La Ciudad de México quedó dividida en dos: los que reciben los beneficios de programas sociales y becas otorgados por el partido en el poder, y por aquellos que están hartos de la cuarta transformación.
El pasado domingo por un lado el triunfo fue del Instituto Nacional
Electoral, que mostró como organismo autónomo, que sabe organizar elecciones, y
garantizar la democracia en nuestro país. Asimismo, la Ciudad de México quedó dividida en dos: los que reciben los
beneficios de programas sociales y becas otorgados por el partido en el poder,
y por aquellos que están hartos de la cuarta transformación que ha llevado a
nuestro México al rezago, a la destrucción y al desmoronamiento. Morena y sus aliados se perfilan para perder la mayoría calificada en el
pleno de la Cámara de Diputados, la cual se requiere para la aprobación de
cualquier reforma a la Constitución mexicana. De acuerdo con la proyección del Instituto Nacional Electoral, Morena
tendrá entre 190 y 203 diputados, el PT entre 35 y 41 y el PVEM de 40 a 48. Así
la 4T legislativa sumará entre 265 y 292 curules. Mientras el PAN tendrá entre
106 y 117 diputaciones, el PRI entre 63 y 75, y el PRD entre 12 y 21; con lo
que la Alianza Va por México suma entre 181 y 213. Una reforma a nuestra Carta Magna requiere el apoyo de dos tercios de
los 500 diputados federales. De tal forma muchos celebramos los resultados
preliminares de la coalición Va por México. De algo los ciudadanos quedamos convencidos, de que se pone un freno en
el Congreso a tantas ocurrencias legislativas para la nación. Y cierto es que con los desafíos que afronta nuestro país exigen la suma
de voluntades y esfuerzos, así como la edificación de consensos que permitan
continuar avanzando, a través de la conciliación y el respeto a las
instituciones. El domingo los mexicanos con gran entusiasmo vivimos una jornada de
civilidad política, con madurez y responsabilidad ejercimos nuestro derecho al
sufragio, y a elegir a quienes habrán de gobernarnos. Desde los ciudadanos que recibieron capacitación para estar en las
casillas, hasta las personas de la tercera edad, los jóvenes que votaron por
vez primera y los adultos en plenitud, acudimos a votar. Me atrevo a decir que en el proceso electoral del pasado domingo, hubo
una participación histórica al menos en la Ciudad de México. Y es que aquí
acudimos el 52 por ciento de la población, superando el 44 por ciento que se
registró en las elecciones intermedias de 2015. El detalle que destacó al cierre de la contienda, es
que "todos" los protagonistas resultaban triunfadores, a
algunos les faltó mesura para esperar los resultados del INE, antes de
proclamarse ganadores. Y en general olvidaron los candidatos que hay que saber
perder, lo que les da una gran madurez a los contendientes del primer mundo. Pero estamos en éste nuestro México lindo y querido. Ganamos todos en la
contienda, por lo que hay una mayor confianza en enderezar el rumbo de nuestro
país.
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