Desde Tijuana hasta Chetumal

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La Organización Editorial Mexicana, que publica El Sol de México y el diario deportivo Esto, cuenta con más de cuarenta diarios locales y portales digitales en México. Echar un ojo a sus portadas cada día nos permite asomarnos a la realidad del crimen en muchos microcosmos de nuestro país y medir rápidamente cómo se manifiesta la delincuencia.

El registro diario es impresionante: Asaltos, ejecuciones, robos a viviendas y negocios, extorsiones de todo tipo. Por ello, no sorprende enterarse que durante el sexenio actual se han registrado más de cien mil homicidios en el país, según reporta la organización Justice in Mexico.

Tan solo los dos primeros años de la actual administración del Presidente Andrés Manuel López Obrador se cometieron 72 mil asesinatos dolosos a los que se agregan los 30 mil del año 2021. Estas cifras equivalen a un promedio de casi tres mil homicidios a nivel nacional por mes.

La percepción de inseguridad de los mexicanos repuntó al cierre del 2021. Municipios como Fresnillo, Ciudad Obregón y Naucalpan encabezan la lista de localidades en las que sus ciudadanos se sienten más inseguros respecto de la delincuencia y violencia. Casi el total de los habitantes de estas ciudades —más del 90 por ciento— se siente inseguro de vivir ahí.

El nivel de crimen organizado en México es uno de los peores del mundo, según estadísticas nacionales e internacionales. La gran mayoría de los delitos en nuestro país no se denuncian ni se investigan. 

Poca acción de justicia ven los ciudadanos, ya que son contadas las veces en que los delitos llegan a derivar en castigo, principalmente debido a falta de confianza en las autoridades gubernamentales, la mala Policía que tienen nuestras ciudades y la falta de honestidad en los jueces.

Es decir, el problema de la seguridad en México no sólo se debe a una situación social y de valores derivada en buena medida por la pobreza que impera, por la desintegración familiar y la ineficiencia en los programas de educación. También es un asunto de justicia y de mala gobernabilidad en donde el dinero facilita la corrupción en todos los niveles.

Como sociedad podemos hacer mucho evitando caer en el juego de la distracción hacia otros temas, muchas veces iniciado desde el mismo Gobierno en turno. Tenemos que retomar conciencia y fijar más la atención en este tipo de agendas públicas —inseguridad y corrupción— porque su expansión y mancuerna en todo el territorio nacional debilita cada vez más a nuestra frágil democracia que hemos ido construyendo en fechas recientes.

Muchos pensaban que con la llegada de la Guardia Nacional mejoraría la seguridad en el país. La realidad ha sido otra: los delitos, asesinatos y extorsiones crecen imparables desde Tijuana hasta Chetumal.

De ahí que —si existe realmente buena voluntad presidencial— urge darle prioridad al tema de inseguridad en México, involucrar más al sector privado y académico en su combate e implementar mejores mecanismos y estrategias de coordinación entre las policías municipales y la Guardia Nacional. La sociedad civil lo exige.

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