Grandes escándalos de corrupción e inmoralidad

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Ramón Zurita Sahagún


Febrero 10, 2022

En la historia reciente de México se han sucedido una serie de escándalos que permean al paso de los años hasta ahora. Situaciones en las que se vieron inmiscuidos servidores públicos y sus familiares y que hasta hoy se siguen recordando. 

Esto viene a cuento por los decires del Presidente Andrés Manuel López Obrador, que algunos ven como distractores, a efecto de disminuir los reflectores sobre el asunto de la casa que habitaba su hijo en Houston y el probable conflicto de intereses habido porque el propietario de la mansión es un alto ejecutivo de una de las grandes empresas petroleras que cuentan con onerosos contratos con PEMEX. 

Sin embargo, el hecho que hasta ahora no ha sido aclarado queda registrado en la memoria colectiva y pasará a ser parte del recuento que se haga de su administración, como lo han sido otros eventos ocurridos en el pasado y los que se presenten a futuro. 

Ningún esfuerzo del Presidente o de su gobierno por aclarar este evento tendrá el resultado que esperan, por más explicaciones que se den, ahora o en el futuro cercano. Los tiempos no fueron aprovechados y se optó por darle vueltas al tema, sin una respuesta valedera. 

La capacidad de reacción es una de las necesidades de la vida actual y el gobierno mexicano no parece contar con ella, ya que entre señalamientos y publicaciones se dejan espacios sin aprovechar y eso que el Presidente López Obrador es un maestro en el arte de la comunicación, aunque no en el de distractores o, tal vez, ya se le conoce toda la astucia que suele usar en explicaciones de ese tipo. 

El tema del que ni siquiera se ha dicho si la casa en la que habitaba era rentada o prestada, lo que podría significar alguna explicación de lo sucedido, quedó registrado dentro de los anales de los asuntos insólitos que ocurren en México y que, aunque sean explicados no se toman en cuenta las aclaraciones, ciertas o falsas. 

En la actualidad se recuerdan más los yerros o denuncias en contra de los ex Presidentes que las buenas gestiones realizadas en sus respectivas administraciones. 

Son un gran número de eventos con los que se recuerdan hechos de algunas administraciones o pesan sobre la vida de esos personajes. 

La llamada Casa Blanca, con la que se pretende equiparar el asunto de José Ramón López Beltrán, trató de ser explicado por la propia Angélica Rivera, propietaria de la mansión y sus dichos sirvieron para enredar más el asunto. Al final quedó la mancha en la administración de Enrique Peña Nieto y nadie creó su versión de que la empresa de televisión en la que trabajaba la señora Rivera la había liquidado con decenas de millones de pesos. Continúa siendo un ejemplo de las grandes transacciones entre políticos y empresarios. 

La variedad de negocios que fueron evidenciados entre los hijos de Martha Sahagún y empresarios del sexenio de Vicente Fox Quesada, es otro asunto al que no le entraron de lleno las autoridades, pero hasta la fecha se continúa hablando del tema. 

El PEMEXGATE que, aunque generó una multa millonaria al PRI, dejó un gran tufo de corrupción. 

La venta de petróleo fuera de los mercados naturales durante la administración presidencial de José López Portillo y la adquisición de buques tanque con sobornos y que provocó el desafuero de Jorge Díaz Serrano, ex director de PEMEX. En ese mismo sexenio el rancho que le regaló y devolvió el Presidente al gobernador de Querétaro, Rafael Camacho Guzmán. La llamada Colina del Perro fue otro de los varios escándalos de ese gobierno. 

Por supuesto que la matanza de Tlatelolco dejó una huella indeleble en la gestión de Gustavo Díaz Ordaz, como la el jueves de Corpus en el de Echeverría, donde la fuga de capitales ante la devaluación ensombrece todavía más ese triste capítulo. 

Los asesinatos de Luis Donaldo Colosio y José Francisco Ruiz Massieu y el levantamiento armado en Chiapas, son el sello del gobierno de Carlos Salinas de Gortari. 

De Ernesto Zedillo se recuerda como una gran mancha el error de diciembre que se trató de adjudicar al anterior sexenio y que provocó grandes problemas en más de la mitad de la población que perdieron sus propiedades o quedaron con una gran deuda. 

Eso sin olvidar lo ocurrido en diversos estados del país, donde las finanzas han sido saqueadas una y otra vez y los gobernantes y sus colaboradores se han enriquecido sin medida. 

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Cuauhtémoc Blanco debe estar feliz por haber abandonado el último lugar que ocupó, durante largos semestres, como el peor gobernador del país. David Monreal se lo quitó con todo merecimiento. 

 

 

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