México ante el futuro
La pandemia y la invasión de Rusia a Ucrania representaron un fuerte shock a las cadenas industriales.
Desde una perspectiva histórica, nos encontramos en lo que los economistas han denominado un punto de quiebre estructural. Lo anterior implica que a partir de la pandemia las tendencias de muchas variables macroeconómicas (así como sus perspectivas) cambiaron drásticamente. De hecho, desde la crisis financiera-económica de 2008, dicho cambio empezó a desarrollarse en el contexto del inicio de una reconfiguración del escenario económico internacional.
La pandemia y la invasión de Rusia a Ucrania representaron un fuerte shock a las cadenas industriales (o cadenas globales de valor, como se conocen) y la producción y el comercio mundiales sufrieron una fuerte contracción. Además, dicha desaceleración vino acompañada de un aumento generalizado en los costos de transporte y de producción que se vio reflejado en un aumento en el costo de vida de las personas (particularmente en Europa y en Estados Unidos con efectos propios en México.
Ante este panorama, ¿qué es lo que debe hacer México? Sin duda, una de las grandes lecciones que hemos aprendido es la importancia de la autosuficiencia energética y alimentaria. Es decir, existe una tendencia por aumentar las defensas ante las vulnerabilidades externas y un sesgo por la selectividad en las cadenas globales de valor, es decir, decidir con quién comerciar.
Es en este contexto donde se abre la posibilidad para México de aprovechar la reconfiguración económica y encaminar un proyecto económico de largo plazo que culmine en un mayor bienestar para nuestra sociedad. En este nuevo orden económico, México se ubica al centro de grandes mercados debido a su ubicación geográfica y además cuenta con una gran cantidad de recursos naturales. La deuda es estable y los salarios reales son relativamente competitivos (en gran medida debido al rezago que por muchos años se tuvo en este ámbito).
Con estos elementos en cuenta México debe pensar en un plan industrial de desarrollo de largo plazo integral (esto es, incrementar el valor agregado de nuestra planta productiva, así como el contenido nacional de la producción). Lo anterior debe ser acompañado de un plan de inversión en infraestructura que permita a los flujos comerciales transitar de manera más eficiente por el territorio nacional hacia los grandes mercados.
La estabilidad que presenta México en lo económico después de la pandemia nos permite pensar en implementar estrategias que nos permitan crecer a una tasa superior al 2.5%, que es la cifra a la que se estima crecerá en México durante 2022 (esto es, a la tasa promedio histórica). Solamente una política industrial integral lo logrará junto con un impulso muy fuerte a la innovación tecnológica y científica.
Por ahora, la pandemia y la contracción económica asociada representan restricciones en el corto plazo que han impedido un mayor crecimiento. Sin embargo, abrieron nuevas posibilidades de jugar nuevos roles en la economía mundial. México debe aprovecharlo.
José Ángel Alcántara Lizárraga Profesor de Economía / Tiempo Completo Tecnológico de Monterrey, Campus Puebla
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