Nuestro mundo rodeado de crisis humanitarias, un llamado para crear conciencia

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Gloria María DOMINGUEZ


Diciembre 05, 2021

Nunca olvidaré el sentimiento de profunda tristeza que me generó la fotografía del pequeño Alan Kurdi, un niño refugiado sirio de tan solo tres años que murió ahogado y cuyo cuerpo fue encontrado boca abajo sobre la arena de una playa en 2015. Alan, junto con su madre, padre y un hermano mayor intentaban llegar a Grecia. Lamentablemente, escenarios e imágenes devastadoras como estas se están tornando cada vez más recurrentes, sin importar el mes del año o el continente, miles de personas alrededor del mundo huyen de condiciones precarias en sus ciudades natales, buscando protección y la salvaguarda de los derechos humanos más trascendentales, su vida y libertad.

Y si bien el número de crisis va en aumento, a lo largo de las siguientes líneas el foco de atención será conocer lo que ocurre en Europa y el Caribe, particularmente en Bielorrusia y Haití.

Déjenme pintarles la siguiente imagen. Miles de personas, entre ellas menores de edad, el día de hoy, se encuentran acampando en la frontera entre Polonia y Bielorrusia bajo las condiciones de un inverno mortal. De acuerdo con el New York Times (Pérez-Peña, 2021), al menos 11 personas han muerto congeladas, mientras la temperatura en esa zona disminuye cada día más pudiendo alcanzar una mínima de -30 grados centígrados en enero. Existen múltiples teorías sobre las razones por la que se han generado estos desplazamientos, pero la que más ha resonado por sustentarse en evidencia contundente, consiste en la intención del actual presidente de Bielorrusia, Aleksandr Lukashenko, por causar problemas a la Unión Europea en un momento de mucha incertidumbre para este bloque regional.

Y el pensar que Lukashenko utilice de manera deliberada a sus propios ciudadanos, así como a miles de refugiados provenientes de Afganistán, Siria e Irak quienes huyen de una violencia sistémica, persecución y guerras, todo para desestabilizar a la Comunidad Europea es totalmente imperdonable. El anteponer intereses políticos ante crisis humanitarias es un acto sin duda aberrante. Y es que se ha demostrado como durante los últimos meses de este año, el número de personas que entran y pasan por Bielorrusia ha aumentado de manera considerable, incluido un incremento en la concesión liberal de visas con boletos de avión solo de ida a la ciudad de Minsk e incluso se les ha facilitado transporte hasta las fronteras.

Además de la pérdida de vidas, esta crisis está generando sentimientos de repudio por parte de los dos países a los cuales están buscando acceder desde Bielorrusia, Polonia y Lituania. De acuerdo con la BBC (2021), a inicios de noviembre cerca de 2,000 migrantes agolpaban frente a un cerco ubicado en la ciudad polaca de Kuznica, mientras decenas de soldados nacionales vigilaban la valla para que ninguna persona ingresara a su país. Por su parte, el gobierno lituano ha señalado que Lukashenko está utilizando a los migrantes como "un arma política" debido a las sanciones que le han sido impuestas por la Unión Europea. Por último y de ninguna manera menos importante, es menester mencionar las graves violaciones a los derechos humanos que ocurren en Bielorrusia, a cualquier persona que emita opiniones o comentarios de oposición al gobierno actual, el cual ha sido el mismo durante los últimos 20 años.

Por otro lado, y en otra parte del mundo, miles de haitianos luchan por sobrevivir uno de los peores años en su historia. Empezando con el asesinato de su presidente, Jovenel Moïse en julio de este año, cuyo delito ha sido misteriosamente imputado a 20 personas, su mayoría de descendencia colombiana, pero que ha desatado mucha incertidumbre, dolor y confrontaciones políticas. Un mes después, sufrirían un devastador terremoto de magnitud 7,2 cuyo nivel de destrucción, de acuerdo con UNICEF, afectó alrededor de 1.2 millones de personas, incluidos 540,000 niños, quienes continúan con acceso limitado o nulo a refugio, agua potable, atención médica y nutrición. Asimismo, este terremoto ocasionó la muerte de más de 2,200 haitianos. Y todo esto, ocurriendo en medio de una pandemia internacional, donde por supuesto una de las campañas que ha sufrido más consiste en la interrupción de tratamientos médicos y programas de vacunación.

A principios de este año, la Organización de las Naciones Unidos estimó que el 40% de la población de Haití requería de algún tipo de ayuda humanitaria principalmente debido a los altos niveles de inseguridad alimentaria, pequeños agricultores han perdido sus tierras, cultivos y ganado, es descorazonador pensar en que miles de pequeños no tienen para comer en su día a día. Lastimosamente, esta no es el único tipo de inseguridad a la que se enfrentan en Haití, ya que también experimentan una creciente violencia de bandas lo cual ha desplazado al menos a 19,000 personas y ha afectado a 1.5 millones en la zona de Puerto Príncipe. Igualmente, este año se produjeron un gran número de repatriaciones de emigrantes haitianos principalmente de Estados Unidos (ONU, 2021).

Estos múltiples retos generaron el inicio de desplazamientos hacia Norteamérica, donde la escena es igualmente devastadora. Miles de haitianos bajo un puente fronterizo entre México y EE.UU., en un precario campamento enfrentando pésimas condiciones sanitarias, todos a la espera de que sus peticiones migratorias fueran procesadas por las autoridades estadounidenses. Incluso, al arribar las patrullas fronterizas, muchos intentaron huir de este espacio para evitar ser llevados de regreso a su país, lo cual ocasionó enfrentamientos y persecuciones.

Por último, no quisiera dejar de mencionar algunas otras preocupantes crisis humanitarias que acontecen en el mundo, me refiero a los sirios que escapan la guerra civil, rohinyás expulsados de manera brutal de Birmania y afganos que huyen del régimen talibán.

Dos historias demoledoras, dos países, dos continentes, dos situaciones fuera de control, dos crisis humanitarias y miles de personas que todos los días sufren por sobrevivir. Esto es un llamado, un grito desesperado y a todo pulmón, por solidarizarnos con nuestras comunidades, para interesarnos por lo que ocurre en nuestro mundo y por actuar desde nuestras trincheras como sociedad civil, a través de los Estados, organismos internacionales, ONGs y cualquier otro actor de impacto para generar verdaderos cambios. Me parece que las siguientes palabras del Dalai Lama reflejan esta necesidad en plenitud “Nuestro principal propósito en esta vida es ayudar a otros, y si no los puedes ayudar, al menos no les hagas daño”.

 

Gloria María Domínguez, Directora de Programa de Derecho, Escuela de Ciencias Sociales y Gobierno Región Centro-Sur, Tecnológico de Monterrey, Campus Puebla

Twitter: @GloriaD880202

Linkedin: www.linkedin.com/in/gloria-maría-domínguez-376a0275

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