El colibrí de Rita Amador: la lucha de las mujeres
Conoce a Rita Amador
La conocí en un viaje que nos cambió la vida a las dos, en compañía de mujeres que han dedicado su vida a defender nuestros derechos. Rita Amador, de ojos pequeños, semblante cansado y voz transparente. Viajamos juntas de Puebla a Oaxaca, aunque yo llegué tarde y por eso ya no la pude saludar antes de abordar. Hablamos en una parada de camión en algún municipio de Puebla cuyo nombre no quiero recordar, justo frente a una tienda, me prestó dinero para comprar algo de comer porque como casi siempre, no llevaba efectivo. Fuimos compañeras de cuarto durante toda la estancia. En nuestro primer día cuando desperté, ví que estaba sentada en su mesa, leyendo su libreta y haciendo anotaciones. Al percatarse de que yo estaba despierta, me dijo que un pajarito la despertó desde las 5 de la mañana y que no pudo volver a dormir. Me sorprendió que tuviera tanta sensibilidad como para ponerle atención a los sonidos que a mí me arrullaban. En una visita al Museo Estatal de Arte Popular de Oaxaca "MEAPÓ" vimos verdaderas obras de arte de barro negro elaboradas en San Francisco Coyotepec. Constantemente nos preguntamos entre todas si aquello que veíamos estaba hecho en barro o era de otro material, por el gran nivel de perfección. Entonces, ya casi al finalizar el recorrido entró un colibrí; espantado por perder el rumbo. Revoloteaba por toda la sala deslizándose sobre una gran trampa de pared de cristal que no le daba consuelo de salir, por más que intentaba recorrerla hasta lograr encontrar escapatoria, no lo lograba. Todas lo veíamos con preocupación pero sólo Rita tuvo la delicadeza de hablarle, alzó sus manos y le pidió al colibrí tranquilizarse. En una imagen incomprensible para toda lógica, el colibrí disminuyó la velocidad de sus perfectas alas que tienen la capacidad de aletear 70 veces por segundo y éste le hizo caso. Se posó sobre su teléfono y se dejó guiar por ella. Ella le dijo que lo sacaría y en una dulce vuelta lo paseó frente a los ojos de todas, caminó más de 15 pasos hasta cruzar las puertas del museo y cuando logró estar en el patio le dijo que se podía ir. Y así lo hizo, sólo hasta que escuchó su voz emprendió vuelo, mientras decidió confiar y mantenerse con ella. Ese día comprendí que Rita era comandanta, porque hasta los colibríes le hacían caso. Y ese momento, que tuve la fortuna de presenciar, entendí que era el reflejo de su larga lucha y de lo especial que es ella. Así ha decidido construir su militancia política a lo largo de sus 35 años: pensando constantemente en la otredad. En los momentos más críticos, se convirtió en la dirigenta de la “Unión Popular de Vendedores Ambulantes: 28 de octubre” y cargó en su espalda 26 carpetas de investigación por delitos fabricados, todo por defender el derecho al trabajo. Como ella ya lo ha referido, su gran amor es la lucha, pero toda su lucha siempre ha sido colectiva, popular, siempre pensada para construir en conjunto y no en lo individual. Incluso me atrevería a decir que ha logrado mover a miles de personas, todo por amor, amor a su familia, a su causa y a la organización. Ese amor que sólo brota de la entraña de lo colectivo. Soy una convencida de que en pleno siglo XXI tenemos una discusión pendiente sobre el poder. El sistema patriarcal, sigue poniéndonos escenarios cada vez más cruentos. Desde el marxismo, podemos entender las raíces de la desigualdad y la opresión, pero uniéndome al llamado de Silvia Federici, tenemos que ir más allá de Marx, no sólo por que el mundo ha tenido transformaciones económicas y políticas después de él, sino porque el feminismo no se subordina al marxismo, al contrario, éste le interpela y lo complementa. En ese sentido, reflexionar sobre el ejercicio del poder es vital. Porque si las mujeres no cuestionamos al poder, no podemos entender que el sistema patriarcal nos ha arrancado nuestra sujeta política de identificarnos como personas. Rita ha ejercido liderazgo desde su propia realidad, atravesada por todas las categorías que Marx no desarrolló: ser madre, esposa, trabajadora, hija, compañera y dirigenta. Es por ello que a diferencia de otras mujeres que han estado frente a organizaciones de buen número de agremiados, ella destaca por ser una mujer que siempre pensó en las personas, en cuidar de la gente que confía en ella y que construye colectividad de su mano. En un esfuerzo por hablar del liderazgo de las mujeres desde adjetivos no masculinizados, Marcela Lagarde usa el concepto de “entrañables” para afirmar que las mujeres construyen “con las entrañas, con el corazón, con lo que somos y lo que queremos ser”. Su vida parece un cúmulo de escenarios imposibles, sólo ella sabe cuánto ha cargado por luchar, pero si algo me queda claro es que ha puesto todo de sí por la causa social. Una parte de su legado es ese. Enseñarnos que se debe luchar pensando siempre en el bienestar común. Que cuando desde el patriarcado se ejerce poder para buscar tener un renombre o un enriquecimiento; cuando gana más el individualismo que la colectividad, las cosas salen mal y las desigualdades se acrecientan. Creo que tenemos mucho que reflexionar sobre el poder, desde el feminismo, las organizaciones comunitarias, populares y también desde la sociedad civil organizada. Pero también creo que el liderazgo de Rita en Puebla es una gran guía para responder dudas y trazar caminos. Hoy que parece moda hablar de los derechos de las mujeres, las convoco estimadas lectoras a no dejarse apantallar por los likes, las revistas pagadas, los pañuelos verdes, morados o los moñitos naranjas que alucino, y las invito a ver en Rita un ejemplo a seguir, construyendo desde abajo, siempre poniendo las causas nobles por delante, el equilibrio y la justicia. La trascendencia política se gana con las opiniones comunes, no con las imposiciones y escenarios forzados. En este aniversario 50 de la UPVA 28 de octubre, celebro la vida de Rita y de todas las compañeras de la 28. Las mujeres de “la 28” son las que históricamente menos han brillado, sus nombres apenas se asoman, pero son las que sostienen, las que cuidan, las que luchan con alegría y las que mantienen a flote la organización. A pesar del silencio en la historia, sus manos en defensa del derecho al trabajo hacen brillar la lucha popular en Puebla. Gracias compañeras porque su entrega es un ejemplo de resiliencia, amor y mucha congruencia. Me llevo en mi corazón el colibrí siguiendo la voz de Rita, una voz que tuvo el poder de parar a una de las aves más impresionantes del mundo. Ella sabía lo que era mejor para él y él, sabía que tenía que confiar en Rita Amador para poder encontrar su libertad. |
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