De barrio “azul” a zona de dealers
Alquimia de Poder
La descomposición de una ciudad se palpa, se mira, se huele y se escucha. El barrio de El Carmen tildado como el gran bastión del panismo en Puebla hoy refleja el otro rostro de una ciudad donde se viven tiempos de violencia, impunidad y excesos. Para nadie es extraño lo que ocurre hoy en Puebla capital, donde los signos de violencia se palpan diariamente. No sólo es Santiago, sino ahora un lugar a escasos pasos del zócalo de la ciudad. Céntrico y con sus recovecos de barrio bravo, en El Carmen han proliferado una serie de bares y antros que de pronto hacen de la zona, el lugar preferido para el floreciente narcomenudeo, los escándalos y hasta los balazos en vía pública. En la esquina de la 15 poniente y 3 sur en el conocido edificio 1 que alberga en la parte baja al Museo del Automóvil, se encuentra uno de los puntos donde es fácil detectar en las madrugadas la nueva realidad de Puebla. En la parte alta de este edificio, debajo del restaurante La Cúpula, se ubica un mezzanine llamado El Mirador, donde de lunes a domingo se organizan fiestas electrónicas que duran hasta altas horas de la madrugada. Lo ridículo es que mientras los decibeles de la música hacen retumbar los vidrios de los edificios cercanos, las patrullas municipales hacen sus rondines como si “nada” ocurriera en las calles aledañas o se percataran del escándalo. Quienes habitamos en esta zona de la ciudad, sabemos que Fernando García Limón es el propietario de este edificio donde en la parte alta se hacen los citados escándalos. Desde hace semanas, evidencio esta situación en redes sociales con videos y fotografías de los escándalos. Minutos después, como por “arte de magia” le bajan a la música y apagan algunas luces. Es decir, los señores del llamado antro El Mirador parecen tener su vía de comunicación directa con el Palacio Municipal. Hace unas semanas, el Ayuntamiento respondió a mi denuncia subiendo un video y fotos de la revisión nocturna que hicieron en la parte baja del edificio, donde por supuesto no encontraron nada, pues el antro está en la parte alta. Más allá del escándalo es lo que todos los vecinos vemos y observamos a partir de la proliferación de estos antros en la 15 poniente y zonas aledañas, en el corazón del Centro Histórico poblano: Jovencitas alcoholizadas y el riesgo que implica la irrupción de las nuevas modalidades del crimen organizado que empieza a sentar sus reales en el corazón de la Angelópolis. Es importante decirle al edil Eduardo Rivera que no sólo busque recaudar y sacar dinero para llenar las arcas municipales que le permita seguir pagando su abultada nómina de aviadores. Los poblanos le exigimos que con la misma prontitud que está pintando los lugares para parquímetros, también atienda las denuncias ciudadanas. Corregir el rumbo de la Angelópolis hasta ahora ha sido un acto errático para un Ayuntamiento que sigue dando tumbos, sin ofrecernos garantías de seguridad a quienes habitamos en una capital que se siente cada vez más riesgosa.
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