no apoya el movimiento abortista, pero con tal de darles por su lado al grupo feminista, se pone el pañuelo verde para salir en la foto. Sus declaraciones son vagas e incoherentes, lo que ha provocado, además de descontento, una desconfianza ante la mujer que nos podía representar y defender los derechos, y no solo el derecho a abortar o no, sino la defensa de la dignidad como mujer ante el caso de Lydia Cacho y los demás que se presenten. Recuerdan que la Real Academia Española autorizó que la palabra “cantinflear” formara parte de nuestro vocablo, lo mismo podría hacer con la palabra “chimoltrufiar” porque últimamente nuestros gobernantes se contradicen de tal manera, como si las y los mexicanos no tuviéramos memoria, y tal vez no, pero siempre habrá un tuit o un “post” que nos lo hará recordar; así que abusada Olga, “que en la casa del jabonero, el que no cae, resbala”.
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