¿Por qué los dejamos solos?

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Es muy difícil para un gobernante comprobar su gran divorcio con esa parte de la sociedad que apuntala los cambios, refresca las transformaciones y derriba las caretas.

 

El caso UDLAP escaló los escenarios para dejar en claro el desatino y excesos del gobierno de Miguel Barbosa, quien tiene las manos metidas en un conflicto de herencias que desde hace mucho, se politizó y exhibió la intromisión de un gobierno renuente a la interlocución y al respeto de las autonomías universitarias.

 

Más allá de las ambiciones y excesos de una familia como la de los Jenkins, la UDLAP es una institución que durante años ha representado la veta de conocimientos para miles de jóvenes que se forman y se han formado en sus aulas.

 

Los méritos académicos están ahí y son irrefutables a la hora de intentar borrar el historial de una universidad que ha sido clave en la vida educativa de Puebla.

 

Resulta infame la campaña de descalificaciones gestada desde algunos medios de comunicación donde se atiende con severo servilismo, las indicaciones de Casa Aguayo para atacar a los jóvenes, minimizar a los catedráticos y afianzar el conflicto.

 

Una vez más, los jóvenes en Puebla encararon a un gobierno primitivo y rapaz, que se juega las contras para afianzar su poder político, desdeñando los intereses educativos y de una gran comunidad universitaria que exige el derecho de regresar a sus clases y a su campus, sin los centinelas y afanadores de un gobierno que han sido incrustados para generar toda una confusión.

 

Son muchos los universitarios que reclaman su derecho de retomar sus clases, muchos profesores y empleados cuyos puestos están en vilo gracias a los caprichos de un gobierno que decidió cargar sus dados a favor de uno de los rijosos herederos.

 

La suma de voces que vimos este fin de semana, exhibió una vez más a Puebla como un lugar donde hoy se carece de mediación, diálogo y respeto a los derechos universitarios.

 

Qué pocos favores hacen al gobierno estatal esas voces y plumas tan torcidas por el mandato de desquitar el convenio de “publicidad”.

 

Han sido meses de un litigio por una herencia que implica un gran botín, para quienes decidieron meter la mano con la ambición de entrarle a la rapiña de los Jenkins.

 

La suma de voces es importante en un momento donde la comunidad universitaria de la UDLAP deberá cerrar filas para recobrar no sólo el campus, como se ha manejado mediáticamente.

 

Lo que se ha trastocado en esta universidad poblana, es la autonomía con la intromisión de un gobierno plagado de excesos.

 

La movilización de los jóvenes ha sido un gran logro, pero ¿por qué en Puebla siempre los dejamos solos en las calles?

 

Estos son buenos tiempos para la suma de voces que reflejen lo que está ocurriendo en esta universidad.

 

Señores de las cámaras empresariales es buen tiempo para volver a salir a las calles desde sus frentes, porque no cuentan cartitas o pronunciamientos por escrito o mediáticos.

 

¿Dónde están los rectores y catedráticos del resto de las universidades en Puebla?

 

Señoras y señores rectores que no les dé miedo salir a gastar suela y dejar su comodina solidaridad por temor al enfrentamiento.

 

¿Dónde están los políticos críticos, la necesaria oposición?

 

Señores reivindiquen en algo sus cargos y demuestren que respaldan a los jóvenes universitarios, no sólo con videos desde sus redes sociales.

 

El conflicto de la UDLAP ya no es exclusivo de una institución. Es parte de la evidencia de los atropellos cometidos desde el poder fáctico donde se atiende exclusivamente a los intereses políticos.

 

Es verdad que Puebla vive tiempos muy oscuros, donde se hace imprescindible el empuje social para derribar las caretas de quienes se erigen como perfectos tiranos.

 

@rubysoriano          @alquimiapoder

 

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