Esencia literaria en la gastronomía
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Esencia literaria en la gastronomía

El filósofo Tomas Moro expuso que la cocina fue el primer acto de amor que realizaron nuestros antepasados

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Por: Natsitni Garay Muñoz

Mi pasión por las artes culinarias y la literatura nació desde temprana edad, al observar el amor y dedicación que tenía mi familia hacia ellas. La gastronomía adquirió un valor adicional cuando estuve al cuidado de mis abuelos en Tres Valles, Veracruz.

Como cada tarde, me dirigía con mi tía-abuela Carmela, a quien encontraba confeccionando sus sabrosos dulces de notas frescas, mientras oía, atentamente, su receta que me obsequiaba con paciencia y fervor.

Al llegar a casa, me rodeaba con el aroma característico del asado de las hojas de plátano, y el café que preparaba mi abuela Elpidia para su esposo, —Ardul—, el cual provocaba sabiduría en sus palabras; eran tardes de música, café y poesía, que evocaban lecturas y versos impregnados de metáforas y rimas.

El filósofo Tomas Moro expuso que la cocina fue el primer acto de amor que realizaron nuestros antepasados. Los homínidos dieron cocción a los alimentos con el uso del fuego y las aguas termales, acelerando el proceso de digestión, permitiendo el desarrollo del pensamiento lógico que se manifestó en un lenguaje fonético y visual; representando en pinturas rupestres la caza de animales y recolección de alimentos: vestigio principal en la relación entre literatura y gastronomía, creando las primeras historias de la humanidad.

Este legado fue heredado entre familias, pues cada una de ellas, tiene relatos y recetas que, hasta nuestros días, se comparten en la mesa, como un gran tesoro para toda una generación.

Con esta tradición, se lograron avances importantes en la gastronomía y la literatura, creando diferentes representaciones que quedaron grabadas en el tiempo.

Actualmente, tanto la comida como la lectura, producto del proceso de globalización, generan en el mercado una mayor oferta, sacrificando la calidad para contribuir al consumismo y estar más adaptado a la tendencia de la inmediatez; sin embargo, el concepto del chef Andoni Luis Aduriz, dueño de Mugaritz, ubicado en España, se asemeja a Alicia en el País de las Maravillas, donde los comensales descifran el nombre asignado a los platillos, usando la creatividad para detectar el sexto sabor: el de las historias; es decir, manteniendo la curiosidad a filo de cuchillo y utilizando todos sus sentidos en esta experiencia.

Para él, la gastronomía se puede vincular con la ciencia y el arte, si se encuentran esos caminos circundantes en el proceso.

La comida no sólo se sitúa en la degustación, también se hace presente en los relatos, concediéndonos un mejor contexto de la historia.

La gastronomía siempre ha estado presente en el lenguaje cotidiano de forma atinada y pícara en refranes y expresiones que catalogan momentos específicos: el famoso dulces sueños o el trago amargo; claro ejemplo es el que nos relata Ernest Hemingway quien destaca por su gran habilidad en la narrativa.

En un fragmento del libro Paris era una fiesta, nos hace testigos cuando describe una ostra, denotando cada textura y sabor, comparándolas con la arena y la frescura del mar, haciéndonos salivar y degustarlo.

Por tal motivo, quedé inmersa en sus historias por la forma especial en que la descripción detallada es fundamental y te transporta al espacio temporal.

La literatura y la gastronomía han sido mi refugio cuando las ideas no cesan, buscan que sean materializadas en forma escrita o en un platillo, sintiendo libertad al dejar correr en el papel la tinta que nace en mis venas; el fuego y éxtasis al impregnarme de los aromas de las especias y al amasar.

La cocina y la escritura son un símbolo familiar que me conecta con mi interior, donde los sabores los cato previamente en la mente, acompañando los momentos más fuertes de la vida: materializar lo que se encuentra en sueños, o exteriorizar los sentimientos que se disfrazan; el sendero que tomo para reencontrarme, pues la comida son sentimientos entregados a través del paladar.

Hoy en día, aún conservo esta relación intacta en la mesa. Mi abuela Ana me sigue acompañando en esta travesía, producto de la fraternidad que acompaña al núcleo familiar.



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