Uno como sea, pero ¿y los viejitos?

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La situación de ser adulto mayor en nuestro país es un tema de supervivencia, viviendo sus días cansados de tantos años de trabajo, angustiados porque la pensión tan baja que reciben de manera mensual, no les alcanza para lo más indispensable.

Algunos de ellos aún viven con sus hijos; los más afortunados en estancias con todos los gastos pagados; los menos con una pensión raquítica que solo les sirve para pagar los servicios básicos y a veces, hasta su renta, así que ni hablamos de enfermarse, porque verdaderamente es un lujo que no se pueden dar, ya que los medicamentos sobrepasan el valor de lo que reciben por su pensión.

Muchos de ellos por eso trabajaban de “cerillitos” para ayudarse y aportar algo en sus casas, para que no fueran “corridos” por sus hijos o hijas, ya en algunos casos hasta renta les cobran.

Desafortunadamente, la actual pandemia perjudicó a la mayoría de las personas de la tercera edad, ya que por ser población en riesgo, no podían exponerlos, y el trabajador de “cerillito” se prohibió en todos los centros comerciales.

La mayoría se tuvo que vivir totalmente en el encierro de sus casas, solo saliendo para lo indispensable, para resguardarse del terrible “bicho” que a todos y todas nos tiene azorado.

Las cosas para ellos parecían cambiar cuando se anunció el calendario de vacunación en nuestro país. La buena noticia es que radicaba en que después del sector público, las personas de la tercera edad, comprendido como mayores de 60 años, iban a ser vacunados a partir de febrero de este año.

Las vacunas esperanzadoras empezaron a llegar y a ser repartidas en los diferentes estados y municipios. En Puebla, con una total desinformación, se empezaron a aplicar las vacunas en San Andrés Cholula, destinadas un poco más de 10 mil dosis, donde no solo los habitantes de dicho municipio podían recibirla, ni tampoco los que se habían o no registrado.

Las personas, algunos acompañados de sus familiares, desde la madrugada hicieron filas en los centros de salud para poder recibir su vacuna.

Algunos en automóvil, algunos caminando, en autobús; unos vigorosos y con paso firme, otros con bastón y con dificultad para caminar y sostenerse de pie, pero todos las y los adultos mayores, con la esperanza de poder continuar viviendo y sin ningún padecimiento, y evitando enfermarse de ese virus mortal que tanto nos ha afectado.

¿Cuál sería la sorpresa? Al día siguiente, el día 25 de febrero ya no había dosis que aplicar. Aun así, viendo las largas filas y que estaban formados desde la madrugada, bajo las inclemencias del clima y sufriendo frio, no se les avisó o no “se percataron” que ya se estaban agotando y que no alcanzarían para todos los ahí impacientes.

Mi madre tiene 68 años, en abril cumple 69 años, una mujer fuerte, aunque con hipertensión. Pero sin importar, lo fuerte o no que esté, no me gustaría que hiciera filas por largas horas, sufriendo de frio y calor, y que su esperanza se viera frustrada por una mala comunicación y organización por parte del gobierno, y que escuchara un “usted disculpe, pero ya no hay dosis”.

Esta falta de organización me llena de coraje y tristeza, y me hace recordar que lo “políticamente correcto” es llamarle a México “país en vías de desarrollo”, pero que la realidad, aún somos un país tercermundista, que los públicos de salud prioritaria, difícilmente es de fácil acceso y que el gobierno “cumple” con aplicar vacunas, pero no cumple con la responsabilidad de entender y comprender la realidad que viven las personas de más de 60 años en nuestro país.

Para muchos, implica un esfuerzo sobre humano el ir y gastar en transporte que no estaba destinado, que sus piernas y su fuerza física, no le da para caminar o estar parado esperando, y siempre lo reitero, ¿este es el gobierno que nos merecemos?, ¿esta es el trato que nos merecemos y que merecen nuestros “viejitos”? Esos “viejitos” que deberían de disfrutar después de los años que han trabajo y formado familias mexicanas.

Pero el gobierno que encabeza AMLO, prefiere “ceder” las vacunas de Pfizer para los países que más lo necesitan y esperar que las repongan, como si nosotros estuviéramos vastos, y el personal de salud, y nuestros adultos mayores, mientras que se jodan y esperen.

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