Mujer, Ser humano, de grandes decisiones
EFEI Mujer, Ser humano, de grandes decisiones

Mujer, Ser humano, de grandes decisiones

Aunque muchos no estén de acuerdo y les cause disgusto, el concepto que tenemos de la mujer ha evolucionado e involucrado a la población mundial, a las ciencia, a las artes y a la poesía.

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Conmemorar a la mujer es recordar y reconocer qué hemos hecho como sociedad respecto de ella y de los demás. Por cierto, ¿para Usted, quién es una mujer?, ¿Usted podría identificar sus principales cualidades?

 

Aunque muchos no estén de acuerdo y les cause disgusto, el concepto que tenemos de la mujer ha evolucionado e involucrado a la población mundial, a las ciencia, a las artes y a la poesía.

 

Ida Vitale, Premio Cervantes 2018, en su poema “Fortuna”, manifiesta:

 

 

 

Por años, disfrutar del error

y de su enmienda,

haber podido hablar, caminar libre,

no existir mutilada,

no entrar o sí en iglesias,

leer, oír la música querida,

ser en la noche un ser como en el día.

No ser casada en un negocio,

medida en cabras,

sufrir gobierno de parientes

o legal lapidación.

No desfilar ya nunca

y no admitir palabras

que pongan en la sangre

limaduras de hierro.

Descubrir por ti misma

otro ser no previsto

en el puente de la mirada.

Ser humano y mujer, ni más ni menos.

 

 

 

Vitale, poetisa uruguaya, nacida el 12 de noviembre de 1923 —quien residió en México, debido al exilio obligado por el golpe de estado en su país en 1973—, responde a la pregunta ¿quién es la mujer?, diciendo: “…un Ser humano y mujer, ni más ni menos”.

Y aunque parece sencillo nombrarla, “Ser humano y mujer”, en realidad, es una proeza.

 

Para empezar, advierte que la mujer posee la capacidad de tener aciertos y errores, y de corregir estos últimos.

El disfrute de ello estriba en la posibilidad de “decidir”.

Y ¿sobre qué decide?

 

Pues respecto a si se casa o no y con quien, sin que medie el pago o arreglo de la dote. De la misma manera, resuelve el cómo dirigir su hogar: que cocinará para sus hijos, cómo los ha de educar, qué acuerdos tendrá con su pareja.

 

Igualmente, selecciona hacia dónde encaminar su vida: en qué trabajar, qué estudiar; mudarse o no de ciudad o de país; incluso, expresar o no su opinión, practicar ejercicio y tener un pasatiempo.

 

Esto forma parte de las grandes decisiones que, por cotidianas, dan la impresión de no tener importancia; sobre todo junto a otras de connotaciones más espectaculares, por ejemplo: adoptar o no una religión.

 

En conjunto, ella imprime su ritmo y cadencia a su quehacer; al mismo tiempo, rechaza las voces y actos que la lastiman; negándose a ser tratada como un objeto.

 

Resulta interesante que, como la autora previene, ha de correr el riesgo de explorar su ser hasta conocerse a sí misma, con la certeza de que tropezará con alguien muy distinta de aquella que le habían impuesto.

Vitale concluye, esa capacidad de elegir y de tomar una determinación es propia del humano, y la mujer es un humano, además de ser mujer; lo cual es una fortuna.

 

Así, con este poema, Vitale especifica la universalidad del humano, de las cosas comunes o esenciales al individuo, tanto a hombres como a mujeres. Sin embargo, admite que ambos son distintos.

 

La fortuna de la que habla Ida Vitale, ha de interpretarse como una especie de destino o de riqueza, pero ¿dónde está?

 

En el poema, “Al encontrar una cana”, de la poestisa Jane Kenyon, hallamos una propuesta:

 

 

 

Friego las largas tablas del suelo

en la cocina, repitiendo

los movimientos de otras mujeres

que han vivido en esta casa.

Y cuando encuentro una cana

flotando en el cubo

siento que mi vida se une a la de ellas.

 

 

 

De esta suerte, la poetisa estadounidense, Jane Kenyon, nacida en Ann Arbor, Michigan, en 1947 y fallecida en 1995, comparte su visión de la asociación casi genética entre las mujeres. Ya que las tareas heredadas, provenientes de un pasado arcaico y latentes en las siguientes generaciones, están vigentes en el presente; sin que importe si la mujer tiene hijos, marido o carece de ellos.

 

De hecho, históricamente, ocupan el mismo lugar: la cocina y limpiar.

Espacios, donde su labor fructifica; pues la cocina implica el hogar, el centro que reune, nutre y edifica a la familia y a la sociedad. Paralelamente, al limpiar, purga los errores y corrige los desaciertos.

 

La vida se va, quedan las canas, sin que ninguna sea gratuita, van cargadas de antiguas y nuevas experiencias. Todas ellas son el enlace y el vínculo transmisor de esta abundancia que sostiene la existencia.

Probablemente por eso, Vitale afirma que tomar esa clase de decisiones es un regocijo; y para Kenyon es el descubrimiento de la trascendencia.

 

Ser mujer es motivo de fiesta y de conmemoración; por esa razón, el mes de marzo —especialmente el día 8—, se dedica a reflexionar sobre este tema.

 

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