Una visión positiva del apocalipsis zombi
Deambulan en un estado constante de hambre y sus acciones están guiadas por impulsos, aparentemente carecen de la cognición compleja que es fundamental para la mayoría de las actividades que consideramos útiles.
Por: Karla Sofía Cortés Zúñiga
Los zombis tienen su origen en la cultura del voodoo en Haití, pero han evolucionado para convertirse en una parte notable de la cultura popular. De acuerdo a las historias de las que son parte, un zombie es un cadáver vuelto a la vida por un agente externo, como un virus. Tienen un apetito voraz y una sola misión: alimentarse. Deambulan en un estado constante de hambre y sus acciones están guiadas por impulsos, aparentemente carecen de la cognición compleja que es fundamental para la mayoría de las actividades que consideramos útiles. En palabras de Aguado M. (2013) “una vez, el sujeto ha pasado por el proceso de zombificación, acaba convertido en un ser que ha perdido todo rastro de individualidad, conciencia o personalidad”. Existe una noción generalizada de que los zombis son un elemento inquietante y negativo, sin embargo ¿realmente lo son?
Los zombis son tan aterradores para nosotros porque representan uno de nuestros mayores miedos: la pérdida de nuestra autonomía. Amenazan con convertirse en una horda gigante e indiferenciada. Por este motivo el género zombi se ha transformado en un vehículo simple para la crítica social, pues nuestras propias vidas pueden llegar a carecer de significado, al igual que los zombis. Podemos asimilar nuestra vida a la de un zombi teniendo en cuenta las rutinas cotidianas, hacer lo mismo todos los días, buscando una liberación pero siendo incapaces de conseguirla al punto de caer en la ignorancia y falta de reflexión. Si una actitud entusiasta y deliberativa hacia los proyectos de vida es una condición necesaria para una existencia significativa, la falta de reflexión sobre ellos implica la ausencia de significado. Entonces, no tiene mucho sentido tenerle miedo si este estado zombi ya existe en la actualidad.
Si bien esta falta de autonomía y reflexión ya está presente en nuestra sociedad, el verdadero terror sería ser un sobreviviente durante un apocalipsis zombi. Sin embargo, por más difícil que sea ser un sobreviviente, el ser capaz de razonar y tener un motivo para seguir luchando sin importar las circunstancias, es algo que nos provee de sentido y de humanidad. Los humanos por naturaleza somos seres sociales para la supervivencia. Además, en un estado de crisis como un apocalipsis zombie, se necesitan de estas cualidades que nos proveen de compasión y conexión. En las historias de apocalipsis zombi, las personas tienen más posibilidades de ganar si buscan hacer comunidad, es más fácil combatir una hora de muertos vivientes si tienes una docena de personas a tu lado que si te encuentras solo. En la mayoría de los relatos y películas de zombis presentes existe un agente biológico que causa la primera infección. Esto inherentemente es una oportunidad para expandir las fronteras de la ciencia, la inmunología y el estudio sobre el cerebro. La exploración e investigación de este patógeno será un mecanismo para avanzar en el campo de la medicina.
Sin la necesidad de adoptar una postura de misantropía, es posible llegar a la conclusión de que un apocalipsis zombi puede aportar al bien común de la sociedad. Analizar el futuro de nuestras relaciones y estructuras sociales nos deja con un sentido de esperanza en todos los aspectos posibles; el buscar salir adelante naturalmente nos lleva a crear mecanismos para lograrlo, de esta forma, construyendo una realidad más unida y afortunada.
Referencias: Aguado, M. P. (2013). El fenómeno de la cultura zombi en la literatura y las artes actuales: un estudio teórico-analítico desde la literatura comparada. Universidad de Valladolid Facultad de Filosofía y Letras. http://uvadoc.uva.es/bitstream/handle/10324/3536/TFM-F-56.pdf?sequence=1&isAllowed=y
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