El cacicazgo fue pasado

Hoy requerimos sensibilidad y empatía de quien pretenda ostentar algún cargo de representación social.

La vecindad Podcast

Memorias del Crimen

Muchos hemos escuchado esa famosa frase trillada de “Quién no conoce su historia está condenado a volver a repetirla” pues hoy hablare un poco de un tema que a muchos nos ha tocado vivir desde que tenemos uso de razón.

Somos un pueblo pequeño, pero con grandes riquezas, un pueblo que es una mina de oro para muchos ampones que ya poseen riqueza, ambicionada por muchos núcleos familiares de una decendencia, de un apellido ¡claro! les hablo del “Cacicazgo”.

Muchos municipios de México ha sido tierra de caciques, mismos que fueron introducidos por los conquistadores españoles en el siglo XVI, los primeros caciques aceptados como tales fueron los de clase noble (o sea los ricos y pudientes) ellos encabezaban los señoríos indígenas, este poder se heredaba de padres a hijos.

La palabra cacique es una corrupción de kassequa, un vocablo arahuaco con que se denominaba a los jefes indígenas que encontró Colón, en realidad una buena parte de su proceso en lo político era controlado por personajes influyentes quienes controlaban los votos que los partidos políticos necesitaban para sostener su juego en el poder.

Estos personajes han existido desde hace mucho tiempo y en contextos muy diferentes, pero ¿cómo definirlos? De manera sustantiva les diré “TIRANOS CHICOS”.

Paul Friedrich, dio una definición más puntual: un líder fuerte y autocrático en relación a los procesos políticos locales y regionales, cuya dominación es personal, informal y generalmente arbitraria, y que es ejercida mediante un núcleo familiar central de familiares, pistoleros y dependientes que se caracterizan por sus amenazas, y su ejercicio efectivo de la violencia, mismos que entran dentro de la ilegalidad, el nombramiento, la manipulación o la designación de alguna autoridad formal, que controla estratégicamente en beneficio propio a estos seres económicos, políticos o inclusive culturales, para mantener su parte central de sistemas políticos piramidales, dominados por una élite heterogénea, en donde el poder del cacique es empleado para cumplir los objetivos de quienes controlan el poder desde un nivel más superior.

Muchos desde que nacieron han escuchado a sus abuelos, sus padres decir que siempre un núcleo familiar nos ha gobernado y que desde entonces se han pasado la batuta de generación en generación, (línea horizontal o vertical) de familia a familia (directa o indirecta).

Necesitamos hoy más que nunca a seres humanos con el sentido de humanidad servicial, con empatía y solidaridad con su pueblo, que anteponga sus intereses personales por los colectivos, un ser que haya trabajado desde pequeño y sepa el valor de ganarse las cosas a base de sacrificios y esfuerzo; no el haber heredado un patrimonio y se diga ser exitoso; porque así ya no tiene el mismo valor, quien siempre lo ha tenido todo, no sabe que es tener hambre, no sabe la necesidad real que vive una familia y también sabemos que no es su culpa haber nacido en un lecho de oro, pero sólo el que conoce la necesidad real, tendrá empatía por el otro, sentirá lo que sentimos, conocerá el sufrimiento de muchos y valorará el poder, ese poder cuya única finalidad, es la de servir, porque mis estimados lectores como decían los abuelos “con tierra, agua y tractor cualquier pendejo es agricultor” Quiero decir que todo es fácil para quien no le ha costado y sus necesidades distan mucho de las necesidades reales de un pueblo.

 

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de El Popular, periodismo con causa.