Relatoría para un depredador

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Corría el año 2014, en la recién llegada LIX Legislatura del Congreso del Estado de Puebla.

Ahí soplaban tiempos duros, donde la bota aplastante del morenovallismo hacía de las suyas.

Un Congreso agachado por los manotazos de un autócrata que desde Casa Puebla trataba a los entonces legisladores con la punta del pie y a «sobresazos».

Tiempos volátiles y de mucho disimulo entre los pasillos del entonces viejo edificio de la 5 poniente.

Hasta ahí se tejieron muchas historias que el olvido elige diluir.

En aquellos días, el ritmo del trabajo legislativo lo padecían dos jóvenes empleadas, adscritas a una bancada donde vivieron una verdadera pesadilla.

Ambas jóvenes menores a los 25 años y recién egresadas de la carrera de derecho, empezaron a padecer el acecho de un «honorable» diputado.

El asedio se daba en los cubículos personales y a la hora de la salida, cuando el entonces depredador las presionaba para llevarlas hasta sus casas.

La incomodidad era mucha, más aún cuando era un secreto a voces los problemas de alcoholismo del entonces diputado, así como su violencia verbal y permanente misoginia.

El acoso no trascendió a la escala pública. Y no sucedió por el temor de ambas chicas a denunciar y tener represalias.

De manera personal me tocó atestiguar en plena vía pública, la manera en que el entonces diputado seguía a las chicas mientras les decía cosas lascivas.

Aquel Congreso fue de escándalos y excesos. Eran tiempos donde se opacaban violencias con el disfraz correcto de la pulcritud.

Ambas chicas renunciaron meses después.

El legislador con su acostumbrada desfachatez se mantuvo intacto en su curul.

Siempre es bueno recordar a estos personajes del más bajo rango político para evitar se susciten excesos en todas sus formas y en los nuevos tiempos de la política local.

¿Cuántos depredadores tendremos en la exquisita y actual clase política, donde disfrazan sus excesos de conveniente amnesia?

El nombre del depredador, solito volverá a resurgir, sólo es cuestión de tiempo.

Que sirva el breve recuento para señalar que si un acosador «revive»…...difícilmente habrá cambiado.

Las mejores armas de un buen periodismo son la memoria y el valor de nuestros archivos.

Por las historias desafortunadas de acoso que se pueden estar viviendo en el más crudo silencio del presente inmediato.

Ahí se las dejo para la reflexión.

 

@rubysoriano      @alquimiapoder

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