S.O.S para las ciudades fronterizas mexicanas ante los flujos migratorios
La llegada masiva de migrantes haitianos a la frontera norte mexicana...
En 2017 se registró la llegada masiva
de migrantes haitianos a la frontera norte mexicana, venían de un país que en
2010 había sufrido un terremoto de 7.3 grados Richter y la pérdida de unas 316
mil personas y que en 2016 fue azotado por el huracán Matthew. Muchos de estos
haitianos habían estado de forma previa en Brasil, potencia emergente que
ofreció trabajos en construcción para realizar la Copa Mundial de Futbol de
2014 y los Juegos Olímpicos de 2016, sin embargo, la pujante economía brasileña
colapsó y dejó sin oportunidades laborales a miles de haitianos que decidieron emprender
la ruta del llamado “sueño estadounidense”. Las ciudades de Tijuana y Mexicali recibieron
en ese 2017 a más de 40 mil haitianos y se vieron rebasadas ante lo que
significó tener de forma inesperada a tantas personas que requerían
alojamiento, servicios de salud y alimentación y que en definitiva cambiaron el
funcionamiento habitual de las comunidades. Una parte de ese flujo se quedó y
formó en la delegación Playas de Tijuana una colonia, denominada “Pequeña
Haití” ante la imposibilidad de ingresar a Estados Unidos. Esos migrantes
recibieron el apoyo de organizaciones de la sociedad civil y de la Iglesia
católica, pero el Estado mexicano, como tal, fue superado y dejó a su suerte a
la ciudad bajacaliforniana para atender a miles de personas, entre las que
venían médicos y otros profesionistas que se dedicaron a desempeñar labores
diferentes a sus formaciones y se desaprovechó la oportunidad de incorporarlos
de forma más exitosa a la sociedad de acogida. Ahora, en 2021, varias ciudades
mexicanas en el sur y en el norte del país se han convertido de nueva cuenta en
receptoras de miles de personas haitianas, pero también de migrantes y de
solicitantes de refugio y asilo que han salido de Honduras, El Salvador,
Guatemala, Cuba, Venezuela, así como de otros Estados sudamericanos, africanos y
asiáticos; pero al igual que hace cuatro años, se han quedado desamparadas por
las autoridades federales para atender los retos que conlleva la movilidad
humana. Ciudad Acuña, en Coahuila, se convirtió
en las últimas dos semanas en el epicentro de un campamento de más de 20 mil
personas, la gran mayoría proveniente de Haití, que deseaban cruzar hacia
Texas. Las autoridades locales se vieron superadas y la acción del gobierno
mexicano se limitó a “cazar” migrantes para deportarlos tras los designios de
Estados Unidos, que una vez más cerró sus fronteras. El alcalde de Ciudad Acuña, Roberto de
los Santos Acuña, lanzó un S.O.S. a las autoridades federales para atender a
los migrantes, solicitantes de refugio y asilo y lanzó una propuesta desoída:
reubicar a los miles de haitianos a otras ciudades y puntos fronterizos con
Estados Unidos con la intención de procurarlos de mejor manera y evitar el
colapso de una ciudad que sólo tenía capacidad para atender a mil personas en
centros y casas para migrantes, pero que debían atender hasta tres mil personas
al día. Por otra parte, en Tapachula, Chiapas,
a donde llega la mayor parte de los solicitantes de asilo y refugio, fue
escenario hasta inicios de septiembre del hacinamiento de miles de personas que
llevaban meses esperando respuesta a sus solicitudes de asilo y de refugio o un
salvoconducto que les permitiera seguir su camino hacia Estados Unidos. Esta
ciudad mexicana fue obligada a convertirse en una gran prisión, sin apoyo real
de las autoridades federales. Geografía es destino, y México es el
paso obligado de más de un millón de personas al año en búsqueda del sueño
estadounidense o de la protección necesaria para salvar sus vidas. Los flujos
continuarán en los siguientes años y por ende es necesario tener planes,
presupuesto y programas de atención que apoyen a las ciudades fronterizas
mexicanas. Dejarlas a su suerte, es una irresponsabilidad, sobre todo en un
país en el que el crimen organizado controla rutas migratorias y se apropia de
los cuerpos e ilusiones de miles de migrantes.
Sirva este espacio para reiterarle a
las autoridades federales que la movilidad humana continuará por territorio
mexicano y que debemos de dejar de ser reactivos ante crisis humanitarias. Se
necesita ser proactivos y colaborar con sociedad civil, organizaciones
internacionales y otros actores en los objetivos de garantizar los derechos
humanos de los migrantes y solicitantes de asilo y refugio, y de evitar el
colapso de nuestras ciudades fronterizas ante la imposibilidad de atender los
flujos masivos por sí solas. |
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