¿Cómo dejar una relación violenta? Claves feministas

El amor romántico es una estructura de idealización, que causa mucho daño a las mujeres porque alimenta el “ideal” de lo que debe de ser nuestra vida y relación

La vecindad Podcast

Memorias del Crimen

Con muchos ovarios, diría yo.

El amor romántico es una estructura de idealización, que causa mucho daño a las mujeres porque alimenta el “ideal” de lo que debe de ser nuestra vida y la relación que tejemos con los hombres. Este estereotipo se alimenta diario de una serie de mensajes que vemos en las películas, canciones, literatura, series, etc., que nos dice que debemos de encontrar a un “príncipe azul” y más peligroso aún, que nos complemente.

Esta última idea es fundamental. Porque nos pasamos toda la vida buscando una “media naranja” y especialmente cuando somos jóvenes, el sistema nos hace creer que estamos obligadas a cumplir ese rol rápido y que si no lo logramos, hemos fracasado como mujeres.

En aras de lo anterior suceden muchas cosas: muchas se casan con el primero que se encuentran, a muy pocas les va bien. Hay mujeres que no exploran su sexualidad, no conocen su cuerpo y se pierden del amplio disfrute por vivir en represión. Otras compañeras se enamoran perdidamente, dejan sus vidas, sus trabajos y sus aspiraciones personales por dedicar toda su vida a una pareja sin decidirlo. Desgraciadamente muchas tienen embarazos no deseados o inclusive forzados, en donde con una sarta de mentiras se prometen muchas cosas que nunca se cumplen y con la llegada del bebé se rompe la idea del príncipe azul y nace el deudor alimenticio. Pero por el otro lado, muchas, sin llegar a casarnos o a embarazarnos, terminamos en relaciones muy violentas con personas que nos succionan la vida, el ánimo y la felicidad.

Este país sería otro si tuviéramos una política pública especializada en combatir el amor romántico tradicional. Nos ayudaría a prevenir violencia, disminuir la tasa de embarazos no deseados, mejorar la inclusión de mujeres en el campo laboral. Lograríamos disminuir la deserción escolar y hasta abonaríamos a la pacificación del territorio. El problema es profundo, no lo olvidemos nunca.

He visto a las mujeres más brillantes de mi generación sucumbir ante la violencia de sus parejas. He visto a mujeres inteligentes desvanecerse porque alguien las apaga. He visto a amigas llorar desconsoladamente porque sufren, y a todas a quienes he acompañado en su dolor les recomiendo un libro que me cambió la vida: “Claves feministas para las negociaciones en el amor” de la feminista Marcela Lagarde.

No pretendo darles una varita mágica porque cada situación es diferente, cada historia de amor o desamor es única, pero sí les quiero compartir 5 acciones para acompañarlas en el camino por nuestra felicidad:

  1. Estar acompañadas. Salir de un entorno de violencia no es fácil, por eso es vital construir una red de apoyo. Esto significa, tejer un espacio de confianza con las personas que estén a nuestro alrededor, que puedan reaccionar ante emergencias y sobre todo, que sean nuestro apoyo en este proceso. Hay muchas mujeres que en sus procesos de violencia, el violentador las va aislando de su entorno social, provoca que se limite la interacción con amigas, familiares o incluso vecinas. 

Hay que combatirlo confiando poco a poco en personas a nuestro alrededor. Asimismo, es importante que sean varias personas, no sólo una. 

  1. Apoyo emocional. Todas las personas necesitamos ir a terapia alguna vez en nuestra vida, incluso si no estamos en situaciones dramáticas siempre hay momentos difíciles y lo ideal es estar apoyada de personas profesionales y con ética. En la medida de las posibilidades yo recomiendo ir a terapia y tratar de que las terapeutas sean feministas, porque de nada sirve ir con alguien que nos dé mala guía por tener ideas conservadoras. Por otro lado, si no podemos pagar la terapia, es bueno rodearnos de nuestra red de apoyo para desahogarnos. Romper el silencio es liberador. Por eso es importante que existan varias personas en esa red, porque la gran mayoría de veces llega a ser muy difícil para una persona escuchar siempre y estar al pendiente. 
  1. Paso a paso. Recuerdo que después de medio año de terapia mi psicóloga me dijo que cuando llegué le dije que quería acabar con una relación pero que no sabía cómo hacerlo y yo no me acordaba. Cada proceso es diferente y cada uno tiene su tiempo. No tienes que acabarlo todo de un día para otro, puedes planear la ruptura.

    Algunas, las más pocas pueden acabar una relación a la primera muestra de violencia, otras tardan meses y algunas incluso años. Para quienes acompañan a personas puede ser muy cansado escuchar la misma historia y ver la violencia que sufre una amiga o una familiar, incluso puede ser muy desesperante ver que no toma la decisión de separarse. Pero acompañar también es un acto de amor y de respeto por lo que siente la otra persona, ante todo es mejor que la confianza siga en su justa medida. Hay situaciones que nos parecen completamente irracionales pero sí es nuestra decisión estar (porque también puede no serlo), es mejor tener paciencia y por eso es importante que varias personas acompañen, no sólo una.

    Vivir el duelo desde el feminismo. Salir de una relación no es un proceso lineal. ¿Cuántas personas conoces que terminan y vuelven con la misma persona violentadora? En la gran mayoría de casos, se regresa porque el duelo se vuelve insoportable. Por eso es importante construir un plan de vida, no desde el punto de vista cuadrado, sino escoger una o dos metas, repensar cómo era tu vida antes de entrar en esa relación. Qué cosas te interesaban, te apasionaban o te hacían feliz. Tener convicciones y sueños te ayuda a salir con mayor facilidad de un entorno violento.

  2. En ese sentido, un día ví un video que hizo mi amiga Julia Didriksson que hablaba sobre cómo sanar una ruptura desde el feminismo. Me encantó porque mencionaba que podíamos hacer cosas con nuestras amigas: una pijamada, apapacharnos, darnos regalos, pasar juntas los domingos, darnos abrazos de oso. Estar juntas en nuestro duelo es importante.

    En lo personal, cuando terminé una relación me daba mucha tristeza regresar a los lugares que me enseñó mi ex pareja en su ciudad, pero un día mi amiga Pato me dijo que íbamos a resignificar ese espacio entre nosotras. Entonces esos recuerdos se fueron alejando y poco a poco mis memorias se fueron llenando de risas y felicidad con mis amigas. Esos lugares dejaron de ser del dolor y volvieron a ser míos.

    Hacer y merecer. Algo bueno que me enseñó mi carrera en Literatura es que hasta del peor momento puede nacer algo. No somos Sor Juana pero podemos intentarlo. Los momentos más obscuros también nos llevan a crear. Enfrentar nuestro dolor con creatividad es una forma de ganarle al patriarcado que nos quiere ver acabadas. Escribir desde el dolor, hacer un poema, pintar lo que sentimos, escribir una canción, hacer una maceta, reacomodar nuestro cuarto, hacer algo que nunca habías hecho.

  3. ¿Quién sabe? Igual y escribes una súper novela después de la amargura. No lo sabemos, pero creo que para salir de una relación violenta, tenemos que movernos. Mover nuestras manos, nuestro corazón, nuestro cerebro hasta lograr que le dé indicaciones a nuestras piernas para salir de ese punto amargo y caminar hacia la paz.

    Finalmente, tal vez nadie te lo ha recordado últimamente, tal vez tú nunca te lo hayas dicho, pero hoy te quiero decir; querida lectora que eres una persona extraordinaria, que mereces vivir una relación bonita, respetuosa y linda. Que sí se puede construir otra forma de amar y que si alguien te humilló, te minimizó o te violentó de alguna forma, no es tu culpa. Mereces ser feliz y estar tranquila. Abraza ese sentimiento y no lo dejes ir.

Espero que estas líneas les sirvan. Como dije al inicio, no pretendo reducir un problema tan complejo como lo es la violencia a cinco cosas. Escribí estas líneas en mi experiencia como acompañante de violencia familiar y espero que esto que te he compartido te pueda ayudar a sentirte mejor o que por lo menos una cosa te dé ideas de cómo avanzar o de cómo acompañar, para que tu traces tu propio camino. Sólo tú sabes tu historia y sólo tú sabes lo que es mejor para tu bienestar.

Para finalizar un aliento: si eres una mujer adulta y dejas una relación violenta, le haces honor a tu vida y nos das guía a las que seguimos, nunca es demasiado tarde para vivir con plenitud. Si eres una mujer jóven, cuando dejes al primer hombre que te trate mal, se volverá hábito irte de espacios violentos y, ¿te digo algo? cada vez será más fácil. Y si eres una adolescente o niña que lee esto: mereces una relación bonita y si deseas volverte feminista, tendrás más herramientas para encontrarla.

Quiero aprovechar este espacio para agradecerle a las mujeres que me han acompañado en mi duelo, gracias a muchas personas, logré salir de una relación violenta. Porque ser feminista no garantiza no toparte con un pendejo. 

Gracias también a quienes me han buscado para acompañarlas en sus procesos, a quienes han decidido abrir su corazón y compartirme su sentir, espero haberlo hecho bien.

Las redes entre mujeres salvan vidas y el amor que nos tenemos entre nosotras, es la viva imagen de que se puede amar diferente, desafiando al machismo. Que la solidaridad nos sostenga, que lo que haces por otra se te regrese y que juntas logremos todo lo que soñamos. 

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de El Popular, periodismo con causa.