Gobierno amenazado

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Adrián RUIZ


Junio 30, 2021

Más vale prevenir. Las medidas de extrema seguridad en el gobierno del estado asumidas hace meses son infructuosas ante las amenazas constantes de la delincuencia. La llegada de Ardelio Vargas Fosado a la subsecretaría de gobernación y el control de los cuerpos policiacos fue con la intención imponer condiciones.

Las amenazas de bomba en la Secretaría de Finanzas y la Tesorería ayer por la mañana se sumaron a las que han hecho el Cártel Nueva Generación de Jalisco y los Zetas. A partir de entonces la vigilancia policiaca aumentó en Casa Aguayo.

Durante meses, la 14 Oriente donde se ubica Casa Aguayo, fue convertida en un búnker, patrullas estatales y policías resguardaban el lugar y sus alrededores en el barrio del Alto. Lo mismo se apostaron francotiradores en la azotea de la sede del gobierno estatal.

Las amenazas fueron tomadas en serio en el gobierno poblano. Tanto que el aumento de la seguridad personal al gobernador es exagerado. Ninguno de los últimos cinco mandatarios -por lo menos- desplegaba operativos de precaución como el actual.

Cuando el gobernador va a algún lugar dentro de la ciudad, antes de la camioneta blindada en la que viaja, desfilan elementos estatales en motocicletas y patrullas. A unos metros desfilan por lo menos otras dos camionetas similares de color negro.

Y como si fueran insuficientes la retaguardia es custodiada por otros vehículos y motocicletas oficiales. Además calles antes del destino esperan policías que hacen guardia, una hora antes mínimo.

Este convoy se observa a diario por la madrugada cuando el mandatario se dirige a su domicilio, lugar resguardado las 24 horas del día por policías, dentro y fuera de la residencia.

Las amenazas de ayer no fueron diferentes. El mensaje es para el mismo destinatario. A pesar que el riesgo involucró a empleados estatales que nada tienen que ver con las diferencias y conflictos.

¡Peligro permanente

Reporte del Informante

La revelación de la Secretaría de Cultura sobre la desaparición de cerca de 6 mil piezas históricas de los museos poblanos, prendió los focos rojos entre los coleccionistas clandestinos. 

Más pronto de que les cuento fueron desprendidos cuadros y pinturas de los muros de restaurantes y domicilios para ser resguardados en sótanos equipados con rayos láser.

Las réplicas fueron montadas y sólo los conocedores y expertos pueden diferenciar. El poseedor de las obras desaparecidas recientemente es el más nervioso porque las presumía y exhibía en su negocio.

¡Obras ocultas!

Licenciado en periodismo

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